Mary entro a la casa después de haber hablado por teléfono con su amiga Charlotte. Sus ojos brillaban de la emoción, fue corriendo a la habitación donde se encontraba su madre y dijo:
-- ¡Me ha invitado a su casa! me dijo "Mary ven a cenar hoy conmigo. Ven tan pronto como te sea posible. Mi hermano y su amigo no estarán." ¿Puedo llevar el auto? -dijo inquieta-.
–– Por supuesto hija, -dijo mientras le arrojaba las llaves del coche- pero eso sí, avísame si te llegases a quedar a dormir.
No hacía mucho que se había ido Mary, cuando empezó a llover a cántaros. Todas estaban preocupadas por ella. No paró de llover en toda la tarde.
Sin embargo, hasta la mañana siguiente no se supo nada de Mary. Apenas habían acabado de desayunar cuando Viviam recibió el siguiente mensaje:
"Viv querida, No me encuentro muy bien esta mañana, lo que, supongo, se debe a que ayer el auto se descompuso y tuve que terminar caminando lo que me faltaba. Mi amiga no quiere ni oírme hablar de volver a casa hasta que no esté mejor. No tengo nada más que dolor de garganta y dolor de cabeza. Avísale por favor a nuestra madre y dale mis disculpas por no haberme comunicado antes."
Viviam dio el mensaje a la familia y después de muchos intentos logro llamarla:
–– ¡Por fin contesta Mary! Mi mamá está muy enojada contigo ¿Por qué no llamaste para avisar? o al menos para decir que llegaste bien ¡para avisarnos que seguías viva Mary!
–– En serio lo lamento no estaba en mis manos complacerlas, no había luz, los teléfonos estaban sin baterías y algunos restantes como el mío no tenían señal. Enserio intente comunicarme Viv. –Dijo entre tosiendo-
–– Ok cálmate, No creo que mueras. La gente no se muere por pequeños resfriados sin importancia. –Dijo Viviam riendo- Tendrás buenos cuidados. Mientras estés allí todo irá de maravilla. Mi madre ira allá a ver como estas, y yo veré si puedo ir también ¿te parece?
-- Esta bien, entonces las espero -dijo tosiendo y colgando la llamada-.
Lamentablemente la señora Elizabeth esa mañana se había levantado indispuesta como para poder ir a cuidarla. Así que Jane quien le seguía a Mary por edad se fue con sus hermanas a casa de Lucas y Charlotte, y Luis (el padre de las Morris) se quedó encargado del cuido de su esposa.
En mitad del camino se separaron; Catherine se dirigió a casa de la esposa de un oficial y Viviam y Jane continuaron su camino solas. Cruzaron campo tras campo a paso ligero, saltaron cercas y sortearon charcos con impaciencia hasta que por fin se encontraron ante la casa, gran parte del camino transcurrió a pie porque muchos de los transportes no pasaban por esas vías. Con los tobillos empapados, las medias sucias y los rostros encendidos por el ejercicio fue como llegaron dos de las hermanas Morris, Jane y Viviam.
Las pasaron al comedor donde estaban todos reunidos menos Mary, y donde su presencia causó gran sorpresa. A Charlotte le parecía increíble que hubiesen caminado todo ese trayecto solas, tan temprano y con un tiempo tan espantoso. Jane quedó convencida de que las hicieron de menos por ello. No obstante,las habían recibido con mucha cortesía, pero en la actitud del hermano había algo más que cortesía: buen humor y amabilidad. Edward habló poco. Fluctuaba entre la admiración por la luminosidad que el ejercicio le había dado al rostro de Viviam y la duda de si la ocasión justificaba el que hubiesen venido solas desde tan lejos.
Las preguntas que Jane hizo acerca de su hermana no fueron contestadas favorablemente. Mary había dormido mal, y, aunque se había levantado, tenía mucha fiebre y no estaba en condiciones de salir de su habitación. Viviam se alegró de que las llevasen a verla inmediatamente; y Mary, que se había contenido de expresar en la llamada como deseaba esa visita, por miedo a ser inconveniente o alarmarlos, se alegró muchísimo al verlas entrar. A pesar de todo no tenía ánimo para mucha conversación. Cuando Charlotte las dejó solas, no pudo formular más que gratitud por la extraordinaria amabilidad con que la trataban en aquella casa. Jane la escucho en silencio.
Cuando acabó el desayuno, Charlotte se reunió con ellas; ya Viviam comenzó a parecerle simpática al ver el afecto y el interés que mostraban por Mary. Vino el médico y examinó a la paciente, declarando, como era de suponer, que había cogido un fuerte resfriado y que debían hacer todo lo posible por cuidarla. Le recomendó que se metiese otra vez en la cama y le recetó algunas medicinas. Siguieron las instrucciones del médico al pie de la letra, ya que la fiebre había aumentado y el dolor de cabeza era más agudo. Ni Jane ni Viviam abandonaron la habitación ni un solo instante y su amiga tampoco se ausentaban por mucho tiempo. Y los chicos estaban fuera porque en realidad nada tenían que hacer allí.
Cuando dieron las tres, Jane comprendió que debían marcharse, y, aunque muy en contra de su voluntad, así lo expresó.
Charlotte les ofreció el auto que su hermana había traído ya que el mismo había sido reparado por amigos de confianza de ella. Pero Mary estaba intranquila queriendo marcharse con ellas; por lo que Charlotte se vio obligada a convertir el ofrecimiento en una invitación para que se quedasen en la casa. Jane aceptó muy agradecida, y Viviam se encargó de avisarles a sus padres que se quedaban.
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En Cuerpo y Ama
Romance"Jamas creí conocer a un joven tan arrogante e insoportable, y mucho menos que este fuera... el que me robara el corazón". -Viviam Morris-