VI

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Mar

Llego a la casa de Sean para darle una sorpresa, de camino para acá le compré un par de guantes para el frío, me di cuenta la otra vez que quedamos como intentaba calentar las manos así que como buena novia me preocupo por su salud.

- Ahora te lo digo, pero lo más importante – le miro con el entrecejo fruncido – déjame pasar primero por favor que me estoy helando

- A sí, claro

Esta es la primera vez que vengo a su casa así que no pude ser capaz de no intentar mirar, pero fue un fracaso. Nada más que entro me encuentro una sala de estar, supongo que es el salón, con un sofá verde con los almohadones de sentarse con quemaduras de cigarrillos, una mesita en medio de la sala de madera y una tele de las encima de un armario. No había nada más ahí, las paredes eran de color marrón con hojas del otoño y el suelo ocre. Se puede decir que no es de esos amientes en los que te sientas comedor estar.

Sean atrás mía me sigue tras cerrar la puerta. Me invita a que me siente y gustosamente acepto.

- ¿quieres algo para tomar? – me invita

- Un té calentito si tienes –

- Solo tengo café

- Pues eso mismo

Lo veo dirigirse a la cocina, no menciona nada más de mi llegada inesperada. Se que se está haciendo muchas preguntas en su cabeza, pero parece ser que no se atreve a decirlas. Después de unos cinco minutos aparece por el marco de la puerta con dos tazas

- Aquí tienes – me deja en la mesita

- Gracias – le pego un sorbo y me quemo la boca – aich

- Si es que eres tonta, sabes que está recién hecho – lo escucho reír

Pasamos media hora hablando de cosas triviales hasta que el ambiente se pone tenso, el se acerca más a mí poniéndose en frente de mí.

- Ahora sí Mar, ¿Qué haces aquí? O mejor dicho ¿Cómo sabes la dirección de mi casa? – me pregunta serio

- Pues me lo dijo una mujer por teléfono – le dije sin más – me llamaron hace un par de días diciendo que, si sabía tu dirección, se lo negué y me lo dio muy amablemente. Decidí venir porque no es malo que venga a visitarte cuando quiera, eso mismo haces tú así que quería ahorrarte el viaje.

- Joder, puta Mary... - se echa las manos a la cara y se tira para atrás

- Tranquilo hombre, no le veo ningún problema – le traté de tranquilizar

- Mar, no te di mi dirección por algún motivo sino te la hubiera dicho ya desde el inicio – me mira fijamente – pero el problema no es ese, el problema es que en esta casa pasa cosas muy malas, sabes que soy un hombre ilegal y aquí se mete gente muy chunga. No quiero meterte en ningún problema así que si me lo permites me gustaría que en algún futuro no vuelvas a esta casa sin avisarme antes, o mejor, no vuelvas nunca.

Me quedo observándolo perpleja por sus palabras, se que no es un hombre limpio y tiene sus cosas malas malísimas, pero no puede ir diciéndome o exigiéndome que no vuelva nunca, aunque sea porque se preocupe por mí.

Me levanto del sitio y me sitúo en frente de él, extiendo mi brazo para darle los guantes que le he comprado, estoy molesta por su comportamiento.

- Que es esto – pregunta

- Esto es el motivo por el que he venido

Lo coge dudando de lo que hay adentro, lo abre con cuidado desenvolviendo el papel de regalo dejando al descubierto el par de guantes con cuadrados de colores. Los mira durante un rato y luego a mí.

CordisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora