Capítulo 4

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Llamada "Perdida".

Mientras se vestía, escuchó el timbre de su móvil y sabía perfectamente que no era el Iphone que usaba cuando hablaba con sus amigas o compañeros de oficina, incluso jefes. No, este era el otro que usaba cuando tenía que hablar con esa persona.

Frunció el cejo al contemplar su bolso, Inuyasha había salido de la cocina con un vaso de agua y vio en ella un rostro desencajado. No era aquella Morena que sonreía en un dos por tres o quien le había dicho la frase más divertida, "tú me coges, yo te cojo". Todo se derribaba a ese aparato que sonaba adentro de su bolso.

¿Era un ex, quien la había puesto así?

― ¿No vas a contestar?

Kagome parpadeó y justo en ese momento el móvil dejó de sonar.

―No – negó – Seguro es un vendedor de servicios.

Sabía que era mentira, ese móvil únicamente sonaba cuando esa persona se comunicaba con ella.

Terminó de abrocharse los zapatos, se puso de pie y avanzando a él le dio un casto, pero ardiente beso en la mejilla.

―Nos vemos luego.

Pasando a un lado de él fue como se dirigió hacia la puesta. Pero él frunció el cejo y la tomó del brazo en un movimiento rápido, para retenerla entre su cuerpo y la pared. Su mano bajó hasta uno de sus muslos, lo levantó para colocarlo en su cadera. Kagome se arqueó levemente cuando su cuerpo se pegó al de ella.

― ¿Y si te quedas?

Kagome sonrió de una manera tierna al escuchar esa pregunta. Pero ambos sabían que ella no podía quedarse.

―Accedimos a tener sexo, no a dormir juntos. Es muy diferente.

Inuyasha arqueó una ceja y movió un poco la cadera para arrebatarle un gemido de sus labios. Kagome tuvo que sostenerse de sus hombros para no perder un poco el equilibrio.

―Además, hoy no puedo– jugueteó con el dobladillo de su camisa – Tengo una cita.

― ¿Una cita? – levantó la ceja cabeza en señal de alerta al escuchar aquella respuesta ― ¿Con un hombre?

Tuvo que morderse el labio para no terminar riendo. Se estaba comportando como si tuvieran una relación cuando en realidad no era el caso. Incluso, solo se vieron dos veces y ya habían tenido más sexo.

― ¿Celoso, señor Taisho?

―No – negó, apartándose de ella – No es el caso. Esto es solo sexo. Como dijiste "Tú me coges, yo te cojo". Pero recuerda la última clausula, no habrá otros.

Kagome recorrió con un dedo su abdomen hasta llegar a la altura de su barbilla y le dio dos golpecitos en su nariz.

―Pierde cuidado. En eso no habrá problema – sonrió – Pero si quieres estar tranquilo. Te diré, tengo una cita con unas amigas para celebrar que un empresario le el diseño que le hice para un rascacielos.

Inuyasha se llevó las manos a los bolsillos mientras la acompañaba hacía la salida del departamento. ella se giró y en un rápido movimiento le dio un beso en la mejilla.

― ¿Cuándo nos volveremos a ver? – preguntó él, mientras la veía entrar al elevador.

―Yo te marcó.

Y guiñándole un ojo, las puertas del elevador se cerraron, perdiéndola de vista.

Kagome se recargó en la fría pared de metal del elevador. Si, iba a ser fácil. Solo sexo, no amor. Aunque con él no iba ser fácil, era un hombre atractivo y cualquier chica podría perder fácilmente la razón por alguien como Inuyasha Taisho. Pero afortunadamente, ella no era cualquier chica. Sabía de antemano lo que el amor le hacía a las personas y eso, se había prometido que nunca le pasaría.

QUIÉN TE DIO PERMISODonde viven las historias. Descúbrelo ahora