Liu Qingge

1K 161 66
                                    

Capítulo III

Liu Qingge

Si Shen Yuan tuviera la tarea de describirle su situación actual a una persona que no tenía ni idea sobre lo exasperante que era terminar una y otra vez en un escenario xianxia que fue escrito sólo para que el personaje principal se luciera y los lectores hambrientos de historias complacientes se maravillaran, usaría la fábula del gatito esquiador idiota y la avalancha. Se acababa de inventar dicha fábula, pero tenía mucho sentido, ¿sí? Muy didáctica y muy funcional.

En su cabeza, un gatito idiota ignoraba todo sentido común y decidía ir a las montañas a esquiar a pesar de que todo el pueblo murmuraba sobre lo gris que parecía el cielo y lo densas que eran las nevadas. "De seguro habrá avalanchas", decían todos. Los animales que eran amigos del gatito idiota intentaban persuadirlo y hacer que se quedara en casa. "¡Todo aquel que se queda atrapado en una avalancha nunca sale con vida, muere de frío!", advertían. Sin embargo, el gatito idiota siguió con su idea de ir a esquiar. Aferrándose a su voluntad, subió a las montañas y se divirtió por un rato. No obstante, su felicidad se esfumó pronto: escuchó los ecos del ruido que hacía el hielo al romperse y vio a lo lejos cómo la nieve se acercaba a gran velocidad hacia su ubicación. Finalmente, el gatito quedó atrapado en la avalancha. Y murió. Fin.

La moraleja de esta fábula sería algo así como: no ignores el sentido común y no desdeñes las advertencias de otros porque muchas veces ellos pueden ver algo que tú no.

En efecto, una fábula muy elegante y artística con un final oscuro, muy al estilo de los Hermanos Grimm.

Bueno, pues Shen Yuan era el gatito idiota y la avalancha era Camino del Orgulloso Demonio Inmortal. Un día, a Shen Yuan se le ocurrió que era buena idea escribir comentarios apasionados y llenos de odio sobre la novela semental del momento. Luego, tuvo la grandiosa idea de obsesionarse tanto que, cuando vio el final, murió por el coraje y una intoxicación alimentaria. Para terminar, fue obligado a completar una trama inexistente siguiendo misiones desagradables. Todos y cada uno de esos momentos fueron el símil de que el cielo estaba muy oscuro y las nevadas eran muy densas. Su matrimonio y vida feliz con Binghe quizá fue el interludio en dónde pensó que no corría ningún riesgo si iba a esquiar. Su renacimiento y segunda transmigración fue el momento en el que vio a lo lejos el horrible y hermoso paisaje que formaba la nieve cuando se volvía una fuerza imparable y destructora.

En conclusión, Shen Yuan parecía destinado a quedar atrapado en esta capa de nieve formada por el alud que todos vieron venir, menos él.

En días anteriores había sido más optimista, sin embargo, en la actualidad, ya no tenía ganas de fingir que podía pasar su vida con cierta discreción luego de que se retirara de su oficio como cortesana. Y todo se lo debía a Liu Qingge. Cuando Shen Yuan vio a su irascible shidi en esta vida, no sabía si estar complacido por verlo todavía entero o fruncir el ceño porque seguía siendo un tonto sin tacto.

—Estoy esperando —dijo Liu Qingge. Azotó su taza contra la mesa.

Shen Yuan salió de su ensimismamiento y lo miró por encima de su abanico. ¡Cliente, deje de ser tan violento! ¡Tenga cuidado, esa taza forma parte de mi juego de té favorito!

—El estimado cultivador puede seguir esperando —dijo Shen Yuan con tono condescendiente.

Liu Qingge hizo un gesto con las cejas, cualquier otra persona podría haber creído que era por la ira, pero Shen Yuan intuyó que Liu Qingge se sintió conmocionado y avergonzado por la respuesta.

—Tú... —dijo Liu Qingge, alargando la palabra con amenaza.

—Este humilde... —respondió Shen Yuan con la misma entonación. Las esquinas de sus ojos se arrugaron. A pesar de que su abanico cubría la mitad de su cara se notaba que se estaba divirtiendo.

Lirios salvajesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora