Capítulo XIII
Luo Binghe y Shen Yuan
Shen Yuan salió de su habitación cuando escuchó los gritos de las cortesanas que estaban destinadas a atender en la planta baja. Enseguida, los ruidos de los cristales rotos y las mesas de madera partiéndose en pedazos resonaron a lo largo del edificio. Cuando Shen Yuan llegó a las escaleras, vio a una docena de demonios de bajo rango actuando de forma salvaje, asustando a la gente, destruyendo el mobiliario sin dudarlo y olfateando el aire, como perros de caza que buscaban a sus presas. En el instante en que Shen Yuan hizo su aparición, los demonios se abalanzaron en su dirección.
Shen Yuan manipuló su escaso qi sin dudarlo. Acumuló la energía espiritual en sus piernas y saltó para poder esquivar a los demonios. En el aire volvió a liberar energía para modificar el trayecto de su caída debido a que necesitaba moverse de las escaleras al piso plano. Los demonios se quedaron desconcertados por unos instantes por el desplazamiento de Shen Yuan, pero enseguida se recuperaron y volvieron a atacar.
Shen Yuan lamentó no tener una espada a la mano. Aunque estos demonios eran débiles, todavía lo superaban en número y eso lo ponía en desventaja. Ni hablar del hecho de que su cuerpo todavía no estaba templado para peleas largas, ni tenía la agilidad que se necesitaba para lidiar contra múltiples oponentes.
Con un suspiro de resignación, Shen Yuan se colocó en posición defensiva y sostuvo su abanico abierto con la mano derecha, enseguida, recubrió los bordes con su energía espiritual para darle filo y se dedicó a esquivar los golpes lanzados por los demonios. Sin siquiera dudarlo cortó las extremidades de sus enemigos cuando tuvo la oportunidad. La sangre se esparció sobre el elegante piso a chorros. Los demonios chillaron por la pérdida de sus brazos, dedos, piernas o manos.
A lo lejos, la gente corría para salvarse. Shen Yuan escuchó a Madame Cheng gritándole que resistiera, que iría a pedir ayuda.
Shen Yuan siguió moviendo su cuerpo incluso cuando sintió que ardía por el esfuerzo. Sus manos formaron elegantes patrones en el aire, sus pies dibujaron diagramas en el suelo y su abanico se balanceo imitando los aleteos de las mariposas y las aves. Sus movimientos de batalla lucían como un elegante baile hecho sin esfuerzo. Si no fuera por el sudor que se escurría por la frente de Shen Yuan, nadie hubiera sido consciente del cansancio que estaba acumulando.
Shen Yuan logró derribar a varios demonios, sin embargo, al menos al menos la mitad del grupo siguió atacando con la misma fiereza que un tigre: con las garras extendidas y los colmillos afilados visibles en una pantalla amenazadora. Dos de ellos tenían armas llenas de púas que goteaban líquidos de dudosa procedencia. Shen Yuan no se iba a detener a comprobar de qué estaba hecho el recubrimiento, suficiente tuvo con su segunda vida cuando fue envenenado por Sin Cura.
Los demonios rodearon a Shen Yuan en algún punto. Todos lo miraron con sonrisas malignas o se rieron cuando lo vieron jadear en busca de aire. Shen Yuan sintió una opresión en el pecho que le impidió respirar de forma adecuada. La única razón por la que se mantenía en pie era debido a la adrenalina. A pesar de su precaria situación, siguió enviando energía a su abanico y circulando su qi a través de sus incipientes meridianos.
Pensó en rutas alternativas de lucha o escape cuando uno de los demonios al fin logró conectar un golpe y lo lanzó a través de la estancia. Shen Yuan no fue derribado, pero sintió que su piel magullada punzaba. Ya ni siquiera quería moverse, sin embargo, sabía que tenía que hacerlo. Un demonio armado aprovechó el titubeó involuntario de Shen Yuan y lanzó su mazo en su dirección. Shen Yuan apenas tuvo tiempo de mover su abanico y detener el arma demoníaca que tenía como objetivo dejarlo inconsciente o matarlo.
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Lirios salvajes
FanfictionEl capricho de un Señor Demonio que un día conoció una vida que nunca tuvo y, sin embargo, soñó, obliga a Shang Qinghua y a Shen Yuan a vivir dos vidas más. Luo Binghe ha destruido y construido el mundo una y otra vez, buscando al maestro que está d...