Yue Qingyuan

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Capítulo V

Yue Qingyuan

A veces Shen Yuan era un poco denso y un mal juez de carácter. Tenía una capacidad impresionante para memorizar cosas y aplicarlas con lógica cuando se enfrentaba a la teoría. El problema era que cuando tenía que enfrentarse a la realidad y a las personas terminaba equivocado cada que hacía una suposición o una predicción. La gente y sus sentimientos eran variables que no podía pronosticar con tanta simpleza. Si agregaba sus prejuicios o puntos de vista sobre la vida a sus análisis, todo se volvía más confuso.

Pensó que Yue Qingyuan era un tipo duro. Lo conoció durante toda una vida y nunca fue nada más que el hermano mayor genial que siempre se mantenía tranquilo y actuaba en el momento crítico, diciendo verdades sin ofender a nadie. Por supuesto, tuvo sus momentos de debilidad, por ejemplo, su pasado compartido con Shen Jiu fue uno de sus puntos frágiles, pero en general nunca falló cuando se le requirió.

Así que el asunto fue que, ahora que Yue Qingyuan decidió visitarlo cada que podía, se dio cuenta de que realmente nunca se tomó el tiempo de conocer a Zhangmen-shixiong. Que en realidad era un tipo no tan duro y que tenía tantos o más problemas que Shen Jiu. Era de esperarse, de cierto modo, que el hombre que creció para ser tan formidable, el líder de la secta más importante dentro del mundo de la cultivación, no fuese simple y describirlo con dos o tres adjetivos era una ofensa. Su complejidad se hacía más obvia si se consideraba que Yue Qingyuan fue alguna vez un esclavo que sobrevivió a las peores condiciones de vida: soportó hambre, amenazas y maltratos físicos y psicológicos.

Shen Yuan se sintió un poco incómodo la primera vez que notó que el Yue Qingyuan de este mundo se comportaba diferente a lo que él recordaba. No se veía tan confiable, sino más bien cansado, hastiado, aburrido. Era tan doloroso de contemplar que, a veces, Shen Yuan ni siquiera se daba cuenta de que pasaban varios minutos en silencio, hundidos en la nada.

Estos momentos hundidos en la nada eran comparables a sumergirse en el vasto océano. Nadaban hacia el fondo, sin mirar atrás, ignorando que la luz desaparecía poco a poco, que la oscuridad se los tragaba y la presión los asfixiaba. El mundo abisal que le presentaba Yue Qingyuan fue aterrador y fascinante de una forma morbosa, ¿quién podía decir con argumentos en mano que este nuevo mundo desconocido no era tan bonito como el mundo conocido?

Yue Qingyuan pareció ver a Shen Yuan como una nueva oportunidad. Todo lo que no pudo ser o hacer frente al hombre que admiraba y amaba de todo corazón, lo hizo y fue frente a Shen Yuan. Shen Qingqiu se rehusaba a ser Shen Jiu y Shen Yuan no era Shen Jiu, pero Yue Qingyuan encontraba consuelo en las similitudes.

Como alguna vez escribió Zhang Ailing en su novela Rosa roja y rosa blanca: "Tal vez todos los hombres han tenido dos mujeres así, al menos dos. Cásate con una rosa roja y eventualmente se volverá una mancha de sangre de mosquito en la pared, mientras que la rosa blanca es 'la luz de luna blanca frente a mi cama'. Cásate con una rosa blanca, y en poco tiempo, se volverá un grano de arroz pegajoso en tu ropa, para ese entonces, la rosa roja es una marca de belleza escarlata sobre tu corazón".

Shen Yuan pensó que, si Shen Jiu era la luz de luna blanca de Yue Qingyuan, la persona que siempre recordaba en su corazón, que siempre había amado, pero nunca podría tocar, entonces estaba intentando que Shen Yuan fuera el lunar de cinabrio en su corazón, la marca de belleza escarlata que quería quemar en su alma, experimentando, cuestionándose a sí mismo, si llenar su corazón con otra persona haría que la presencia de Shen Jiu en su mente no fuese tan dolorosa.

Yue Qingyuan estaba lejos de ser como el protagonista de la novela de Zhang Ailing, sin embargo, se podría decir que ambos tenían una visión extraña de la vida y del amor. Shen Jiu estaba idealizado en el corazón de Yue Qingyuan, como una rosa blanca, pero el problema era que las personas idealizadas nunca cumplían con la imagen que se les asignaba, porque a final de cuentas eran eso, personas. Gente con defectos y virtudes.

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