Soledad en Silencio [Chishiya Shuntaro]

22 - Caen como pequeñas

Después de tirar el obsequió de Niragi, ésta abrazo como agradecimiento a la mujer más alta. Cosa que la tomo por sorpresa pero sonrio y correspondió, era como tener una hermana.

— Ya, ya, de nada... —Dijo mientras se separaban—. No podía dejar que te golpee, no le habías hecho nada.

Bajo la cabeza y luego la desvió disimulando, manteniendo esa mirada serena y tranquila de siempre, con sus labios hizo un pico como si diera un beso al aire. Ese acto hizo que el albino suelte una risita y se acerque a ella con las manos en los pasillos.

— ¿Qué le hiciste Aleen? —Ladeo la cabeza.

Por la mirada de él suspiro resignada y aún mirando a un costado, le enseñó el dedo del medio, dando así por explicado lo que le hizo. Obvio fue en defensa y eso intento aclarar, pero recibió una risa del chico.

— Lo sé, lo sé. Entiendo que ella empezó y tu solo te defendiste, no eres el tipo de persona que busca problemas. ¿Verdad?

Y asintió ya más tranquila. Pero el rubio extendió las manos a los costados y sonrió de lado.

— ¿No hay abrazo para mí? —Preguntó de una manera inocente, causando que la más alta suelte una risita por el comportamiento que este tiene con Aleen.

Parecían dos niños... tan tiernos he inocentes, dos que se protegerían entre sí.
La castaña tardó unos segundos pero termino saltando hacia él, conectando un abrazo lleno de cariño. Ambos disfrutaban del momento a decir verdad. Era nuevo ver a Chishiya de esa manera tan linda con alguien.

No era algo nuevo para ella ver como los militares buscaban en todas partes, revisaban las habitaciones de otros cuando se iban a los juegos y demás. Buscaban algo pero ella no sabía el qué. Así lo ignoro por esta vez, suponía que en algún momento se lo dirían para poder ayudar.

Lo que no sabía era que Niragi y otros más sospechaban de ella, pues al parecer no les da buena pinta.
Eran crueles con esa joven extranjera, la cual tenía un bate y caminaba lo más tranquila. Hasta que vio al azabache buscando a su amiga.
No pudo evitar acercarse para ponerse frente a él y saludar con la mano, captando atención de éste.

— Oh, hola —Devolvió el saludo algo nervioso, pues aún no socializo mucho con ella— ¿has visto a Usagi?

Era tan tierno he inocente, quería abrazarlo de la ternura. Pero se aguantó y negó lentamente, aunque se ofreció a ayudarlo; agarrando una parte de la tela de su remera, brindándole una mirada de amabilidad. Él lo entendió y sonrio aceptando aquella ayuda.

Y así caminaron en un silencio cómodo, Arisu se sentía cálido con la compañía de esa joven. Todo iba bien, incluso lograron encontrar a quien buscaban. Esa chica que con solo verlos sonrío y no dudó en saludar a la castaña con gusto. Ya la consideraban una aliada, eso en cierto modo... parecía doloroso.

Se despidió de ellos y siguió su camino en otra parte, dándoles la espalda. Mostrando una mirada tranquila he inexpresiva.

<Lo siento>

Mientras caminaba en los pasillos, volvió a encontrarse con esa chica, para el colmo intentaba entrar a su habitación y revisar.
Apreto los puños, no dudo en correr a ella y empujarla sin medir la fuerza.
Ese acto desconcertó y asustó a la azabache, pero cuando vio el causante, frunció su ceño.

— ¿¡Qué demonios haces perra!? —Exclamó tomándola del cabello.

Ella sólo la desafiaba con la mirada, como si le reclamara el porqué intentaba forzar la puerta y entrar sin su permiso. No era agradable ese tipo de acciones y lo saben bien.
Luego le dio un manotazo a su agarre para que la suelte más enojada.

— ¿Qué escondes maldita? —Ladeo su cabeza con una ceja arqueada— estoy segura de que ocultas algo... tal vez fuiste tú quien lo robó. No nos entiendes pero eres escurridiza.

No entendía nada, así que la pasó de lado y entro a su habitación cerrandole la puerta en su cara en un intento de entrar. Podía escuchar sus insultos y golpes en la puerta, pero tapó sus oídos y se dejó caer en la cama.
Esa mujer era una molestia y un gran problema.

¿Qué es lo que buscan?

Alguien robó algo de los militares y por ello lo buscaban en sigilo, tal vez para no alarmar a los demás participantes. Pero aún así... no tenia curiosidad por saber el qué.