Las cosas mal hechas

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Un simple guiño fue necesario, nada más. Fue Madara quién cerró la puerta del baño con pestillo. Aun así, encerrados, podía escucharse el bochinche fuera.

No le dejó posibilidad siquiera de reaccionar, empujándolo contra la puerta para comerle la boca mientras se aferraba a su camiseta. Tobirama respondió a aquello y lo tomó con fuerza por las caderas y deslizarle una mano al trasero. Tenía un fetiche con ello, siempre buscaba terminar con sus manos en aquel sitio tan agradable a la vista y al tacto. Le apretó con fuerza y él soltó un suspiro contra su boca. La suave tela de los pantalones fue deslizada hacía abajo ¿en que momento lo abrió? con premura, pasando a enterarle los dedos en la piel.

Madara bajó una de sus manos trazando el abdomen del muchacho por sobre la ropa hasta detenerse en su pantalón, colándose entre ambos cuerpos para frotarla con nada de inocencia. No necesitó mucho esfuerzo en sentir que sus caricias surtían efecto.

Ahora fue él quien retiró una de sus manos para deslizarla bajo la blusa del doncel, colándose hasta su pezón y reclamando ese espacio como propio. El tacto ansioso logró que Madara se apartara ligeramente de su boca y pasara a besar el cuello justo bajo el lóbulo de la oreja, que sabía era uno de los puntos débiles de Tobirama. Lo escuchó soltar un suave suspiro. A tientas buscó el broche del cinturón y jaló para destrabarlo. Hizo lo mismo con el único botón y bajó el zipper.

Cuando aferró sus manos a los costados del pantalón para jalarlo abajo sintió un agarre firme en sus muñecas. Miró a su compañero interrogante.

-No traigo condones- dijo con frustración.

Madara enarcó una ceja.

-¿Te los pedí?- respondió severo y Tobirama negó suave. Madara se arrodilló frente a él- Entonces, callate-

Tenia que admitir que verlo de esa manera lo encendió, mientras madara se concentraba en no dejar espacio que sus labios y lengua recorrieran. No era la primera vez, pero reconocía que había logrado un nivel de comprensión de que era lo que debía hacer que volvía loco. Ya verlo con su sexo dentro de su boca y mirarlo a los ojos era cercano a la gloria. Intercalada suaves caricias con fuertes fricciones y casi podría jurar que se reía por el efecto que tenía en él. Tuvo que cerrar los ojos más por reflejo ante las sensaciones que despertaba en él, por mucho que lo excitarla verlo.

De pronto Madara retiró su preciosa boca, pero no su mano y se puso de pie.

-¿Te gusta?- le preguntó Madara con una sonrisa pícara y un brillo ansioso en sus ojos.

-M..mucho...- su voz sonó menos grave de lo que hubiese querido.

Entonces Madara se alejó un par de pasos y dio un saltito para sentarse justo en el sitio junto al lavabo y abrió ligeramente sus piernas.

-Ven.....-murmuró extendiedo su mano.

Tobirama agradeció que no le hubiese bajado completamente los pantalones y se volviera en una situación graciosa y poco sensual.

Se situó entre las piernas para pasar a tocarla la próstata aun escondida por la tela de su ropa interior. Pero podía sentirlo, cálido, húmedo e irresistiblemente suave. Lo desprendió de su bóxer, el cual fue a dar al suelo. La recogió y le dejó a un lado.

-Hagamos esto lo más higiénico posible- bromeó para luego deslizar sus manos por los muslos del doncel.

Por inercia, Madara abrió más sus piernas dejándole el camino libre para que se acomodara entre ellas. Él lo rodeó con sus brazos reclamando su boca.

-Los condones...- insistió con la última cuota de cordura.

Una de las manos de Madara paso a tomarlo de su corto cabello con fuerza.

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⏰ Última actualización: Nov 24, 2021 ⏰

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