A los Pies de Mi Primita

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Esta anécdota se me hizo algo complicada de recordar, pero después de un largo tiempo de meditación, mi mente se aclaró y ahora lo recuerdo todo como si hubiese pasado ayer.

Eran las 7 de la noche, mis padres me habían dejado con mi primita y mi tía para que me cuide, mientras ellos con mi tío, mi primo y mi hermana salian a ver un concierto hasta muy noche que, en aquel tiempo, no me interesaba tanto sinceramente, y ahí estábamos los 3: mi tía, mi primita y yo en la sala, viendo el televisor. Mi primita era bastante inquieta y berrinchuda en ese entonces, apenas tenía 6 años, mientras que yo tenía 13, me sentía como el hermano protector que ahora tenía la gran responsabilidad de cuidar de mi primita, jugabamos a las carreras por los pasillos de su departamento, convertimos el sillón en un barco pirata, eran fantasías y diversión que todo niño interior poseía en su imaginación.

Sin darnos cuenta habían pasado un par de horas, mi tía se colocó la pijama, mi prima hizo lo mismo, para ese entonces ya me sentia algo aburrido, por lo que le pregunté a mi tía si podía encender la consola de videojuegos que tenía mi primo en su habitación de descanso, ella me respondió con un "si", pero decidió añadirle una pequeña condición.

"Tienes que dejar que tu prima juegue contigo, sino no te dejaré usar la consola" me contestó mientras cruzaba sutilmente sus brazos

Yo a comienzo dudé un poco de las condiciones, pero finalmente accedí, pues la verdad estaba realmente aburrido y un poco cansado de correr por todo el departamento. Fuí hacia el salón de descanso, donde mi primo tenía una gran sección de videojuegos de consola, tanto retros como actuales (para ese entonces), sin embargo tuve que dejarle elegir a mi primita el videojuego, para así entretenernos juntos hasta que por lo menos ella cayese dormida en el cansancio, y yo pudiese jugar otro juego más interesante. El juego que eligió fue Minecraft, y para mi sorpresa era mi juego favorito en todo el mundo, asi que nos preparamos en el sillón que se encontraba frente al televisor del cuarto, encendí la consola e inserté el disco para comenzar a jugar.

Pasamos un largo rato, hasta que el reloj marcó las 10 de la noche, en ese momento mi tía entraba al cuarto para llevarse a mi primita a dormir.

"Gabriela, ven, ya es hora de dormir" ordenaba mi tía mientras agitaba su mano.

Mi primita comenzó a rogar y a berrinchear para poder jugar por unos minutos más antes de irse a la cama, mi tía continuaba insistiendo, hasta que en un movimiento pude notar los sucios calcetines que Gabriela traía puestos, los recuerdo muy bien, eran color celeste con los extremos color azul, además de tener dibujos de estrellas por los bordes, y se podía distinguir la marca de polvo de la huella que dejaba su pie al momento de tocar el suelo con ellos,. En ese momento, una fuerte necesidad por tocarlos y sentirlos inundó nuevamente mi mente al igual que pasó con Alicia, asi que, tuve una improvisada idea para tan solo tenerlos por unos cuantos minutos.

"Oye tía, no te preocupes, déjala aqui por un rato más, luego la llevo a su cama" respondí algo inquieto y nervioso

Por suerte, la respuesta de mi tía fue positiva, ella cerró la puerta del cuarto, y apenas lo hizo, comenzé a ejecutar mi plan. Acomodé a mi prima de forma que sus piernas quedasen de costado, mientras que ella continuaba concentrada en el videojuego

"Oye primo, que haces?" Preguntó Gabriela con algo de inocencia

"No te preocupes, solo sigue con el juego" le respondí casi inmediatamente con mucho nerviosismo

Sus pies se sentían algo frios, y eso que aún no le había quitado los calcetines, comencé a masajear sus pies con mucha pasión y cuidado, se sentía tan bien, mi prima nunca mostró intenciones negativas durante el momento, y eso me alivió, pues pensé que reaccionaría de manera brusca o preocupante al estar tocando sus pies, de hecho le gustó, y se relajó durante el masaje. Los minutos pasaron y ya no podía resistirme más, decidí presionar sus pies sobre mi cara, aspiré profundamente, sorprendentemente su olor era totalmente diferente a los de Alicia, eran muy limpios y con un olor dulce e infantil, continué aspirando hasta que decidí quitarle los calcetines, sus pies descalzos se veian tan pequeños y tiernos, nuevamente los presioné sobre mi cara, dándoles pequeños besos que provocaron que mi prima riese por el cosquilleo que sentía, jugaba con sus dedos, los abría y los cerraba, era una sensación nueva para mí.

Así estuvimos durante unos cuantos minutos más, hasta que el reloj marcó las 10:25 pm, mi prima ya se notaba cansada, un ligero bostezo salió de su boca, segundos después ella me dijo.

"Primo, ya tengo sueño" dijo ella muy cansada

Entonces, la ayudé a levantarse, se colocó sus pantuflas de peluche y la tomé de la mano mientras caminaba arrastrando sus pies por el suelo. Una vez que llegamos a su habitación, ella se lanzó hacia la cama y se acomodó para dormir, sin embargo, aún continuaba descalza y yo tenía sus calcetines en mano, a lo que ella me comentó.

"Oye, me vas a dar mis calcetines?" Preguntó casi durmiendose

"Bueno, luego te los daré, no te preocupes" le respondí

Ella cayó dormida luego de unos minutos, apagué la luz de su habitación, mientras que su lámpara de noche dejaba una luz tenue en el ambiente, y cerré la puerta. Ahora contemplaba sus calcetines y los tenía solo para mí, decidí encerrarme nuevamente el el cuarto de descanso mientras mi tía todavía continuaba despierta en la sala, tomé los cancetines y comenzé a olerlos profundamente, aún conservaba su olor tan particular, al igual que la huella del pie de Gabriela, mientras más olia, mi mente más se inundaba de pensamientos sobre sus pies, en eso, una idea se asomó para poder oler nuevamente los pies de mi prima.

Entré a su habitación, y como sospechaba, ya se encontraba profundamente dormida, me acerqué sigilosamente hacia sus pies bajo las sábanas y comencé a destender muy delicadamente, me abría paso cada vez más y más, hasta que sus pequeños y tiernos pies asomaban cómodamente. Comencé a olerlos sin parar, al mismo tiempo que mis dedos masajeaban sutilmente sus plantas, por pequeños momentos sus dedos se movían lentamente, nuevamente no volví a resistir la tentación, y los besé sin parar. Por último, y como le había prometido a Gabriela, le coloqué los calcetines con cuidado, y volví a cubrir sus pequeños pies con las sábanas, para finalmente regresar al salón de descanso, y jugar un rato más hasta que mis padres volviesen por mi.

Ya eran casi las 12 de la medianoche, mi tía me había preparado un vaso de jugo con una porción de gelatina, ella me avisó que ya se iba a dormir, por lo que si mis padres y mi tio tocaban la puerta, yo sería el encargado de recibirlos, en ese momento recordé los calcetines y los pies de mi primita, denuevo esa sensación que inundaba mi mente invadía mi espacio de tranquilidad, pero debía hacer algo. Comencé a pasearme por los pasillos del departamento, y en un momento me dirigí cerca de la lavadora en un espacio abierto a un tendedero para colgar la ropa, y entonces, encontré un cesto de ropa sucia, donde curiosamente asomaban un par de calcetines color rosado y con dibujos de princesas, eran lo suficientemente pequeños como para darme cuenta de que eran de mi primita, con algo de sigilo los tomé y me los llevé a la mesa, donde continuaba comiendo, los miraba y los examinaba, podia notar que a mi primita le gustaba mucho andar sin zapatos por toda la casa, pues al igual que con sus calcetines celestes, estos tenían marcas de huellas que dejaba mientras caminaba con ellos, inmediatamente aspiré, su olor era algo diferente, pero no olian tan mal, seguía siendo un olor muy infantil y peculiar.

Aparté sus calcetines de mí por un momento para poder terminar mi comida, con el pasar de los minutos ya me sentía algo cansado, y pues no iba a resistir así por mucho tiempo, asi que tomé los calcetines y los devolví al cesto de ropa sucia, para finalmente terminar completamente cansado en el sillón de la sala. Unos cuantos minutos después, sonó el timbre del departamento, y con lo poco despierto que aún continuaba, me arrastré hasta abrirles la puerta a mis padres y a mi tio.

Algo que también recuerdo sobre mi primita es que cada vez que nos encontrábamos a solas, ella me dejaba adorar sus pies sin ningún tipo de resistencia, cada vez siempre era con un par diferente de calcetines, y eso me encantaba, aveces jugábamos mientras que ella me dejaba sus pies para poder masajearlos y olerlos, hasta habían veces en las que ella veía un programa para chicas en su cuarto, mientras sus pies descalzos descansaban en mi nariz, de esa manera podía besarlos sin problemas. Nunca fuimos descubiertos, sin embargo el tiempo pasó, y ella poco a poco dejó de interesarle este tema, hasta que por ahora, ya no lo hemos vuelto a hacer.

Siento que esta anécdota me ayudó un poco a darme que pensar sobre el bien sano entre las personas, pues siento que este tipo de "placer" debe ser bueno para ambos, si a uno no le gusta entonces no debería ser apropiado acceder a este tipo de actividades o incluso tratar de forzarlo para conseguir lo que uno quiere, y eso no es correcto.

*Recuerden que pronto seguiré publicando más anécdotas sobre mi vida fetichista de pies, y por cierto, el próximo capítulo se centrará en la versión original de "Los pies de Mónica" que como mencioné, fue basada en un hecho de la vida real, ahí nos vemos!*

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