Lluvia

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Decir que los Omegas sabían cuando estaban esperando un cachorro no era mentira, tenían esa intuición como parte de su naturaleza que luego era revelada por el cambio de aroma que solamente sus Alfas podían detectar. Para los demás, solo existía como un aura mágica que los hacía agradables, una sensación de que había que atenderlos, protegerlos. Solo su Alfa y solo su Alfa entendía las razones, haciendo que su Vínculo fuese todavía más estrecho. Por eso las peleas en un harén por embarazarse eran cosa de guerras internas de las que pocos se enteraban. Estar más cerca de su pareja con un cachorro era la máxima meta en un harén, sobre todo si era numeroso.

Bucky lo presintió luego de que T'Challa pasara todo su Celo exclusivamente con él. Había sido una pelea espantosa con su madre, Ramonda, porque todos los anteriores Panteras Negras siempre habían pasado sus Celos en su harén, dando turno a sus parejas para que hubiera la misma posibilidad de que alguno le diera un cachorro. Que Bucky fuera el único fue un agravio que la madre del Gran Khatun no iba a perdonarle nunca, pero es que T'Challa se negó rotundamente y antes de que más leales guerreros y consejeros terminaran con huesos rotos, aceptó quedarse a solas con su Alfa durante esos días que duraba aquella temporada tan fogosa como exhaustiva.

Todas esas veces siendo anudado con tal vigor iban a dejar consecuencias, sobre todo porque luego de que pasara el Celo, su Alfa siguió buscándole apenas tuvo esos días de reposo entre baños y masajes para recuperarse. Bucky no estuvo seguro si era porque era natural que un Alfa como T'Challa tuviera esos días con su aroma aun con cierta reminiscencia del Celo o ellos dos estaban siendo más unidos que parecía que Pantera Negra no podía pasar mucho tiempo sin querer estar con él, rechazando buscar a alguien de su harén pese a las demandas de este o de su madre. Luego de que hubiera quedado preñado con T'Chamna, el Gran Khatun pareció tener ojos solamente para Bucky, lo que trajo ciertos conflictos entre Ramonda y el harén real.

Y ahora lo sentía, cada día con mayor seguridad. Esa semilla había florecido en su vientre. Todavía no quería llamar a los sacerdotes para que le examinaran, habían pasado muchas cosas desde entonces, como el banquete en Mirabile, su encuentro con sus dos amigos o el regreso con un par de hijos que estaban más que emocionados de haber encontrado amistad inusitada en tierras lejanas y haber comido los más ricos conejos de su vida, cortesía de Faras Garra de Oso. Bucky no estaba errado en sus presentimientos, porque todavía le faltaban más cosas por experimentar. Solo era sentir esos ligeros cambios en su cuerpo, anunciando la llegada de otro cachorro con sangre noble. A juzgar por cómo se sentía, sospechó que volvería a ser otro pequeño e inquieto Alfa.

—¿Mi señor? ¿Se siente bien? —preguntó Nansari al ver que casi no tocaba su desayuno.

—Sí... solo es el calor.

—Que precede a las lluvias, es un calor casi insoportable, que no debería ahuyentar su apetito.

—Hoy T'Chamna va de cacería. Le ha prometido a Faras mejorar su puntería.

—Si eso es lo que le preocupa a mi señor, no debería. Lo peor que puede pasarle al Heredero es rasparse las manos.

Bucky rio un poco. —Esperemos que eso no suceda.

T'Chamna estaba más que listo, brincoteando de un lado a otro con Thai apenas consiguiendo calmarlo antes de que salieran hacia el sur, dentro de los terrenos del palacio donde la selva era más densa. Una caminata un poco larga pero fresca por la sombra de los árboles y la vegetación. Bucky se tomó su tiempo, porque no quería agotarse, pronto sus energías ya no serían las mismas. Las Dora Milaje que los escoltaban hallaron la zona de cacería lista para el Heredero, con un par de panteras vigilando sobre unas rocas mientras su cachorro preparaba su arco para cazar los escurridizos tapires. Thai estaba cerca, instruyéndole como buen hermano mayor.

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