Traición

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—Thony, ¿hay algo que desees contarme?

Este se volvió a su madre, ambos en la cocina preparando la cena que Faras había traído. Thony sonrió y tragó saliva, aplicando un poco más de fuerza en la masa entre sus nerviosos dedos.

—¿De qué hablas, madre?

—Soy vieja, no tonta, hijo mío.

—Nunca dije que lo fueras. Para mí eres la mejor madre del mundo.

—Hijo, no me harás olvidar la pregunta.

—Es que no hay respuesta —se sinceró Thony, masajeando esa bola de masa— ¿Qué podría contarte?

—Puedes comenzar por decirme qué tanto haces en el bosque, a solas.

Thony jaló aire, perdiéndose unos momentos en unas muy agradables memorias. Luego de que volvieran del banquete, cargados con todas las joyas que Bucky sí terminó regalándole, algo de comida y su cachorro emocionado hasta el tuétano porque había compartido la mesa con el Gran Khatun, el Omega había estado un poco solitario, meditando sobre lo que estaba por suceder. S'teven de los Rogrs iba a cortejarlo. Y él quería que lo hiciera. Cosa curiosa que lo que siempre fuera su escudo para evadir ese asunto ahora de pronto se convirtiera en su mayor obstáculo. No había encontrado la manera de decirle a Faras que las cosas estaban por cambiar, al menos en cuanto a su ritmo de vida.

Al no hallar oportunidad de sincerarse, lo que Thony hizo fue algo que se dio más bien por casualidad y no por un plan premeditado de su parte. Estaba lavando unas herramientas en uno de los ríos que bordeaban el bosque junto al castillo cuando aquel Alfa líder de Mirabile hizo su primera aparición, montando en su semental, solo, con esa sonrisa que hacía flaquear las piernas del castaño. Fue una reunión muy breve, apenas si saludándose y preguntando lo que había sido del día para uno y para el otro entre risas torpes, miradas interesadas en las bellotas caídas o sus pies en el pasto húmedo. S'teven prometió regresar y ahí fue que Thony le pidió que se vieran así, en el bosque a escondidas porque Faras todavía no estaba al tanto, no quería perturbar reciente su alegría con algo que no le iba a caer tan bien.

S'teven aceptó sin rechistar, porque era parte del juego, esos desafíos que el Omega iba a ponerle para medir su interés y sinceridad como Alfa. Volvieron a verse dos días después, luego a la semana, una en la cual Thony estuvo de malas. Después cada tercer día más o menos de forma constante. Y en cada encuentro había más de esa chispa que erizaba la piel, quitaba el aliento o traía ese fuego que Thony buscaba apagar distrayéndose o el guerrero iba a olfatear algo que rompería su fachada. Por eso evitaba a toda costa que el rubio le tocara, o que estuviera tan cerca que su aliento rozaba la piel de su cuello, haciendo que su naturaleza Omega volara en ideas poco decentes.

Estaba enamorándose de S'teven de los Rogrs más rápido de lo que hubiera imaginado.

No estaba solo en el sentimiento, notaba en los gestos, en el aroma y palabras del Alfa ese deseo más propio de parejas que un campeón queriendo reclamar un trofeo. Las sonrisas, las miradas, esa voz ronca susurrando palabras cuyo efecto se notaba en las mejillas sonrojadas de Thony provenían de un corazón sincero buscando probar su veracidad. Comieron juntos unas manzanas, el Omega haciendo bromas un poco pasadas de humor, jugaron a persecuciones tontas en las que el Gran Khatun terminó embarrado de lodo al caer por entre matorrales que ocultaban zanjas. Thony tuvo que apretar dientes y piernas cuando el guerrero cantó para él o cuando le trajo como prenda de cortejo un enorme venado que había cazado, presentando los cuernos ya cortados para que los usara en lo que deseara.

Thony estuvo seguro de que sus padres no se tragaron el cuento de que había creado una mejor arma y por eso había cazado ese venado. Faras si le creyó porque su hijo lo consideraba como el Omega más brillante que jamás hubiera existido. En la última cita, que tenía dos días de haber ocurrido, fue que S'teven tomó su mano, besó su dorso y luego unió sus labios con los de Thony. Un beso que lo dejó sin aliento, sonriendo como un bobo cuando regresó a casa y suspirando luego por todo el castillo, motivo por el cual su madre ahora estaba interrogándolo mientras le ayudaba a preparar tartas de carne.

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