SEGUNDA PARTE

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MEDIO VERANO DESPUÉS.

No entiendo, no lo entiendo. ¿Qué estoy haciendo mal? ¿Por qué no me has reconocido? Pensé mientras arrojaba un par de uvas a la hoguera.

Después de eso caminé hacia la mesa de Poseidón. Él no me había reconocido oficialmente, pero dado a mis evidentes habilidades con elmar,r Quirón y Percy habían decidido que lo mejor era que yo me quedará en la cabaña 3, sobre todo porque la cabaña 11 estaba un poco saturada.

—Te ves algo desanimada —murmuró Percy en cuanto me senté frente a él.

—Sí, y te siento depresiva —coincidió Grover, quien también se encontraba en la mesa.

Grover es un sátiro y señor de lo salvaje. Además, es el mejor amigo de Percy y el padre de mi amigo Brandon.

—No es nada — murmuré con desgano. Ya no quería hablar del porqué mi padre se negaba a reconocerme.

Después de eso comenzamos a comer, Percy bebía de su coca cola azul y ya no era algo raro para mí, sabía que él y la comida azul tenían su propia historia de amor.

—Hablaré con mi padre —Percy me sobresaltó—. Él hizo un juramento, tiene que cumplirlo.

—Pero le gusta romper sus juramentos —dije recordando el hecho de que hace un buen número de décadas los tres grandes juraron no tener más hijos semidioses debido a una profecía que dictaba que uno de sus hijos al cumplir los 20 años tomaría una decisión que pondría en peligro el Olimpo. Debido a ello prometieron no tener más semidioses de los tres grandes, pero eventualmente rompieron sus promesas y bueno Percy resultó ser ese hijo que lo cambiaría todo.

Percy frunció el ceño, sabía que mis palabras tenían sentido, pero parecía querer creer en las promesas de Poseidón.

—Quizás ni siquiera soy su hija —dije para hacerlo sentir mejor—. ¿No hay otros dioses del mar?

—Anfitrite y Tritón —respondió Brandon.

—Pero ninguno se mezcla con mortales, les desagradan demasiado —Percy resaltó.

—Bueno, entonces tu padre sí es muy olvidadizo.

MÁS TARDE EN LA FOGATA.

Los chicos de Apolo cantaban mientras las llamas de la fogata ardían llenas de vida. Más allá, ligeramente apartados del bullicio Percy yo nos encontrábamos sentados. 

—Háblame de tu mamá —le dijo. Continuando con la conversación.

—Mi madre —Percy sonrió—, mi madre es la mejor mamá del mundo.

—Mi mamá es la mejor madre del mundo —dijo Charlotte.

—Tu mamá te hace galletas azules, obvio que no... Pero no tiene caso discutir, por eso —dijo sacando a relucir su madurez. Él giró hacia ella—. Pero ¿por qué la pregunta sobre mi madre?

—Solo quería saber si ella es tan buena como mamá —se encogió de hombros—, quería encontrar un patrón, después de todo Poseidón se interesó en ambas.

—Tienes razón —murmuró él mientras su mirada se perdía en las llamas de la fogata. Charlotte guardó silencio por unos minutos, mientras también disfrutaba de la tranquilidad del momento.

—Cuéntame de ti, ¿cómo es vivir como mortal cuando has sido un héroe?

Percy sonrió, parecía que mi pregunta le divertía.

—No soy un héroe, solo soy un semidiós más.

Es en serio, salvo el Olimpo dos veces y dice que no es un héroe. Me pregunto si se puede ser más modesto que eso.

—Bueno señor, no héroe, ¿Cómo es su vida en el mundo mortal?

—Mi vida en el mundo mortal —él pareció meditar—. Normal supongo, trabajo y vengo aquí en verano... Esa es básicamente mi vida.

—¿Y no tienes esposa, novia, hijos? —le pregunté.

Me daba curiosidad por literalmente todas las chicas mayores que había conocido aquí habían suspirado por él, sobre todo las hijas de Afrodita. Toda la cabaña 10 estaba enamorada del héroe del olimpo.

—No, no tengo esposa, ni novia, ni tampoco hijos.

—Qué no te escuchen las hijas de Afrodita o las Náyades.

—No, gracias. No quiero ser acosado.

—Y —murmuré mientras pensaba en lo que era ser un adulto y en Fabián—. ¿Te has enamorado?

De pronto me apetecía el consejo de un hermano. Percy permaneció pensativo y cuando realmente pensé que no respondería él me miró.

—Sí, una vez y fue hace mucho tiempo.

Por la forma en la que pronunciaba las palabras me hacía pensar que era un recuerdo nostálgico, quizá aún estaba enamorado.

—¿Y qué pasó? ¿Te frienzonearon?

—No —negó con una extraña diversión—, nosotros tomamos rumbos distintos y no la he vuelto a ver desde entonces.

—¿Todavía la quieres? —preguntó por la obviedad de su expresión al hablar.

—Sí —respondió con la mirada sobre las llamas.

—¿Y entonces? ¿Qué haces aquí? Si yo fuera tú la buscaría... Nunca dejaría que el tiempo me robe al amor de mi vida.

—Yo nunca dije que ella fuera el amor de mi vida.

—No es necesario que lo digas, tu expresión y tus ojos lo dicen todo —Se puso de pie—. Búscala, y veamos que tan genial es ella.


Hija del Mar (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora