OCTAVA PARTE

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—Pero —pronuncié sin querer irme.

De pronto el miedo me invadió. Yo había reaccionado muy mal al saber la verdad y ni siquiera había nacido cuando la guerra sucedió, y tampoco había sido a mí a quien mamá engañó. Tengo miedo de cómo va a reaccionar Percy cuando lo sepa.

—Charlotte —Percy me llamó haciendo un sutil gesto. Quería que me fuera para qué los dejará hablar.

Miré a mamá, ella trataba de disimular el dolor y la culpa en sus ojos. En ese momento me arrepentí por cómo la traté. Percy tenía razón, yo no podía juzgarla cuando no ha hecho más que amarme y protegerme toda mi vida.

Sí, ella hizo cosas muy malas, pero es muy claro al ver sus ojos cuan arrepentida está por ello.

No puede ser. ¿Qué hice? Soy la peor hija del mundo. Sin darme cuenta acabo de arrojar a mi madre a la hoguera.

—Mamá, no...

—Danos un momento, por favor —ella respondió. Estaba completamente decidida a hablar, y conociéndola no hay nada que la haga cambiar de opinión.

—Está bien —murmuré. Baje la mirada con vergüenza mientras caminaba hacia el pasillo que conducía a las habitaciones.

Mientras me alejaba la culpa me invadió y sobre todo el miedo. Entonces desobedecí a mis padres y en lugar de irme a la habitación de huéspedes, me quedé oculta entre las sombras del pasillo.

Desde ahí podía verlos y escucharlos, aunque ellos no podían verme a mí. Entonces esperé en silencio a que la bomba estallará.

—¿Es verdad que sabías que te estaba buscando? —Percy preguntó iniciando la conversación.

Mamá asintió.

—¿Por qué te ocultaste? —él se pasó las manos por el cabello—. Entiendo que pensaste que soy un cretino que solo se divirtió contigo, pero te aseguro que no fue así... Yo tuve que irme, pero en cuanto pude te busqué. Si me hubieras dejado encontrarte, te habría apoyado en todo, pudimos haber cuidado de Charlotte juntos.

Mamá sé quedó en silencio sin siquiera mirarlo.

—Tanto me odias como para no soportar verme.

—No te odió, no tengo ni un solo motivo para odiarte.

—Entonces —papá se acercó a ella. La tomó con suavidad del mentón para que ella lo mirará—, ¿Por qué no me miras?

—Porque no tengo el valor de hacerlo después de todo lo que hice.

Él frunció el ceño pareciendo confundido con las palabras de mamá. Ella se aclaró la garganta pareciendo lista para hablar.

—Tengo que confesarte algo —dijo y papá la miró expectante—. Yo... soy como tú.

—¿Cómo yo? —preguntó sin entender.

—Sí, una semidiosa.

—¿Qué?, ¿Cómo qué eres una semidiosa? —Percy se veía tan confundido—. No entiendo, entonces ¿Cuándo nos conocimos sabías que lo eras?

—Sí.

—¿Y por qué no me lo dijiste?

—Tú tampoco me dijiste que eras un semidiós —mamá se defendió, aunque evidentemente el silencio de papá no había sido la verdadera razón para ocultárselo.

—Tienes un punto, pero —él la observó pensativo—. Nunca supe de ti en el campamento, ¿Cómo te enteraste de que lo eras?

Mamá tomó una bocanada de aire, preparándose para contar la historia.

—Cuando nací mi madre me abandonó en la puerta de mi padre, así que en realidad no sé quién es. Durante mi infancia me sucedieron cosas muy extrañas y entre más crecía era consciente de que algo no estaba bien. Cuando fui mayor los monstruos comenzaron a atacarme cada vez más seguido —ella bajó la mirada como si estuviera recordando esa época—. Comencé a llegar a casa con rasguños y cortes y mi padre no creía lo que le contaba, él pensaba que yo estaba haciendo cosas malas. Discutimos mucho por eso hasta que cuando tenía dieciséis me escapé de mi casa.

Percy la escuchó en silencio.

Mamá tomó una gran bocanada de aire como si le doliera lo que iba a decir.

—Estando en las calles, los monstruos me atacaban día y noche. Fue demasiado difícil, porque no sabía qué estaba pasando... incluso llegué a pensar que quizá me estaba volviendo loca... Una noche —dijo y su voz se cortó por un segundo—, un par de dracaenas me atacaron, para ser sincera ni siquiera sé cómo logré matarlas, aun así, me hirieron mientras peleábamos... Cuando terminé con ellas intenté alejarme de ahí, pero estaba tan lastimada que apenas y podía mantenerme en pie.

Mis ojos picaron mientras escuchaba a mamá. Ella debió sufrir mucho.

—Cuando ya no pude más me derrumbé en la entrada de un callejo. Estaba muy agotada y mis heridas estaban sangrando mucho —una risa amarga escapó de sus labios—, te juro que pensé que moriría en ese lugar. Después de eso no sé cuánto tiempo estuve ahí, pero después de un rato escuché voces y pasos en mi dirección, quise irme, pero ni siquiera tenía fuerzas para moverme.

De pronto la voz de mamá se cortó y tuve que aguantar con todas mis fuerzas el impulso de ir a abrazarla. Por otra parte, los ojos de papá se obscurecieron mientras la escuchaba.

—Entonces un par de tipos que estaban en mal estado llegaron hasta donde me encontraba.

Mamá dejó de hablar y de pronto se hizo un silencio mortal. Ella no me contó esa parte de su historia, ¿Por qué?

Me sentí desconcertada con su silencio, por otro lado, aunque papá parecía tranquilo, yo sabía que no lo estaba. Sentí como el agua corría con demasiada fuerza por las tuberías y no era yo quien estaba provocando eso.

—Te hicieron daño —la voz de papá fue demasiado fría cuando hablo.

¿Cómo qué daño? ¿Qué le hicieron a mi mamá? La miré y a pesar de la distancia podía ver sus ojos cristalizados mientras contenía las ganas de llorar.

—Lo intentaron —mamá, hablo—, y si no hubiera sido por Luke que apareció y me salvó de ellos me habrían violado.

¿Qué?

—Estás hablando de Luke Castellan —papá concluyó y mamá asintió.

—Sí, fue él quien me salvó y me cuidó hasta sanar.

Papá desvió la mirada de mamá, se pasó las manos por el cabello y nuevamente volvió a mirarla.

—Te uniste al ejército de Cronos —murmuró.

—Sí, cuando estuve mejor, Luke me llevó hasta un ataúd dorado y me pidió que le jurara lealtad.

—No me sorprende para nada que lo hayas hecho—papá murmuró con una sonrisa irónica—. Esa era la estrategia favorita de Luke, buscaba semidioses que se encontraban solos y vulnerables, y los manipulaba con falsas promesas de protección para que se unieran a él.

Mamá se quedó en silencio. Entonces... si papá tiene razón, mamá no es tan culpable como yo creía.

—Apuesto a que te sentiste responsable por seguirlo después de haberte salvado.

—No voy a negar que así fue. Él me salvo, me prometió que no volvería a estar sola, que ellos serían mi familia. Y yo estaba tan cansada de correr, no quería volver a pasar por la misma situación que había vivido, así que lo seguí y a partir de ese momento hice todo lo que me pidió.

Por un segundo el silencio se hizo mortal papá miraba a mamá con intensidad y no supe identificar su expresión.

—Y dime Annabeth —él dio un paso hacia ella—, que fue lo que Luke te pidió hacer.

—Y-yo...

—O, mejor dicho —la interrumpió—, dime con que objetivo fuiste a Rockaway hace trece años.

Hija del Mar (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora