El receso, aquel preciado tiempo para todo estudiante; ese que los jóvenes utilizaban para copiarse las tareas a expensas de los profesores, para tomar un descanso, ligarse a las chicas de otro curso, o simplemente para alimentarse en el transcurso de la jornada escolar. Cada uno sabía a qué dedicaba ese lapso.
La cafetería de la escuela era un lugar bullicioso y engentado, una mezcla de aromas entre comida recién hecha, y miles de adolescentes floreciendo de una manera olorosa; las chicas rociando su perfume de empalagosa vainilla para suprimir el hedor a sudor, y los varones compitiendo por a quien le apestaba más la axila. Todo normal en un lunes por la mañana.
Un rubio estaba sentado encima de la mesa en la que almorzaba con su bolita de amigos, charlando y bromeando. Le daba vueltas con su tenedor a las sobras de su plato, el día de hoy tocaba spaguetti y albóndigas; un platillo que a su parecer era muy similar al ramen, así que en cuanto lo recibió por la amable señora de la cafetería, lo devoró en un instante; dejando solo restos de la roja salsa y desmorones de carne.
– Saben, mi exnovia tenía un raro fetiche – Platicó Kiba, después de haber ganado en el "concurso" de axilas olorosas – Ella solía arreglarse muy bonita y actuar como una maldita perra todo el tiempo – Un aura depresiva rodeó al Inuzuka en amargos recuerdos, mientras sus amigos lo observaban extrañados.
– Sí, bueno... ¿Quién tiene hambre? – Habló Ino, mientras pasaba el cepillo por su larga y rubia cabellera sosteniendo un pequeño espejo de mano. No dejaría por nada del mundo que su cabello se esponjara, no cuando ya había visualizado a cierto chico que le gustaba.
– Gran anécdota perro, algo para recordar dattebayo – Se burló el Uzumaki, robándole frescamente una albóndiga al durmiente Shikamaru, para después engullirla.
– Cierra la boca, tonto. Siquiera yo tuve novia y una flamante aventura, tú ni tienes perro que te ladre – Se defendió el chico señalando al rubio. Mientras que este pensaba que Kiba no podría estar más equivocado, pues recuerdos de Vietnam llegaron a su mente; en los que era correteado por cierto perro con nombre de platillo mexicano. – Por cierto – volvió a hablar el Inuzuka. – ¿No huelen a mierda de perro? – olfateó alrededor después de que cierto hedor llegara a sus fosas nasales. Provocando que Naruto diera un brinquito en su asiento.
– ¿Pero qué cosas dices? Tu olfato ha de estarte fallando últimamente. hehehe~ – rio nerviosamente el de ojos azules, para después limpiar disimuladamente la suela de su zapato en la mochila de un distraído Chouji, quien no había separado su atención de su almuerzo.
– Nono, Kiba tiene razón, algo huele mal aquí, iugh – Concordó la chica con un gesto asqueado, rociando de su oloroso perfume de frutas al aire, mientras que los chicos hacían muecas por el aroma dulzón.
– ¡Bueno ya! Tal vez Chouji no quiera hablar de sus problemas intestinales y no tenemos porqué juzgarlo datteba– Bramó Naruto, cubriendo las orejas del mencionado para que no escuchara. – ¡Ah! ¡Cejotas! –Visualizo a su amigo de ropa extraña, levantándose rápidamente para ir a donde él, y aprovechando para escapar del misterio del aroma de procedencia dudosa. Dejando a sus amigos con la palabra en la boca.
– ¡Oh! Naruto-Kun ¿Cómo te encuentras en este maravilloso día de rebosante juventud? – Saludó el chico de peinado y cejas excepcionales, mientras se volteaba a ver al recién llegado.
– Ah, pues ya ves; yo y mi juventunezco día hehe –Se rascó la nuca mientras sonreía, a veces no sabía que responder a la apasionante actitud de su compañero.
Rock Lee, lo había conocido aquel día en el festival de deportes; un chico con cejas prominentes, ojos saltones y cabello en corte de honguito. Ese día, Lee llegó con todas las de ganar; y así fue. Su entusiasmo, pasión y extraño parecido con su maestro de educación física; llamaron su atención, provocando que fuera a retarlo en todo en lo que deportes respecta, creando una competencia amistosa.
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Entre Broma y Broma, La Verdad se Asoma.
HumorNaruto y Sasuke nunca se han llevado bien, tuvieron un comienzo algo brusco en el que el desarrollo de su relación se ha basado. Y conforme van creciendo se dan cuenta que por desgracia y azares del destino, el otro siempre será parte de su vida. Un...