IX. ANHELO

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No sabe con certeza lo que ha pasado, pero lo que sí sabe, es que ahora se encontraba caminando al lado de su rival para ir a almorzar a casa de este; es como si Naruto hubiera olvidado por completo su enemistad porque ahora no le paraba la boca y le platicaba todo de su vida como si fueran mejores amigos de toda la vida.

Que la comida de su mamá es la mejor, que va reprobando, pero con ayuda de Kami-Sama puede pasar, que le gusta mucho el naranja y el azul y que el gris le parece aburrido, que tiene un lunar en un lugar escondido del sol que no se va a molestar en recordar, y blablablá.

No pensó que aceptaría ir a su casa, ciertamente no lo hizo; más bien, el rubio al ver su seriedad ante la invitación decidió jalarlo por su cuenta, al tiempo que le relataba todos los tipos de ramen e ignorando sus protestas de que no lo tocase. Aunque no tenía sentido que lo arrastrara consigo, pues vivían uno frente al otro, pero Naruto sentía que de esa manera no se le escaparía.

Y ¿por qué Naruto estaba tan empeñado en arrastrarlo consigo? ¡Esa es una pregunta para el siguiente episodio! No olviden sintonizarnos en el canal 10NS-

¡EJEM!

– No te preocupes, Sasuke. A mi mamá le encantan las visitas, de hecho, creo que te quiere más a ti que a mí – Susurró lo último con un puchero celoso de que su mami le tenga más consideración al teme que a él – ¡Cocina muy rico! en especial el ramen, bueno, tal vez piense eso porque me encanta hehe.

Le platicaba mientras giraba a ver al serio pelinegro, quien, con las manos en los bolsillos, miraba al frente aburrido; pero sí parecía ponerle atención por la manera en que de vez cuando desviaba su vista a él.

Y eso lo animó a seguir con el chachara. No duraban mucho, pero había ratitos en los que se quedaban en silencio -bueno, Naruto, porque Sasuke no decía ni pío- y en esos ratitos, Naruto se ponía a pensar

¿Por qué lo había invitado?

Tal vez lo vio muy hambreado

O tal vez fue porque no le gustó para nada la mirada que el azabache puso cuando habló de su familia.

Tal vez era un poco tonto, pero no ignorante.

Pensó también en el hecho de que podían tener momentos en los que no se quisieran matar, como cuando habían ido a esa tienda y Sasuke recibió un escobazo.

Se le abolló la cabeza hehehe.

Río en voz alta, olvidando que no estaba solo, logrando que el moreno lo mirara con rareza.

– ¿De qué te ríes?

– ¿Ah? nada, nada. – Risilla tonta

– De tanto porquería que comes se te pudrió el cerebro.

– ¡Llegamos! Ven, ven. – Lo ignoró y volvió a jalarlo hacia la entrada de su casa, Sasuke ya no se resistió, dando una mirada rápida a su casa al otro lado de la calle. La luz de la oficina de su padre estaba encendida, tragó saliva y entró al otro hogar.

– ¡Mamáááá! – El rubio gritó de imprevisto, haciendo sobresaltar a Sasuke.

– ¡Ya voy, ya voy! – Se escuchó la voz femenina proveniente de las escaleras.

Sasuke seguía cuestionándose profundamente qué hacía ahí, podía haber pretendido entrar a la casa y en cuanto el rubio se descuidara, caminar rapidísimo (correr no) a su propia casa, o empujarlo a mitad del camino para que cayera por una empinada muy muy larga para que cuando finalmente subiera, él ya estuviera acostadito en su cama. Pero aquí estaba, dentro del colorido hogar que había pisado ya varias veces de pequeño (en contra de su voluntad) por la amistad de su madre con la Uzumaki, ya después de que creció lo suficiente, Mikoto dejó de obligarlo a ir.

Entre Broma y Broma, La Verdad se Asoma.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora