IV. SOLO UNA TONTA CAMISA

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Jamás imaginó que la salsa roja fuera tan difícil de quitar, él que tanto cuidaba de su uniforme; lo lavaba casi todos los días, con bastante suavizante, y lo planchaba todas las noches. Su padre lo acostumbró a estar impecable "tu aspecto y limpieza valen más de lo que crees" ¿Y todo para qué? para que terminara embarrado de una grasosa carne que no se quitaba sin importar cuantas veces lo tallara. Ahora tendría que comprar otra, y su padre lo reprendería por no poder mantenerse en buen estado ¿por qué ese hombre tenía que estar tan obsesionado con la perfección? Ha hecho que con el paso de los años desarrollara una molesta ansiedad que lo atacaba cada que algo no salía bien, le hablaba entre insufribles susurros en su cabeza, cosas como "Esto no está lo suficientemente bien" "Eres el mejor en la clase, pero no eres el mejor de la escuela" "Itachi lo hizo mejor". Culpaba a su progenitor de su desestabilidad emocional, pero se culpaba a sí mismo por su ineptitud, por no poder hacer más y no llegar a las expectativas de su padre. Odiaba ser así.

Refunfuñó mientras restregaba con enojo otra toalla de papel por la tela manchada, no puede quitarse la prenda, no traía interior y terminaría con el pecho al aire, y no importaba que estuviera en el baño de hombres, las acosadoras que tenía eran de temer.

 Ah, si tan solo no fuera tan guapo.

– ¡Mierda! – Arrojó la toalla de papel y se recargó en el lavamanos suspirando, llegaría tarde a clase, con la camisa manchada y apestando a cafetería. Perfecto. Se sentía agotado a pesar de solo ser las 11 de la mañana, ya ni siquiera pensaba en como vengarse del estúpido rubio que provocó esto.

Escuchó que se abrió la puerta del baño y vio de reojo como alguien entraba mientras silbaba desafinadamente una canción que reconoció como Stolen Dance. Giró la cabeza notando que el chico se detuvo cuando se dio cuenta de su presencia.

Al parecer era brujo, porque invocó con el pensamiento al responsable de su desdicha. Se le quedó mirando mientras Naruto, después de quedarse un momento quieto y en silencio, retrocedía de espaldas a la puerta volviendo a silbar. Ya ni siquiera tenía ganas de pelear, así que con pesadumbre regresó a su tarea de restregar la camisa por inercia, sabiendo que la mancha no se iría con pura agua.

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Él solo iba por las cosas de limpieza, las cuales estaban en el cuarto del conserje, y el cual estaba en el baño de hombres. No tenía mucho sentido, ¿Qué tal si el conserje resultaba ser mujer? ¿O que tal si una chica derramaba jugo en algún lugar y tenía que limpiar? Tendría que entrar al oloroso baño de hombres y podría verlos mientras estos hacían sus competencias de quien orina más lejos; a veces le parecía asqueroso lo que eran capaces de hacer por pura competencia, y no lo decía porque estaba resentido de haber perdido en una de esas batallas, no, claro que no.

Al entrar al baño visualizo a aquella persona que esperaba no toparse mientras estuviera solo e indefenso, así que lentamente salió de ahí sin darle la espalda ni un segundo, nunca se sabía cuándo podría atacar. Pero notó que este solo le dio una mirada cansada y lo ignoró para volverse al frente.

Nop, un baño, ellos dos solos, el pelinegro podría aprovechar para desquitarse y nadie vendría a ayudarlo, pues todos estaban en clases. Cerró los ojos, repitiéndose que era mala idea y dio un par de pasos hacia el pasillo, para irse de ahí. O eso planeaba.

– Ahh, diablos. – El solo recordar los ojos negros entrecerrados y cansados, le hizo desistir y dirigirse otra vez al baño, mentalizándose para una futura golpiza, su consciencia no le dejaría en paz si se iba.

Abrió muy lentamente la puerta, casi temiendo que Sasuke estuviera justo frente a él, aprovechándose de su buena voluntad y esperando a que volviera para echarle algo en la cara. Pero no fue así, seguía en la misma posición en la que lo encontró la primera vez que entró ahí, ya ni siquiera lo volteó a ver.

Entre Broma y Broma, La Verdad se Asoma.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora