VII. NEGRO COMO MI ALMA

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Su andar se caracterizaba por los pasos seguros que siempre daba, firmes y fuertes; como si hiciera gala de hacer una pasarela cuando simplemente andaba por los pasillos. ¿Era posible detectar la confianza y seguridad de una persona solamente por su forma de caminar? Pues Uchiha Sasuke era la respuesta a ello.

Y el hecho de que los mechones de su cabello estén chamuscados y la cara carbonizada, no hará que cambie su estilo de recorrer ese inmundo lugar lleno de animales salvajes y metiches.

Nop, por más que la vergüenza e ira quiera aflorar de su cuerpecito, seguiría como si nada hasta llegar a su destino. Los estúpidos que se le quedaban viendo no tenían que meterse en lo que no les importaba; tal vez hoy quiso probar un estilo más darks y el negro en su rostro era en representación a su alma oscura y solitaria, y tal vez su cabello quemado era en protesta contra Pantene por sus tan elevados estereotipos.

Llegó al sanitario estampando la puerta contra la pared, asustando a los que estaban ahí haciendo sus necesidades. Se acercó al lavamanos y se miró al espejo, gruñó ante la imagen sucia que daba. Arrebató una toalla de papel del dispensador a su lado y comenzó a tallarse la cara con poco cuidado por el coraje, arrastrando con él, restos de suciedad. Así hizo varias veces hasta que su cara volviera a la limpia porcelana de siempre, su cabello no tendría arreglo más que cortando las partes quemadas, que afortunadamente, no era mucho.

Mientras seguía alineando su imagen, a su mente vinieron los desgraciados recuerdos de hace unos momentos...

Flaaaashbaaaack

Aburrido, garabateaba en su cuaderno de apuntes en espera de su profesor de química, quien irresponsablemente ya se había tardado 14 minutos. ¿Acaso no había ni un maestro competente en esa estúpida escuela? Él tenía una agenda que cumplir y la impuntualidad era algo que odiaba.

Se quitó las gafas de seguridad ya que no tenía sentido tenerlas puestas mientras no estén haciendo nada, al ser la clase de química; esta se impartía en el laboratorio en el cual se debía portar bata y anteojos para protección.

– Sasuke-kun – Ash, más molestias.

Volteo el rostro hacía la chica sentada en el lugar tras él, normalmente no le haría caso, pues ya se conocía todas las líneas de esta "sasuke- kun, que guapo luces hoy" "Sasuke-kun, ¿quieres que nos sentemos juntos? "," Sasuke-kun, te hice agua de calzón", "Sasuke- kun" "Sasuke- kun" "Sisiki- kin"

Sin embargo, el aburrimiento le llevó a responder al llamado de la pelirrosa detrás suyo, quien lo miraba con ojos anhelantes y empalagosamente dulces, sosteniendo una cajita en sus delgadas manos.

– Yo... ayer tuve un rato libre y pensé ¿por qué no hacerle un postre a Sasuke-kun? Y pues fui al supermercado por la tarde, y pues... compré algunas cosas, ¡oh! Y luego vi un labial que me gustó mucho en oferta, pero...blablabla~ – Dios, ¿Dónde está el botón de silencio permanente en esta vida? – ... y al final opté por hacerte chocolates. – Terminó con voz aguda, extendiéndole la cajita decorada con un listón rosa y un corazón perfectamente dibujado en el costado.

– No me gusta lo dulce – Cortó con las esperanzas de la chica y quiso voltearse al frente, pero ella le interrumpió antes de que pudiera siquiera moverse.

– Amh, yo... también hice con coco, o cereza; puede que te guste alguno... – Sakura lo miró con desilusión ante la negativa, esperando un cambio de opinión con el ruego en su voz. Abrió la cajita desatando el listón y mostrándole los postres al Uchiha.

El pelinegro suspiró y ante la mirada expectante de la chica, optó por tomar el chocolate más oscuro que encontró, ya se había cansado de tantas veces que rechazaba sus regalos y ella no comprendía lo que era un "no" por respuesta. Acepto probarlo solo para terminar con esto y que Sakura no terminara llorando como otras veces.

Entre Broma y Broma, La Verdad se Asoma.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora