VIII. PALABRAS BONITAS

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Mentiría si dijera que no estaba un poco inquieto ante el llamado de su presencia en ese cuarto, tantas veces que cuidó de no llamar la atención de los docentes, aunque debe admitir que no se esforzó mucho si las explosiones y peleas con el rubio no faltaran en cada día. Con la espalda recta y sus manos arrugando inconscientemente su pantalón, se encontraba sentado frente al extraño consejero, quien no le quitaba la mirada de encima y le hacía sentir escalofríos.

El silencio era profundo y el sonido del reloj lo sacaba de quicio ya, pero pronto se vio interrumpido por la puerta siendo abierta y el responsable de esto entrando como Juan por su casa a la habitación. Naruto no se sorprendió de ver que Sasuke ya se encontraba ahí, siendo pocos los minutos desde que les llamaron. Solo podía ver su espalda y al dichoso consejero que lo esperaba con una sonrisa espeluznante,

– Oh, Naruto-kun. Toma asiento, por favor. – Siseó el hombre en un tono complaciente.

Naruto, aún con desconfianza se sentó en la silla al lado del otro chico ahí, mirando de reojo como este no se inmutaba por su llegada. Notó las puntas de su cabello algo chamuscadas y una que otra manchita negra en su rostro. Se rio bajito entre dientes, ignorando al docente frente a él.

– Joven Uzumaki – Carraspeó el mayor para llamar su atención. – Imagino que sabe por qué está aquí.

El ojiazul llevo las manos a su nuca y se estiró en la silla despreocupadamente.

– Mmn, no lo sé. A menos de que ser extremadamente guapo sea un delito; me declaro culpable, señor...– Miró el nombre en la placa sobre el escritorio. – Orochimaru.

Sasuke rodó los ojos ante el descaro del otro, y el consejero no deshacía su gesto divertido; lo cual irritaba más al Uchiha.

– Lo dudo mucho, Naruto-Kun. – Dijo burlonamente, el rubio formó un puchero ofendido. – La razón por la que los he llamado es porque he recibido bastantes quejas de los profesores e incluso alumnos, sobre ustedes. Sus peleas cada vez son más constantes y en veces se ve implicado mobiliario de la escuela, con sus tan...coloridas explosiones y demás.

Los jóvenes se miraron de reojo entre sí, con mutuo rencor y deseos de venganza, más de estos por parte del pelinegro que del otro.

– Se ha considerado su suspensión, pero dado que Sasuke-Kun es presidente del cuerpo estudiantil y no tengo ganas de hacer el papeleo de la suspensión de Naruto-kun; la dirección y yo hemos considerado otra opción; y es que ambos asistan a terapia conmigo para arreglar sus problemitas. – Finalizó jocoso, entrecruzando sus manos sobre el escritorio y mirando a los jóvenes con superioridad.

Ambas caras de desconcierto y renuencia solo hicieron que la sonrisa del mayor se ensanchara.

– ¿!Eh!? ¿!Terapia!? – Naruto abandonó por completo su pose relajada y se irguió en su asiento.

– No somos una pareja con problemas en la cama como para tomar terapia. – Gruñó Sasuke, indignado de que lo hagan llegar a ese extremo con el rubio. Este empezó a gritarle barbaridades y él, harto de todo empezó a gritarle igual.

– Parecen una...– Murmuró Orochimaru para sí mismo, masajeando su sien al ver que los chicos no paraban de gritarse entre sí. – Bien, bien. Ya basta. A esto me refiero, cualquier situación prende la mecha entre ustedes dos, así que; ¿qué les parece si empezamos con la primera sesión?

Sasuke se cruzó de brazos y se deslizó en su silla quedando mal sentado, con un puchero de disconformidad; Naruto adoptando la misma actitud infantil que el otro.

– Alivianen esas caras, chicos. Tal vez de que aquí nazca una bonita amistad. – Los vio resoplar – Ay, Satancito. Dame paciencia. – Suspiró y después puso una sonrisa. – ¿Qué tal si se dicen lo que piensan uno del otro?

Entre Broma y Broma, La Verdad se Asoma.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora