Estoy sentada en el avión a punto de despegar rumbo a Los Ángeles con Gabriel a mi lado, aún intento que mi cerebro procese toda la sobrecarga de información de las últimas cuarenta y ocho horas de mi vida.
A. Recibí la noticia de que mi hermana menor va a casarse y mentí acerca de mi estado amoroso para no quedar cómo una fracasada.
Contraté un prostituto para que me acompañase a la boda porque mentí en el punto A.
B. Abusé de mi tarjeta de crédito porque necesitaba outfits decentes para enfrentar a mi hermanita y su escuadrón de modelos.
Y por último pero no menos importante.
C. Voy a presentarme ante toda mi familia con un total desconocido, al que de paso haré parte del día más importante en la vida de mi hermana.
Definitivamente todo esto ha sido la peor idea que se me ha ocurrido en años, pero no sería yo si no busco la manera de hacerlo funcionar.
—Hey ¿En qué piensas, Fiera? —La voz de Gabriel interrumpe mi recuento de malas decisiones en las últimas veinticuatro horas.
—En el lío en el que me he metido por una estúpida rivalidad —Confieso sin creerme aún hasta qué punto he llegado.
Podría haber ido sola a la boda, beber muchas copas de champagne, formar parte de la fila para la lucha por el ramo y beber un sorbo de mi copa cuándo lo tirasen restándole importancia, lo cual podría ser algo muy cool de ver en el video de la ceremonia, pero pensé demasiado rápido.
—Dios, literalmente puse mi vida patas arriba y ni siquiera sé cómo voy a hacerlo funcionar.
—Hey, tranquila fiera, mírame —Me toma suavemente por el mentón y gira mi rostro hacia él—Vamos a ir a esa boda, vamos a hacerlo funcionar, nunca he visto a tu cuñado, pero seguro que yo estoy más bueno y eso seguro le molesta a tu hermana.
Consigue hacerme reír con su comentario, mi ánimo aumenta un poco pero vuelvo a tensarme en el momento en que el avión comienza a moverse y me hago consciente de que falta poco para el despegue, mis manos se aferran disimuladamente al reposabrazos, abroché mi cinturón de seguridad desde que subimos al avión y lo apreté todo lo que mi cuerpo resiste en un intento de estar más tranquila, pero debo confesar que no surte mucho efecto.
La velocidad de movimiento aumenta como cuándo pisas el acelerador de un auto de carreras, tomo mi bolso y busco desesperada las gomitas de melatonina que tengo específicamente para estos viajes, odio las alturas, odio los aviones, los odio con todas mis fuerzas.
La imagen de ellas en la esquina de la encimera de mi cocina viene a mente ¡Demonios! las puse ahí para no olvidarlas y aún así fallé en el intento.
Mi pecho comienza a subir y bajar de los nervios, empiezo a escuchar mi respiración acelerada, estoy teniendo un ataque de ansiedad, sé cómo calmarlos, la psicóloga me lo enseñó, pero ahora no consigo recordarlo.
—Fiera ¿Qué te pasa? Estás blanca como un papel —Pregunta con una notable preocupación que agradezco.
Soy incapaz de responder, mi respiración está incontrolable, el despegue es inminente, puedo sentirlo, conozco este momento, falta poco para que la maldita cosa se eleve y van a tener que atarme como a una loca porque no voy a poder evitar los gritos de pánico.
—¿Le tienes miedo a las alturas? ¿Es eso? —Vuelve a cuestionar buscando en mi rostro alguna señal que dé respuesta.
Asiento con mi cabeza incapaz de articular nada más, no media palabra alguna solo toma mi mano y la acaricia suavemente, toma mi rostro obligando a mis ojos a centrarse en los suyos, su mirada me pide que me calme, respira pacíficamente y me hace señas intentando que lo imite, cierro mis ojos por un momento y lo consigo, consigo tranquilizarme pero dura poco al sentir como nos elevamos bruscamente, el grito que amenaza con abandonar mi garganta es acallado antes de siquiera salir, los suaves labios de Gabriel acarician los míos delicadamente relajando mi cuerpo con cada caricia, el calmado abrir y cerrar crea un beso exquisito para todos mis sentidos , tan cuidadoso que provoca una sensación similar a la de mi vértigo pero está en vez de ser mala es buena, es muy buena, su mano mima con delicadeza mi mejilla, y los latidos de mi corazón continúan acelerados por una razón totalmente distinta ahora.
Poco a poco nos vamos separando, su frente queda pegada a la mía sin parar de acariciar mi mejilla, incluso se toma la molestia de poner un poco de mi cabello tras mi oreja.
—Tranquila, no pasa nada, estoy aquí, estás conmigo, no estás sola ¿okey? —Susurra con dulzura consiguiendo tranquilizarme.
La adrenalina y el pánico se han calmado un poco y las palabras de Gabriel son un gran consuelo, se siente bien el ser consciente de que me acompaña y que está dispuesto a cuidar de mi en cierto modo.
—¿Por qué me besaste? —Pregunto sin comprender.
—Ibas a gritar y era la única forma de callarte —Confiesa divertido.
—Idiota —Le contesto de la misma manera, recordando que debo agradecerle luego, ya que de no ser por su método con poca base psicológica, probablemente estaría sedada y amarrada a mi asiento.
—¿Estás más relajada? —Pregunta mirándome esperando alguna confirmación de mi parte.
—Sí, muchas gracias por ayudarme —Contesto y vuelvo del todo a mi sitio queriendo poner espacio entre ambos, no dejo de sentirme apenada por lo que acaba de pasar, su cercanía me agrada, pero no olvido que voy a pagarle por hacerse pasar por mi novio y eso es algo que obliga a la serotonina a mantenerse a raya.
[...]
Ha pasado una media hora desde mi ataque de ansiedad o pánico, ni siquiera sé que rayos me pasó, aún estoy un poco alterada, cerré mis ojos en un vano intento de dormirme, pero es inútil, necesito sentirme segura de una forma u otra.
Dejando de lado el miedo y el orgullo toco el hombro de Gabriel quién está a mi lado concentrado en la música de sus auriculares, supongo que se los habrá colocado cuándo me creyó dormida.
—¿Qué ocurre? ¿Te sientes mal otra vez? —Pregunta preocupado.
Sacudo mi cabeza diciendo que no, realmente no quiero hablar, solo quiero dormir, acerco mi mano a la suya lentamente y bajo su atenta mirada entrelazo nuestros dedos, él solo observa la peculiar unión y luego me mira a mí con una silenciosa pregunta que respondo con las pocas fuerzas que tengo.
—En cierta forma tenerte de consuelo me calmó hace un rato, quizás sujetar tu mano y saber que hay alguien junto a mi puede ayudarme a dormir ¿Eso está bien para ti? Si te sientes incómodo puedo...
No deja que termine la oración y me interrumpe.
—No tengo problema en absoluto, después de todo somos novios falsos, apoyarte es el punto principal en todo esto. Ahora dale un buen uso a mi inversión en el gym y descansa tu cabeza en mi hombro.
Me saca una pequeña risa por segunda vez en el vuelo, y le tomo la palabra recostándome en su hombro.
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Un Novio De Alquier (COMPLETA)
Teen FictionLa competitividad es una cualidad peligrosa, puede llevarte a cometer grandes locuras bajo el único objetivo de quedar por encima de tu rival, más aún si dicho rival se trata de una hermana insoportable que está a punto de casarse en una fabulosa bo...