𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 𝕯𝖎𝖊𝖟

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🅢🅘🅛🅔🅝🅒🅔

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El día siguiente a la discusión, Susan Pevensie, acudió a la alcoba de la joven salvadora, ansiosa por saber como estaba la muchacha con instintos suicidas, claro que, el discurso de Susan fue más calmado aun que el del Rey Edmund el día anterior.

Aquella tarde, Susan insistió en que Janelle tenía que acompañarla a tomar el té con Kali, la mujer de piel morena que tenía embelesado a su joven hermano menor, pues la mujer se negaba pasar tiempo a solas con aquella jovencita engorrosa. Janelle no entendía el humor de Susan, pues aquella chica, siempre estaba entusiasmada por conseguirle pareja a sus hermanos, no obstante, en esta ocasión, parecía desagradarle, la idea de hablar de la joven Kali. Por lo que Janelle predijo que Kali, no sería ni un poco de su agrado.

—Tienes que hacer que Edmund entre en razón.— dijo Susan como ultima mención antes de entrar al salón principal.

—Pero yo...—Janelle no pudo decir más, a causa de que las dos mujeres ya habían entrado al gran salón. Encontrándose a una bella mujer morena de largos rizos, con aura tan misteriosa, que Janelle interpreto como peligro.

—Reina Susan, es un placer volver a verle. —la joven de hermoso parecer dio una reverencia exagerada, Janelle elevo una ceja, turbada por aquella acción. Si bien, Janelle conocía a Edmund Pevensie, y una de las tantas cosas que el muchacho odiaba, era que la gente vanagloriara de más a su familia y a él, pues el chico se incomodaba con ciertas actitudes, ya que él creía fielmente en que, pese a que era un Rey, también era hombre, y por lo tanto, era un igual.

—Me parece que lo más grato es decir, que a mi también me complace volver a verle, Kali. — menciono la Reina más bella de todo Narnia, con cinismo y elegancia.

—¿Le gustaría ir al jardín a tomar el té? Y su... dama de compañía. — la morena miro de arriba a bajo con desagrado, a la muchacha castaña que acompañaba a la reina Susan. La misma, frunció en ceño, con su común, ceja elevada y sonrisa sarcástica. —Puede... ayudarnos a servir el té. —Susan a punto de reclamar a la morena, la falta de respeto hacia la Salvadora, —comandante de los ejércitos Narnianos, cartógrafa y capitana de un navío gloriosamente sorprendente, entre otros títulos, otorgados a lo largo de su estadía en Narnia.—, fue detenida por Janelle.

Jones, con un plan bajo la manga, procedió a alegar que seria un placer acompañar a las damas de alcurnia. Susan, aunque confundida por los sucesos, se limito a seguir con improvisación innata, el extraño plan de Janelle.

—¿Nos acompañara, Eddy, esta tarde, Su? — «Bueno, pero que descarada resulto ser esta chiquilla, ¿Qué cree?¿Qué por que lo conoce desde hace un par de semanas ya puede llamarle por apodos cariñosos y empalagosos? ¿¡Eddy!? ¡Válgame Dios!, ¿Pero que se ha creído esta pequeñaja? ¡Y no ha sido solo una, sino que dos insolencias! ¿Llamar "Su" a la Reina? ¡Pero es que Susan debe estar hirviendo en su propia cólera! Si la chica odia que le nombren Su, a no ser que sean sus mismísimos familiares » pensó Jones, mientras miraba a las dos mujeres sentadas en una mesilla en el jardín del palacio.

𝐒𝐈𝐋𝐄𝐍𝐂𝐄|ᵉᵈᵐᵘⁿᵈ ᵖᵉᵛᵉⁿˢⁱᵉ|ℒ𝒞𝒩 & ℋ𝒫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora