𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 𝕾𝖎𝖊𝖙𝖊

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🅢🅘🅛🅔🅝🅒🅔

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🅢🅘🅛🅔🅝🅒🅔

Se fundió entre los brazos de la oscuridad, el cansancio le provoco un sueño que inestabilizo su pulso, la castaña de tez blanca, apareció en un bosque, la noche cubría con su manto a los árboles, el silencio reino en la oscuridad, la muchacha camino sin tener rumbo alguno o al menos no, hasta que encontró aquella melena maravillosamente sedosa y dorada, la chica corrió hasta el león, pero parecía cada vez más lejano su objetivo. Su voz se había ahogado, como si alguien la hubiese poseído y nunca más se le volvió a otorgar, su habla consistia en ligeros balbuceos sin son.

La niña tomo su garganta, desesperada por gritar el nombre del felino dorado, pero no lo consiguió, así que siguió corriendo, tratando de alcanzarlo.

Cansada, paro, agacho su cuerpo para recuperar el aliento, cuando recompuso sus fuerzas desvanecidas por el viento, elevo la mirada, esperando encontrar al león, pero solo escucho un grito, de batalla, proveniente de una mujer, la mujer de sus pesadillas y sus males. La mujer que provoco tal alboroto, para condenar una tierra por cien años de invierno y ahora querían derrocar.

El grito se igualo con la acción de la mujer, esta alzaba su varita, para tomar fuerza y luego encajarla en el felino de nombre, Aslan, el gran rey de todo Narnia, los ojos del gran gato, perdieron la vida, el brillo y la paz que producían, ahora eran fríos, inertes, y exánimes.

Esta vez, Janelle logro gritar, sus labios y voz dejaron escapar un grito desgarrador, que logro prontamente, que la niña despertara del tormentoso sueño.

Edmund y Peter, despertaron asustados, elevando sus espadas, protegiéndose de la nada.

Las lagrimas inundaron los ojos de Jane y viajaron por sus mejillas sonrosadas, el aire abandono sus pulmones, consiguiendo nada más que un resuello, Peter y Edmund aterrados por la situación en la chica se encontraba trataron de hacer lo posible para ayudarle a conseguir aire, le ayudaron a recordar como es que era llevar acabo una respiración, los tres contaron juntos, logrando que Jones se tranquilizara, reteniendo aire poco a poco.

Cuando la respiración de Janelle se hubo regulado, les explico lo sucedido, los niños temerosos por la respuesta, no tuvieron más opción que salir a revisar que todo estuviera en orden con Aslan, de camino a la carpa del gran león, una dríada los intercepto, explicándoles, que sus hermanas, Lucy y Susan, mandaban una triste noticia, que tal vez condenaría el futuro de Narnia.

Aslan, había muerto. Y con él la esperanza de los Narnianos, aunque no completamente.

—Aslan confiaba en ti Peter... y yo también. — exclamo Edmund a lado de Peter, quienes veían junto a Oreius y pronto Janelle, el tablón del plan de ataque.

—Oh vamos ¿Nos pondremos sentimentales? Debí quedarme en la carpa. — dijo con sarcasmo Jones. — Venga nenazas, dejad de lloriquear, que tenemos una guerra que ganar. — declaro Jones, como si nada de lo que paso con anterioridad, hubiese ocurrido. La muchacha ya llevaba su armadura puesta y sus armas colgadas en diversas partes de su cuerpo, sujetadas por algún cinturón.

𝐒𝐈𝐋𝐄𝐍𝐂𝐄|ᵉᵈᵐᵘⁿᵈ ᵖᵉᵛᵉⁿˢⁱᵉ|ℒ𝒞𝒩 & ℋ𝒫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora