VII

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—¡Un fuerte aplauso para ______! Lo ha hecho muy bien. —la sala se llenó de una merecida ovación.

La joven sonrió y agradeció a los presentes la paciencia que habían tenido. Estaba cubierta de sudor, y sentía los traviesos cabellos adheridos a su frente. Su respiración era pesada, y su corazón todavía no se calmaba.

Lo había hecho. Había dado una clase.

Aprendió los movimientos el día anterior, pasó desde la mañana a la noche intentando memorizar la coreografía. Tuvo muchos fallos, sin embargo, la monitoria estuvo a su lado para prestarle apoyo y guiarla.

Algunas mujeres se acercaron para felicitarla y decirle que deseaban verla más veces por ahí.

Tomó una ducha en los vestuarios. 

Cubrió su cara al recordar algunos de los errores que había cometido. Un incómodo nudo se hizo en su estómago. Le pasaba al rememorar situaciones embarazosas. Su mente le hacía pensar que las otras personas se reirían de ella. A veces viaja al momento donde conoció a Tsukasa, sonrojándose de la vergüenza, sin saber todavía de dónde sacó el valor para hacer lo que hizo.

Tras vestirse abandonó la sala, la cual se estaba llenando de gente de la recién acabada clase. Varias personas se despidieron de ella al verla.

Al salir al hall envió un mensaje a Tsukasa para avisarle de que había terminado. La monitora que estaba tras el mostrador levantó la mirada.

—Muchas gracias por todo. —dijo _______.

—A ti. Esperamos verte más —se mantuvo callada durante unos instantes, dudando en si preguntar —. Por cierto, ¿cuál es tu relación con Tsukasa? Me sorprendió que me llamara para hacerle el favor.

—Somos amigos. En realidad, yo no sabía nada, fue una sorpresa... Quiere que encuentre algo que me guste para dedicarme a ello.

Los ojos de la chica se abrieron como si todas las piezas del puzle cuadraran. Rio levemente.

—No pensaba que Tsukasa pudiera ser tan adorable. Simplemente me dijo que te dejará dar una clase, no los motivos.

Se despidió.

No tenía ganas de volver a casa; el clima era bueno y la calle estaba llena de vida.

Observó los alrededores buscando algo interesante que hacer. Visualizó un supermercado. Decidió entrar para comprar algo de comer. Fue a la zona de galletas, y aunque tardó en decidirse, escogió las que comía en el colegio. Caminó hasta el pasillo donde se encontraban los batidos. Su teléfono vibró en el bolsillo de su chaqueta rompiendo el momento de tomar la decisión de qué iba a comprar.

Con torpeza lo sacó.

¿Qué tal ha ido todo?

Inconscientemente sonrió. Cada vez que recibía un mensaje del castaño su corazón latía frenético.

Bastante bien. Aunque olvidé algunos pasos.

Seguro que lo has hecho perfecto.

Mi gimnasio está cerca, ¿quieres acercarte?

Terminaré de entrenar pronto

La proposición le resultó muy atractiva, por lo que aceptó sin pensarlo mucho.

El chico le envió la ubicación, tal y como había dicho no estaba lejos. Sin embargo, no estaba en la zona residencial. Ella pensaba que entrenaba en otro lugar.

Buscó el sitio mientras comía una de las galletas. Caminó durante diez minutos, y el teléfono indicó que estaba en el destino. Frunció el ceño indignada, se suponía que estaba frente al gimnasio, pero solo había una imprenta.

PROHIBIDO AMARTE [TSUKASA SHISHIO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora