IV

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Su hermano le había confiscado el teléfono sin ningún tipo de remordimiento. No entendía por qué era así, el odio tan grande que le tenía al pelilargo no era normal ni tampoco entendible, no tenía ningún recuerdo de alguna pelea o situación entre ellos que hubiera provocado eso.

Creía que ese "castigo" impuesto se iba a limitar al móvil, sin embargo, no le dejaba salir sola. Aunque era una persona que salía poco, ahora bajo su jurisdicción menos. Pidió ayuda a sus padres, pero, no sirvió absolutamente de nada. Su madre le dijo que era un berrinche que pasaría en pocos días, o que incluso le podía servir para dejar de usarlo todo el tiempo. Su padre simplemente se río y se convirtió en el chivato, no más que hacía el afán de salir de casa gritaba o le enviaba un mensaje.

Todo contacto con Tsukasa se había perdido.

Sentada en la silla de su habitación observaba las claras y blancas nubes deslizándose por el cielo azul. Suspiró pesadamente. Llevaba así desde el primer día, más que nunca tenía ganas de hablar con el chico, suponía que era porque ya no podía. Respondiendo a la típica frase, "no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes". Quería hablar con él y contarle todo lo que había pasado.

En su mente vagó la idea de recuperar su móvil, lo difícil era que su hermano no lo soltaba. Cuando iba a entrenar por las mañanas se lo llevaba, lo escondía en su habitación o directamente lo llevaba a todas partes.

No sabía cuánto tiempo estaría así, pero esperaba que todo terminará rápido.

🥊🥊🥊

Tsukasa limpió el sudor de su frente con la áspera toalla. Estaba empapado de tanto entrenar, por lo que decidió dar un respiro a su cuerpo y a su mente. Se sentó en un banquillo de madera situado en la esquina de la sala, donde se podía apreciar todo. Dio un gran sorbo de su botella de agua y se refrescó un poco empapándose la nuca.

Abrió el bolsillo lateral de su bolsa de deporte, donde guardaba su móvil y revisó sus mensajes. Llevaba días sin recibir respuesta de ______, se había acostumbrado a obtener contestaciones en pocos segundos por lo que le resultaba extraño, e incluso preocupante.

¿Y si le había pasado algo?

Un sentimiento de angustia e inquietud lo invadió, por lo que decidió llamarla.

"El teléfono al que llama está apagado..."

Aunque lo hizo varias veces no obtuvo nada y su preocupación iba en aumento. Tanto que no pudo repeler la necesidad de ir a su casa. Salía tarde del entrenamiento y tendría que ir en la noche.

Mientras se duchaba, recordó el miedo de la fémina a que él se acercará a su hogar, su instinto le dijo que era por su hermano. Aún desconocía porque le odiaba tanto, si no habían hablado, ni siquiera habían tenido la ocasión de tener un combate, algo que él ansiaba porque consideraba a Keiji un buen contrincante.

Su buena memoria le permitió llegar sin ningún problema. El tiempo refrescaba, su chaqueta le abrigaba, incluido las orejas, pues se había puesto la capucha. Él no sabía la imagen que daba al exterior; un hombre de casi dos metros, cubierto hasta las sienes y mirando fijamente una casa no daba ninguna confianza. Pero, ahí estaba.

Fijó sus ojos en una de las ventanas, la luz estaba encendida y se podía ver claramente el interior de la habitación. El color de la pared era tan claro que no se llegaba a distinguir. Sus ojos se abrieron al ver la figura de la fémina entrar al cuarto. Caminaba cabizbaja y encorvada hasta el escritorio frente a la ventana.

Tsukasa vio su oportunidad. Levantó el brazo, intentando llamar su atención.

______, no estaba nada atenta a lo que pasaba a su alrededor, solo daba paseos por el interior de la casa para distraerse. Golpeo sutilmente su frente contra la mesa, cuando al levantar su mirada saltó en la silla al ver a un hombre en la calle. Después de ver muchas películas de terror, ver aquella escena era aterradora. Pestañeo, con el pensamiento de que al abrir los ojos ya no estaría, no fue así. La alta silueta mantenía su brazo en lo alto, ella se levantó para ver más claramente.

PROHIBIDO AMARTE [TSUKASA SHISHIO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora