VIII

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Por primera vez había decepcionado a su hermana.

Le dijo que _______ pronto la visitaría, sin embargo, tres meses ya habían pasado desde entonces. Meses en los cuales casi no había tenido contacto con ella. La chica consiguió un trabajo a tiempo completo, más tarde se apuntó a un curso, y se lo cambiaron a tiempo parcial. El día que se lo dijo a Tsukasa este la felicitó; estaba feliz por ella. Sobre todo, le gustó ver determinación de la joven por poder costearse los estudios. Al principio, todo fue bien, sin embargo, ella nunca había sido buena administrando el tiempo, y además le fue muy difícil compaginar el trabajo y los estudios. Tampoco lograron coincidir, cuando ella tenía libre, él estaba ocupado, lo mismo a la inversa.

A comparación de cuando se conocieron, las tornas habían cambiado. Era él quien intentaba iniciar conversaciones y mantenerlas vivas. Varias veces miraba el móvil de manera automática para comprobar si había recibido algún mensaje.

La fémina llegaba cansada y el tiempo que le sobraba lo dedicaba a estudiar.

Entendía la situación de ________, pero sentía que le faltaba algo en su vida.

Salió del entrenamiento cuando el cielo ya había sido teñido de un azul oscuro. Llevaba toda la semana entrenando y esforzándose al máximo. Era una manera de intentar evitar pensar en la chica.

Esperó al dueño del local, el cual estaba apagando las luces. Cuando salió cerró la puerta con llave y se dirigió a Tsukasa con una expresión preocupada.

—Tsukasa te estás esforzando demasiado. Tu cuerpo tiene un límite. —dijo encendiendo con el mechero un cigarro.

—Lo sé.

—Pues no se nota. —dio una pequeña calada —. Te conozco desde hace años y nunca te había visto así.

Comenzaron la caminata hasta el vehículo del hombre. Había estacionado bastante lejos por lo que sentía remordimientos por desviar al chico de su camino. Además, ese día lo veía tan distante que prefería que fuera a descansar.

—No hace falta que me acompañes. —pidió expulsando el humo por su boca.

—¿Seguro?

—Segurísimo. Sea lo que sea que te preocupa, puedes contármelo —apretó el hombro del chico para reconfortarlo —. Nos vemos.

Observó como la espalda del hombre se alejaba.

Inspiró hondo.

Siguió con su camino hacía casa. Tomó el camino más largo, pues quería estar más tiempo afuera, disfrutando del clima y, sobre todo, del aire fresco. Últimamente llegaba más tarde a casa, pero quería evitar estar sin hacer nada. Si estaba Mirai no dudaba en ir pronto, sin embargo, había salido con sus abuelos, así que podía estar tranquilo.

Levantó su cabeza para estirar su cuello, el cual se sentía contraído. 

Se adentró en la zona de bares y restaurantes. La gente inundaba las calles; reían, comían y bebían entre música entremezclada.

Un establecimiento lejano llamó su atención. Creía que era producto de su imaginación, creía haber visto una figura conocida, pestañeó y la figura se desvaneció. No sería sorprendente teniendo en cuenta cómo su vida había cambiado, sin embargo, no esperaba estar en ese extremo. Dio un paso, pero se detuvo de nuevo. Sentía una opresión en el pecho, si no iba más tarde se arrepentiría. Suspiró antes de ir sabiendo que no iba a haber nada.

Avanzó sin prisa, con pasos lentos y pesados.

El sitio no era muy grande, las mesas estaban muy cercanas las unas de las otras y los ventanales daban la oportunidad de ver perfectamente lo que ocurría en el interior. La mayoría de las mesas estaban ocupadas, no obstante, los trabajadores estaban tranquilos; la hora de cerrar estaba cerca.

PROHIBIDO AMARTE [TSUKASA SHISHIO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora