Cuarto acto: Frágil

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Arco anterior a BLACK DRAGON

Mitsuya estaba cansado, era el último en el salón de costura, la única luz que iluminaba el cuarto era la que desprendía la maquina de coser, y el sonido de fondo cada vez que se deslizaba suavemente la aguja por sobre la tela, estaba haciendo un uniforme pedido a última hora por el capitán de Touman, aún si estaba completamente concentrado en su labor podía sentir la insistente mirada de Hakkai desde la distancia, estaba esperando en silencio a que su capitán le prestase atención, en lo que el mayor soltó un sonoro suspiro, levantando la vista, el menor pareció dar un leve brinco caminando hacia su dirección con una sonrisa puesta en los labios. – Taka-chan. – Soltó dulcemente mientras envolvía los brazos alrededor del peliplata, dejando caer su mentón sobre el cabello restregándose levemente, como si quisiera que toda la atención del mayor se centrara en él, Mitsuya ya estaba acostumbrado a su comportamiento, aún si podía ser un espectáculo extraño de ver, junto a uno que otro rumor sobre que eran pareja, aunque este solamente veía a Hakkai como un hermano pequeño, o al menos eso demostraba ante cualquier muestra de afecto que le proporcionaba al mas alto. – ¿Llevas demasiado tiempo esperando? . – Cuestionó mientras este negaba moviendo el mentón por sobre su cabeza. – Ya pronto voy a terminar. – Soltó un suspiro pesado antes de repasar la tela negra una vez más, aunque podía resultar un poco difícil con el peso del otro sobre su cuerpo, pero lo toleraría en silencio, incapaz de apartarlo al sentir, sin necesidad de mirarle demasiado, que este parecía triste, tal vez un poco preocupado. – ¿Avisaste a tu hermana que te quedarías tarde fuera? . – El mas alto asintió nuevamente sin decir nada, la actitud de este comenzaba a preocupar a Mitsuya, siempre era muy hablador, soltando halagos de forma aleatoria a todo lo que hacía.


Detuvo su trabajo, podía finalizar los detalles mañana los cuales no eran demasiado, después de todo Mikey no le había entregado demasiados detalles respecto a quién iba a pertenecer el uniforme, solo vagas referencias del tamaño del cuerpo y contextura del próximamente propietario. Hakkai al notar que había apagado la maquina de cocer se apartó lo suficiente para darle espacio, aún sin soltar del todo su agarre al cuerpo del mayor, el cual se movía cuidadosamente mientras dejaba la cinta métrica sobre el mesón en el cual estaba trabajando, así como algunos botones y sobras de hilo. – Has estado muy callado, Hakkia. ¿Sucede algo? . – El menor pareció crisparse ante esa pregunta, podía notar cuando este le estaba ocultando algo, era como un verdadero libro abierto, habían pasado tanto tiempo juntos que le era imposible ignorar que, algunas veces, se veía decaído e insistía constantemente en ir a quedarse en su casa con la excusa de querer pasar tiempo con Luna y Mana, sabía gracias a Yuzuha el problema familiar que atormentaba a los Shiba, pero no era un tema que el peliazul quisiera realmente tocar y lo evitaba constantemente, el mayor tampoco era quien para entrometerse, aunque quisiera, no podía estar presionando a su subordinado de esa forma, pese a la confianza que con el tiempo ambos habían forjado. Hakkai pareció aflojar el agarre, lo cual permitió que Mitsuya pudiera acomodar la silla y tomar su bolso antes de caminar hacia la salida, seguido del otro casi pisándole los talones, sabía bien que significaba el que le estuviese siguiendo de esa forma, y antes de que este siquiera pudiera preguntar ya estaba asumiendo lo evidente. – ¿Quieres pasar la noche en casa? Mana y Luna estarían felices de tenerte hoy en casa, además mañana tenemos reunión, será más rápido si vamos juntos. – Eso consiguió cambiarle el semblante al otro, y una sonrisa se posó en sus labios.


Había dicho eso mientras estaban en el instituto, pero la verdad era que Mana y Luna se habían ido a dormir bastante temprano ese día, la casa se encontraba en penumbras, había dejado a sus hermanas comidas en casa antes de regresar a las actividades del club, con un gesto le pidió a Hakkai que guardara silencio mientras buscaba las llaves en su bolso, encendiendo la luz principal de la acogedora casa donde vivía, aun predominaba el aroma de la lasaña que esa tarde había preparado para las más pequeñas, se quitó los zapatos con cuidado de no provocar mucho ruido, de la misma forma que el menor imitó sus movimientos y entre susurros lo invitó a entrar. Le sirvió una generosa porción con un té caliente mientras lavaba la losa olvidada de aquella tarde. – Taka-chan, ¿no vas a comer? . – Rompió el cómodo silencio el menor de los Shiba mientras llevaba un trozo de la pasta hasta sus labios, dónde la salsa roja escurrió por sus labios, Mitsuya se giró en ese momento, y como si fuese la madre de Hakkai con una servilleta que tenía en el bolsillo del delantal que estaba usando, limpio las comisuras de este. – La verdad no tengo demasiada hambre, estoy algo cansado. – No mentía cuando decía eso, así como el menor pareció crisparse ante la cercanía, aunque una sonrisa muy extensa estiró la cicatriz de su labio. – Taka-chan es una persona muy amable. – Le devolvió la sonrisa antes de regresar a las labores domesticas que acostumbraba a realizar finalizado su día, al menos se alegraba que el menor hubiese recuperado le ánimo que parecía haber perdido horas atrás. Buscó en sus cajones alguna pijama holgada que pudiese prestarle al más alto, aunque cualquier prenda le iba a quedar corta de alguna u otra forma, por lo menos Hakkai tenía un cepillo de dientes y una que otra muda de ropa interior que había dejado en la casa de Mitsuya, no era sorpresa, pues pasaba más tiempo ahí que en su propia casa, pero aún así en ningún momento se le había ocurrido a este llevar ropas de dormir.

Una oportunidad más {TOKYO REVENGERS}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora