Quinto acto: Te extraño

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Arco anterior a BLACK DRAGON

Decir que no estaba nervioso sería estar mintiendo, la noche anterior al viernes recibió un mensaje muy claro, el cual parecía más que nada un orden, no reconoció el número la primera vez que abrió el dichoso correo, pero fue Hanagaki quien le confirmó que dicha numeración pertenecía a el número telefónico de Mikey, durante el resto del día en el instituto estuvo distraído, al punto que ni siquiera pareció importarle cuando uno de los amigo del rubio teñido le robó parte del bento que la señora "Sato" había preparado para él. Kazutora no recordaba si alguna vez en su miserable vida comió algo preparado así, con algo llamado "cariño", la familia que decidió recibir su caso era hasta cierto punto humilde, tanto el padre de familia como la madre trabajaban, por lo cual la única hija que tenían poseía un comportamiento bastante maduro, pero muy diferente a la madurez que el tigre se vio forzado a optar ante la inestable familia en la cual había crecido, por muchos días le fue difícil aceptar o llegar a creer que, junto ese delictivo historial, alguien iba a querer "adoptarle", si se daba el caso iba a ser enviado a una institución de apoyo a menores, la cual, por lo que había escuchado, no iba a resultar demasiado diferente a lo que fue su estadía en el Juvie. Se sorprendió al saber que en un par de meses antes de que fuera dado de alta, alguien le esperaba fuera, un caballero con una sonrisa demasiado cálida, tanto que ni siquiera podía sostener la mirada por sobre el adulto sin bajar la cabeza avergonzado, su corazón parecía saltar en su pecho a medida que le explicaban su nueva situación y como le habían preparado una habitación con llave propia para mantener su privacidad hasta por cuenta propia quisiera abrirse a la familia que le había acogido, con el tiempo se enteró que el Sr. Sato también fue un delincuente en su época, por lo mismo no parecía juzgarle de ninguna manera y eso explicaría alguna que otra cicatriz que decoraba sutilmente su rostro.


Incluso para los pecadores podía existir salvación. Emiko, su hermana pequeña, estaba orgullosa de sus padres, y no dudó en mostrar las fotos de anuario escolar de ambos, Kazutora no podía creer que el sujeto de semblante tan amable había sido un punk, delincuente que integraba una pandilla que se dedicó por mucho tiempo a aterrorizar en la prefectura a la cual pertenecía. Aún no estaba completamente adaptado, pero consiguió tener conversaciones fluidas con la menor, la cual usualmente se dedicaba a transmitir lo que él no podía expresar con palabras, le recordaba demasiado a Baji, una chica de piel, con sonrisa amplia con la cual mostraba todos los dientes, siempre tratando de integrarlo a empujones, eso le hacía recordar cuando extrañaba al azabache y su cálido toque, el como en constantes noches le consoló entre abrazos y sutiles caricias, secretos que compartían en la seguridad de su habitación, bajo las sabanas impregnadas de la esencia de este. Pero por mucho que sintiera la necesidad de verle, en ese momento ni siquiera quería salir de su cuarto, estaba metido en lo más profundo de la cama, hecho una bola de mantas desordenadas, sin importarle en lo más mínimo estar sudando a causa del peso de las cobijas. En un par de horas tendría que estar vestido, arreglado dentro de la posibilidad de atuendos que tenía antes de partir a la casa Sano, el día que durante toda la semana estuvo tratando de obviar con la esperanza que Mikey simplemente se olvidara, como si realmente fuese a ocurrir la situación dónde mágicamente no iban a pasar a buscarle para obligarlo a asistir a la "fiesta de felicitación por la recuperación exitosa (luego de meses de sufrimiento) de las heridas de Baji". Maldijo en voz baja cuando alguien llamó a la puerta. – Kazutora-nii. – Llamó con confianza la menor. – Un chico de peinado ridículo te busca. – Claramente se refería a Takemichi, además reconoció la voz cuando insistía que su peinado no lo era, pero la muchacha parecía dispuesta a discutir el sentido de la moda del rubio, cosa que también hizo en su momento con él.


La señora Sato hizo pasar a Hanagaki para que pudiese esperar por él, mientras el tigre se debatía internamente en salir de la seguridad que le proporcionaba su cama, pero el insistente golpeteo de Emiko no iba a cesar hasta que saliera, resignado se arrastró fuera hasta quitar el doble seguro que tenía la puerta y abrir. – Ara ara, Kazutora-chan. – Llamó la mujer mientras se acercaba hasta la puerta dónde se encontraba el chico de visos rubio, todo despeinado y con los ojos cansados, completamente rojos, como si hubiera estado llorando toda la noche, no admitiría que, si lo había hecho pese a que era algo evidente hasta para el más ciego, pero sin contar con Takemichi, ese chico era demasiado despistado. La mujer acercó una de sus manos al rostro de Kazutora, el cual instintivamente cerró los ojos y apretó fuertemente los puños al costado, como si esperara recibir un golpe, pero sólo fue el roce suave de una mano que sostenía lo que parecía ser una toalla, limpiando los estragos pegados de lágrimas secas en el contorno de sus parpados. – Deberías tomar un baño. Hanagaki-kun, puedes tomar algunas galletas y prender la televisión, Emiko-chan te hará compañía mientras Kazutora-chan se arregla. – Alzó el tono de voz, pero no sonaba amenazadora ni mucho menos, quien pareció enfadarse fue la menor, que parecía reacia a compartir tiempo con el otro muchacho. ¿Realmente se merecía ese trato? Estaba seguro de que realmente no, ni siquiera debía estar con vida, pero ahí se encontraba, siendo consolado por personas que apenas conocía y que trataban de una manera u otra hacerle entender que no toda la gente que le rodeaba era "tan mala" como para no darles una oportunidad de conocerse. Ocultó la mirada entre el largo de su flequillo, pero la señora Sato no intentó obligarle a que la mirara, tan solo palmeo sus hombros antes de dirigirse al comedor. Sentía que últimamente lo único que hacía era llorar hasta deshidratarse, aunque podía ser un efecto colateral de los antidepresivos, así como los cambios algo bruscos en su humor.

Una oportunidad más {TOKYO REVENGERS}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora