Capitulo 1.- La Sangre de la Antigua Valyria

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Desembarco del Rey279 d

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Desembarco del Rey
279 d.C.

Loreza Martell

No había sensación que Loreza despreciase más que despertar en una cama vacía, disfrutaba del calor de un cuerpo haciéndole compañía, aunque poco o nada le importase de quién se tratase.

Pero ahora estaba sola, y tenía frío.

La tienda permanecía en silencio. Los primeros rayos del sol se colaban de tanto en tanto entre las cortinas cuando la brisa matutina las sacudía. Había sentido a Trystane levantarse un par de horas atrás, pero aún no volvía.

La niebla matutina aún no se disipaba cuando Loreza salió de su tienda, se aferró a su capa para protegerse del frío, y caminó en busca de su esposo, lo alcanzó a divisar cerca de una de las fogatas.

Trystane se acercó a ella al percatarse de su presencia, la abrazó, y depositó un corto beso en sus labios. Loreza se aferró a su contacto notando que algo no andaba bien.

El viaje desde Lanza del Sol fue demasiado largo y no fueron pocas las noches en que no logró conciliar el sueño.

No podía culparlo, después de todo, estaban regresando a la ciudad que habían jurado nunca volver a pisar.

El rostro de Trystane lucía esa extraña seriedad que solo portaba antes de una batalla. Sus liliáceos ojos perdidos en las llamas del fuego, estaba segura de que ya estaba evaluando todas las posibilidades ante su cercano rencuentro con Aerys y Rhaella.

—La sangre de la antigua Valyria... —murmuró Trystane tan quedamente que por un momento Loreza dudó si en realidad había hablado o fue solo producto de su imaginación—. Hoy en día hasta los mendigos de Lys la tienen.

—Al igual que nosotros. —Loreza pasó su mano por el rostro de su esposo, acomodó un rebelde mechón detrás de su oído—. Y aunque yo no me parezco a mí abuela, tú eres el vivo retrato de tu madre.

Muy a su pesar, cualquiera que diera un rápido vistazo a Trystane lo relacionaría de manera inmediata con los Targaryen. Él exhaló, su desprecio era evidente.
Loreza jamás había logrado entenderlo. Cuando Trystane era joven, hubo rumores de que al Duncan abdicar al trono, Aegon lo nombraría a él heredero por encima del débil y enfermizo Jaehaerys.

Trystane le había confesado con orgullo, que en una de las pocas ocasiones en que Aegon se había pasado de copas, el rey le había asegurado que, si no fuera por el fantasma de la casa Fuegoscuro, lo nombraría su heredero. Él se lo había dicho con una mirada anhelante, casi como si esperase que ella se lo aplaudiese y viviera eternamente agradecida a él, eso nunca pasó.

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