Capítulo 15.- La Llegada del Rey

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Melian Gargalen

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Melian Gargalen

La llegada del rey y su séquito era inminente. La anticipación se sentía en el aire. Habían pasado años desde la última vez que Aerys salió de la Fortaleza Roja, y la sola mención de su arribo había despertado el interés entre los que se congregaban.

Un desfile de suntuosas sedas, terciopelos y resplandecientes joyas deslumbraba a quienes se preparaban para recibir al rey. Los señores y las damas no escatimaban en gastos para mostrar su lealtad y ostentación, dejando que sus atuendos fueran la voz silenciosa de su devoción.

Sin embargo, mientras los demás grandes señores se ataviaban para dar la bienvenida al rey, no se avistaba rastro alguno, ni de Ascar ni de Derron.

Los encontró en el campo de entrenamiento.

Lewyn, Oberyn, Ascar y Tyral en un extremo, mientras que en el otro, el maestro de armas de Rocadragón, Chass Bar Emmon, Barristan Selmy y Myles Mooton se recargaban sobre una pila de heno. Los ojos de al menos otra decena de hombres se congregaban en diferentes puntos de la arena, gritaban y alentaban el enfrentamiento que se formó en el centro.

Derron manejaba su lanza con meticulosa habilidad, mientras Jon Connington, armado con una espada de dos manos, lanzaba ataques iracundos que su hijo eludía con una sonrisa irónica en los labios.

El sorprendente parecido entre Derron y Trystane la atormentaba, una idea que la atormentaba durante las noches. Era como si ambos tuvieran un fuego implacable corriendo por sus venas.

—¡Adelante, Lord Connington! —Derron se burló con una voz llena de sarcasmo—. ¡Estoy ansioso por ver las asombrosas virtudes de tu espada! ¿No dijiste que un solo golpe bastaría para ponerme en mi lugar? ¡Vamos, demuéstramelo!

—¿Quién inició esta locura? —Melian preguntó al acercarse a su esposo—. El rey estará aquí en cualquier momento.

—¿Realmente importa? —Lewyn respondió—. Esos dos han estado buscando una excusa para enfrentarse desde el momento en que se conocieron. Hoy simplemente la encontraron.

—¿Por qué no los detuviste? —Melian le preguntó a su esposo.

—¿Y qué querías que hiciera? —Ascar se rio—. ¿Que lo tomara por la oreja y lo mandara a su habitación sin cenar? Ambos son orgullosos, egocéntricos y de sangre caliente. Si no se enfrentaban hoy, lo harían mañana.

El choque de acero llenó el aire mientras Jon esquivaba hábilmente la punta de la lanza de Derron, y en respuesta, golpeaba el suelo con su espada para mantener su distancia, pero Derron seguía avanzando con ferocidad.

Las respiraciones de Connington se volvían más profundas y trabajosas, el peso de su armadura se convertía en una mortaja opresiva, pesada y sofocante.

Derron notó su cansancio y con un giro, intentó embestirlo con su lanza. Connington logró parar el golpe con su espada, pero la fuerza del impacto lo desequilibró, provocando que cayera de lado y su espada saliera volando de sus manos. La multitud estalló en vítores triunfales.

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