Capítulo 2

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Con el tiempo me fui acostumbrado a que esa sensación extraña me acompañaba siempre, su mirada fuerte y amenazante estaba ahí casi siempre, podía sentir como observaba todo lo que hacía, en especial cuando jugaba era cuando más sentía que me observaba, quise creer que era yo quién imaginaba esto pero no podía ser posible, aquello era tan real y estaba presente gran parte del día, excepto en la noche, casi no lo sentía.

Un día decidí contarle a mamá sobre esto, estaba seguro de que ella podría darme una explicación lógica a tal acontecimiento, ella leía el periódico en la mesa, mojaba su dedo con saliva cada vez que daba vuelta a la página, el humeante café estaba sobre la mesa y junto a él un delicioso pan de canela.

-Mamá, ¿Puedo hablar contigo?

-Claro que si amor, siéntate.

-Mamá últimamente he sentido que algo me persigue a donde quiera que voy, es como si hubiera alguien observandome siempre, siento esa presencia cerca y no sé que es, lo comencé a sentir desde que visitamos a mi tío por primera vez.

Mamá puso cara de espanto, luego comenzó a analizar la situación y ya tenía una respuesta.

-Ya se lo que es, es tu ángel de la guarda, cada persona en el mundo tiene un ángel que nos cuida y protege, seguramente lo que sientes es a tu ángel que esta cerca y cómo eres un niño bueno, tal vez por eso logras persibirlo mejor.

-¿En serio mamá, es mi ángel?

-Si tesoro, es tu ángel, ahora que lo sabes tienes que rezarle cada noche, ¿Recuerdas esa oración que te enseñe?

-Claro que sí, pero mamá ¿Porque si es mi ángel, le tengo miedo?

-Lo desconocido siempre da miedo, pero ahora sabes que no vas a temer de nada porque tienes un ángel que te cuida.

-Gracias mamá, ahora todo tiene sentido, es por eso que no lo puedo ver.

-Los ángeles son invisibles a nuestros ojos, pero con mucha fe estoy segura que llegarás a verlo.

-Gracias mamá, me siento mejor.

Mamá era muy religiosa a diferencia de papá que era más del lado de la razón y la ciencia, la teoría de mamá era la más lógica, así que esa noche me puse incado en el suelo al pié de mi cama y me puse a rezar.

-Ángel de mi guarda, de mi dulce compañía no me desampares ni de noche ni de día, amén.

Me acosté tranquilo sabiendo que mi ángel me cuidaria, ahora esa mirada era la de mi ángel que me cuidaba, tanta era mi ingenuidad como la de mi madre...

Todas las noches rezaba, el ángel cada vez se hacía más presente, aveces sentía que estaba parado cerca de mi, entonces le sonreía y su presencia era cálida y tranquila.

Un día estaba haciendo mis tareas en mi escritorio cuando sentí que el ángel estaba parado en la puerta mirándome, la forma para saber que estaba cerca era cuando los vellos de mi brazo se erizaban, también sentía un escalofrío muy extraño y obviamente sentía la mirada sobre mis hombros, juraba que estaba ahí parado y lo observé.

-Ven ángel, no te haré daño.

De pronto sentí una brisa que pasó por toda mi cara, el ángel se acercaba pero mamá entró abruptamente a la habitación, venía con la cesta a traer la ropa sucia para lavarla, había espantado al ángel y me sentí mal y enojado.

-¡Mamá! Espantaste a mi ángel.

-Lo siento hijo, pero hoy es día de lavar la ropa.

Me sentí mal, pero sabía que poco a poco mi ángel se sentiría más confiado y querría acercarse más a mí, por ahora estaba seguro de que me cuidaba y siempre estaba conmigo.

Así fue que cada vez que le rezaba a mi ángel, éste se hacía cada vez más presente, aveces hablaba con él, quería que fuera mi amigo y finalmente un día poder verlo.

-Hola ángel, ya se que estás ahí, sabes hoy mi mamá cocinara lasaña estoy felíz porque me gusta mucho.

Un libro que tenía en mi estante se cayó repentinamente, supe que ahí estaba mi ángel y esa era su respuesta, sonreí y aprendimos a comunicarnos de esa forma, yo le hablaba y él tiraba cosas o aveces apagaba la luz o las luces parpadeaban, poco a poco nuestra inusual amistad crecía y me sentía felíz de tener a un mejor amigo conmigo...

Mi Ángel OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora