Capítulo 16

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Camila:

Me siento usada, claro que sí. Las lágrimas son cosa de todos los días. Cada noche me voy a dormir pensando, "¿por qué esto me sucede a mí?" ¿Es que en otra vida fui mala y ahora pago por todas mis fechorías? Siento que desde un principio hice las cosas mal, pero, ¿qué caso tiene llorar sobre la leche derramada?

El recuerdo de sus ojos son mi perdición, el recuerdo de su sonrisa es mi muerte. De tan sólo pensar en olvidarla, recuerdo aquellos ojos verdosos que me observaban con amor y deseo. Que me prometían amor eterno, y vuelvo en aquel mar de lágrimas.

Me gustaría llorar en el océano, así mis lágrimas parecerán pequeñas.

Aún leo cada noche su carta, hace que mi ilusión crezca más y más. Sus dibujos de mí, son... perfectos. En cada obra hay una palabra escrita, con aquella letra tan pulcra, tan de ella. Juntándolas todas en un tierno poema. ¿Quién lo diría...? Lauren Jauregui es una poeta.

"Éramos dos barcos a la deriva,

Que por casualidad,

Nos fuimos a encontrar.

Sin embargo, el destino

Se encargó de separar...

No teniendo ni la más mínima idea,

Que siempre nos volveremos a encontrar."

Maldita idiota, que entienda de una vez que lo nuestro acabó. Ella se encargó de mandar todo a la mierda, sí no fuera por ella... seríamos felices. O eso creo yo.

Unas nuevas lágrimas recorren mis mejillas, las froto con el dorso de mi mano y como soy un tanto masoquista, releo por décima novena vez la carta que escribió con su puño y letra.

"Enana:

El perdón ya es algo que sobra. Ya no necesitas que salga de mi boca, lo he dicho tantas veces en mi vida que se ha vuelto una especie de muletilla. Sin embargo pequeña, lucharé. No creas que lo mío es sólo palabras. No, estás muy equivocada sí lo piensas.

Sí es necesario recorreré todo el jodido mundo tras tu búsqueda. No me importa sí quieres jugar al escondíte como una cría, no... Jugaré hasta mi último aliento del último día de mi vida si es necesario. ¿Recuerdas esa vez que caíste a la fuente del parque? Lucías como una gatita abandonado bajo la lluvia, tan indefensa. Creo que ese fue el momento en el cuál me enamoré de ti.

No lo acepté, en un principio no. Me decía a mi misma: "¿Cómo puedes enamorarte Lauren?" Pero... ¿sabes? Lograste lo que yo misma creía imposible, darme cuenta que tenía un corazón falto de amor. Tú llegaste con tú inocencia a llenar aquel hueco de mi alma, joder Camila te has vuelto parte de mí, te necesito para dormir, para respirar. No exagero nena, jamás lo haría con algo así.

Lo que escuchaste en la grabación, sí, lo dije. Pero no lo pensaba, nunca pensaría algo así nena, pero ya lo sabes... ya me conoces, soy una idiota. Una imbécil, no me merezco el amor de nadie, puede sonar egoísta, pero... te necesito junto a mí. Alguna vez, puede que en esta vida o en otra, pero alguna vez llegaré a merecer aunque sea una pequeña parte de tu corazón.

Te ama, con el corazón, el alma y todo su ser... Lauren."

La he leído, casi veinte veces, ¿por qué aún lloro cada vez que termino de leerla? Porque también la necesita, junto a mí. Para que me abrace mientras duermo. Para que me diga lo especial que soy, para que me repita que mis ojos son todas las estrellas que necesita. Por eso y mucho más.

Sin embargo, no me retractaré. La decisión está tomada, -puede que no sea la mejor-, pero está tomada. Francia no está tan mal, extrañaba a mi hermana, a mi padre. Por lo menos ahora vivimos todos juntos. Mi padre, mis hermanas y mi madre. La última quiso venir por que según ella no soportó aquellos meses que me mantuvieron alejado de ella, tampoco yo. Fueron esos meses de completo silencio, de ausencia. Me he dado cuenta que siempre les he dejado en claro a las chicas mi nivel de sumisión, prácticamente pueden hacer lo que quieran conmigo. Y eso está mal, pésimo según Sophia, que siempre me repetía cuando estaba en el hospital: "Jamás te demuestres débil ante ninguna chica Kaki. Aunque prácticamente comas de su mano, nunca se lo demuestres. Nunca sabes con quién estás saliendo". Irónico, ¿no? Eso es lo que yo como hermana mayor debo inculcarle.

La mayor sorpresa me la llevé con Sephanie, de tan sólo recordarlo, mis pelos se ponen de punta, sus ojos negros brillantes de lujuria, sus manos manchadas de sangre, mi sangre. Mis cortas piernas tratando de alejarse de ella a una velocidad menor. Golpeándola con la poca y casi nada de fuerza que aún retenía en mi cuerpo, le dí en sus partes bajas para intentar ganar algo de ventaja. Llegar a la carretera de... ¡La Nada! Cuando un bocinazo y el chirrido de los neumáticos provocan al danzar por el pavimento, impactó de lleno contra mí.

Aún no sé como vivo. Siempre me mostré positiva ante eso, me decía: "Si aquello no me mató... Dios tiene algo mejor para mí". Lo cuál resultó ser puro sufrimiento, llantos y lamentos. Engaños y decepciones.

Me recargo contra el marco de mi ventana, la torre Eiffel se admira en todo su esplendor. Ya es de noche y todas esas luces, es algo simplemente hermoso. Me gusta observar como la gente se ve pequeña desde aquí arriba, son como minúsculas hormiguitas. Recorren las calles de París de aquí para allá. Las cafeterías llenas de gente refinada degustando café o té intentando capiar el frío. Las panaderías abiertas a toda hora dejando entrar a los clientes felices, saliendo aún más felices con sus tibias piezas de pan Baguette.

La lluvia comienza a caer, todos gritan y ríen resguardándose en las tiendas, taxis o en sus autos dirigiéndose a sus cálidos hogares en compañía de su familia. La cuidad poco a poco comienza a despejarse dejando ver uno que otro paragua colorido de allí para acá. ¿Quién dijo que vivir en el centro de París sería algo malo? ¡Es algo maravilloso!

Fácilmente puedo acostumbrarme a esto, comenzaré a olvidarme de Lauren.

En Busca De La Sumisa Perfecta [Camren AU] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora