CAPÍTULO 4

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Dos meses después

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Dos meses después.

—Shinju, tienes que entrenar.

—Si, ya voy —me apresure a terminar de peinarme con dos trenzas, dejando que el flequillo cubriera mi frente.

Salí al campo que rodeaba la casa, buscando a mi padre. Lo vi ahí, arriba del monte. Me estaba esperando.

Me miró con una ceja alzada al ver que no avanzaba. La verdad es que me tomé el tiempo para verlo mejor, puesto que hacía un año había desaparecido. No se la exactitud de porque hacemos esto, lo que si sé, es que lo hago para estar con él, para seguir de su lado.

—Es un pequeño sacrificio para cumplir nuestras metas —le dije cuando llegue a donde él.

—Claro —respondió.

—Pero... son tus metas, ¿Verdad? —lo miré con firmeza—. Aún así, aunque sea incierto y desconozca tus metas... Se que nunca me pondrías en riesgo sin una buena razón, así que... solo quería asegurarte que voy a seguirte sin importar que y sin dudar.

Me miró con determinación, podía sentir su intensidad atacando mis ojos.

—¿Creés poder usar el fuego? —me preguntó después de unos momentos de silencio.

—¡Lo haré, me esforzaré! —Levanté los puños

—Arrebasa tus límites... —me ordeno con voz calmada, dando una palmada en mi espalda.

Cerré los ojos para concentrarme, y sentir como la pequeña llama que va calentando el interior de mi cuerpo va creciendo cada vez más.

Mis pies se calentaron, después la sensación subió por mis piernas siendo más fuerte, recorriendo así todo mi cuerpo hasta llegar a mi brazo; donde se sentía más caliente que en cualquier otra parte de mi cuerpo.

Sonreí al tener concentrado el poder. Más palmas de las manos pasaron de calientes a dolor intenso.

—Detente —me ordenó.

El pecho me quemaba como el mismo infierno, pero aún así no me detendría por nada del mundo.

Podía hacerlo.

—¡Shinju, dije que te detengas!

Me sujeto de la muñeca y abrí mis ojos de golpe.

—¡Cuando diga que te detengas, házlo! —Sus ojos estaban enfadados, atacandome—. ¿Entendiste?

—Lo siento... —baje la mirada, viendo mi manos después de que las soltara.

—Enfría tu cuerpo con el hielo —ordenó, empezando a bajar la montaña.

Enfriar mi cuerpo con el hielo.

—Seguiré entrenando.



Le dejé una nota en la casa a mi padre, avisando que hiria a la ciudad. Pude haberle enviado un mensaje, pero eso no era una opción, mi padre no es bueno con la tecnología.

El atardecer había llegado, escuché el ruido del mar, lo que significaba que había una playa cerca. Me acerqué a esta y mis ojos se decepcionaron al ver por todos lados basura.

—¿Uh?

Retrocedí un poco por el impacto, un chico había chocado conmigo.

—Perdón, no te había visto.

Él se disculpó, pero casi de inmediato se quedó callado por la sorpresa.

—Oh, eres tu chico tortuga.

—¿Eh?

—La tortuga que corrió al peligro siendo un sin don.

—¿Cómo sabes que no tengo Don?

—Lo primero que hace una persona en casos como esos es húsar su don, aunque sea por accidente —respondí.

—Tienes razón —dijo.

Lo ignore y seguí caminando mirando la playa.

—Que decepción, es una basura...

—Si, la gente suele venir aquí a tirar sus desperdicios.

Seguí mirando el mar, intento ver lo que había más allá.

—Primera vez que estoy en una playa y es un basurero —suspire.

—¡¿Es tu primera vez en una playa?! —se sorprendió—. Eso es raro...

—Supongo que un poco... —me encogi de hombros.

—En ese caso, te prometo que dentro de unos meses esta playa estará limpia —sonrió con determinación.

—¿Cómo lo sabes?

—¿Ah? ¿Por qué...? —empezó a mover los brazos con nervios.

Mi celular hizo ruido, lo saqué de mi bolsillo y miré el nombre en la pantalla.

Es mi padre.

—¿Eh? ¿Tienes que irte?

—Nos vemos luego.

—Nos vemos luego

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SIEMPRE CONTIGO (Midoriya y Tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora