En las esquinas sombrías del pasado, donde el tiempo se entrelaza con las decisiones que dan forma al destino, Takemichi Hanagaki se sumerge en un viaje desesperado. Su misión: desafiar las leyes del tiempo y cambiar un pasado manchado por la traged...
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No pude evitar sonreír.
Kiyomasa está totalmente cubierto de golpes, creo que ya es suficiente. Dejé caer su cabeza al piso al instante que Mikey se acercó a nosotros para poner su pie sobre la cabeza del chico.
— Qué bonito es verte aquí. — esbozó una de sus tiernas sonrisas. — En fin, ¿nos vamos, Kenchin? Las peleas clandestinas son una idiotez.
— Dejen de arruinar la reputación de la ToMan. — comentó el más alto, yendo tras de Mikey, quien comenzaba a alejarse.
— Takemicchi. — llamó Mikey al chico que ayudé a ponerse de pie. — Nos vemos. — sonrió.
— Reaccionen de una vez y lárguense. — ordenó Draken al ver que nadie se movía de su lugar. Se paró a un lado mío, mirándome seriamente para continuar con su andar. — Adiós, Kei. — dijo en un susurro.
— ¡Adiós, Rai! ¡Gracias por venir hoy! — gritó Mikey, echándose a correr con tal de que Draken fuera tras él.
Me despedí con la mano, mirando a su vez como cada uno de los chicos que estuvieron presentes se iban retirando poco a poco; los amigos de Kiyomasa se llevaron a éste cargando ya que por sus heridas no podía mantenerse de pie. Los únicos que quedaban eran esos cinco chicos, entre ellos el rubio, quien sacudía su ropa para quitar cualquier rastro de suciedad.
— ¿Todos están bien? — cuestioné al acercarme a ellos, quienes respondieron que sí a la par que me agradecían por haberlos salvado de Kiyomasa. — Ya no tendrán que preocuparse por ese idiota, todo quedó arreglado. Aunque, si necesitan algo no duden en buscarme, los ayudaré con lo que pueda, ¿bien? — miré en especial al pelirrubio con peinado de mango chupado. — Mikey te llamó Takemicchi, ¿te puedo decir así o prefieres que te diga de otra forma?
— N-no, no hay problema. De cualquier forma que me llames está bien. — dijo con algo de pena.
— ¿Por qué te pones así de tímido? No te haré nada. — pedí, notando que sus amigos me miraban temerosos. — ¿Doy miedo o por qué esas caras? — cuestioné, enarcando la ceja.
Todos asintieron.
— En fin, — suspiré. — ¿qué les parece si nos vamos de aquí y dejamos que Takemichi descanse un poco? — les sugerí, comenzando a caminar.
Los chicos me siguieron para ir hacia algún lugar con pasto o bancas disponibles. Lo único que escucho es al de lentes hablar y hablar sobre lo que increíble que se vio Takemichi al enfrentar a Kiyomasa, aunque aún así no negaba que en un momento si temió por la vida de su amigo.
— ¡Fue conmovedor! — dijo el más alto -de nombre Makoto-, acercando su rostro al de Take.
— ¿Eh? — el rubio los miraba totalmente incrédulo.
— ¡Llamaste la atención del increíble Mikey! ¡Y ni se diga de Raiko!
Hablan de mí como si yo no estuviera presente. Qué tiernos e idiotas.
