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Justo ahí, sentada al lado del príncipe en el gran jardín real, era como estar dentro de su sueño, salvo por un pequeño detalle.

Sakura desconfiaba de las capacidades del príncipe para gobernar.

La última vez que había visto a Naruto en persona fue cuando tenían doce años. En ese entonces él era muy inmaduro y seguía teniendo rasgos infantiles. Pero ahora, a seis años de haberse ido a estudiar alrededor del mundo junto a Jiraiya, podía verse un cambio muy notorio entre el preadolescente de aquel entonces, y el casi adulto que tenía en frente. Tanto sus modales como sus facciones habían madurado, y tenía un aire de confianza con un porte que era difícil de ignorar.

Sin darse cuenta, una pequeña sonrisa se formó en sus labios sin saber porqué, despertando la curiosidad de Naruto.

—¿Qué es tan divertido?, ¿tengo algo en la cara? —cuestionó a la vez que se tocaba el rostro en busca de ese algo.

—No, no es eso —negó con la cabeza—, es sólo que veo que su viaje lo ha favorecido de muchas maneras —confesó.

—Espero que eso signifique que ahora soy más guapo que antes —comentó de manera jocosa.

No pudo evitar reír ante su comentario. Naruto miró fascinado su acción y cuando Sakura se percató, éste de inmediato se giró para acariciar a Kurama.

—E-escuché que su discurso en la Academia causó sensación —cambió de tema para desviar la atención.

—¿De verdad? Me esforcé mucho para crear un discurso que impresionara a los demás y que fuera memorable.

—Pues al parecer lo logró, y por lo que me comentó mi madre, tiene mucho potencial para ser una líder.

—¿La Reina dijo eso? —preguntó con mucha emoción y brillo en los ojos, pues escuchar esas palabras salir de la boca del rubio sólo le provocaron más ilusión.

Naruto soltó una carcajada por su reacción y la chica se ruborizo al darse cuenta de que había mostrado demasiado entusiasmo.

—Eres muy divertida Sakura, ¿puedo llamarte por tú nombre?

—Por supuesto —contestó anonadada.

El silencio volvió a hacerse presente entre ellos dos, pero a diferencia de la primera vez, este era más ameno y el perro ayudaba bastante en eso.

Gracias a esta tranquilidad, Sakura se animó a interrogar al chico con la inquietud que la había llevado hasta ahí en primer lugar.

—¿Puedo hacerle una pregunta —cuestionó al chico y éste la observó interesado, dándole pie para continuar—: ¿Usted ya encontró a una persona para desposar? —soltó directa sin escatimar en sus palabras.

El rubio parpadeo desconcertado y la interrogante lo dejó sin palabras. Definitivamente no se esperaba aquello.

—¿A qué viene tu pregunta?

—Bueno —se acomodó un mechón detrás de la oreja—, como será coronado dentro de cuatro meses y la ley dicta que tiene que casarse a los dieciocho años, imaginé que quizás para este punto ya tendría una prometida —balbuceo nerviosa.

El joven príncipe pareció meditar su respuesta, pero al final terminó soltando una risita mientras negaba con la cabeza.

—Veo que sabes mucho sobre el tema —observó y Sakura sólo se limitó a encogerse de hombros—. Pero mi respuesta es no —miró hacia el cielo—. Aún no he encontrado a la indicada.

La jóven Baronesa casi suelta un suspiro de alivio al enterarse de que no era demasiado tarde.

—Bien —Naruto se levantó—, creo que es hora de volver a la fiesta, ¿Me permites? —le ofreció su guante el cual aceptó gustosa y juntos se encaminaron al jardín principal.

Nacida para ser ReinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora