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—Amm... ¿Quieres que te muestre algún lugar de Konoha? Puedo señalarlo desde aquí —habló el príncipe tratando de amenizar el ambiente y subió al tronco apresurado—. Mira, desde aquí se puede ver... ¡Ahg!

El grito del chico alertó a Sakura y se espanto al verlo tendido en el suelo tras su estrepitosa caída del tronco.

—¡Naruto! ¿Estás bien? —se agachó a su lado con evidente preocupación.

—Sí... no te preocupes —contestó el rubio tratando de disimular el dolor con su típica sonrisa.

A sabiendas de que no le estaba diciendo la verdad, la pelirosa lo escrutó de pies a cabeza para detectar una posible herida y la localizó en su brazo, el cual intentaba ocultar de ella.

—¡¿Cómo quieres que no me preocupe si mira como tienes el brazo?! —señaló la parte del cuerpo exasperada.

—No está tan mal... —musitó Naruto con una mueca—. Creo...

La muchacha se restregó ambas manos por la cara y respiró profundo para tranquilizarse y así proceder con lo siguiente.

—De acuerdo. Voy a examinar que tan grave es el asunto y veré si puedo hacer algo. ¿Estás de acuerdo con eso? —el chico asintió y esa fue su señal para actuar.

Con mucho cuidado, analizó el brazo de Naruto y su intuición fue confirmada: tenía el brazo roto. No obstante, era una fractura leve y no necesitaría de complicados procedimientos.

—Por suerte no es una fractura considerable, así que creo que vas a estar bien hasta que llegue la ayuda —explicó Sakura a la vez que sacaba su teléfono para llamar a Temari.

—¿Tardaré mucho en sanar? —interrogó el príncipe ahora sí demostrando preocupación—. Porque necesito el brazo para realizar mis deberes.

—No deberías, pero...

—Pero... —insistió.

—Naruto ¿Confías en mí? —Sakura lo observó fijamente.

La pregunta lo tomó totalmente desprevenido; mas sin embargo, la mirada determinante en sus ojos le dieron la seguridad necesaria para darle una respuesta.

—Confió en ti, Sakura —contestó el rubio con la misma determinación que la chica.

Tras escuchar la confirmación, agarró su brazo con firmeza y tiró de el para reacomodar el hueso en un procedimiento denominado reducción de huesos cerrado.

El alarido que recibió a cambio no fue para nada placentero, pero sabía que era primordial realizar esta técnica inmediatamente para que funcionara mejor y así pudiera recuperarse pronto. Posteriormente hizo una tablilla improvisada para inmovilizar el hueso y que así sanara mejor.

Al pasar el dolor, Naruto se percató de lo hecho por la Baronesa y no pudo más que sentir curiosidad por éstos talentos ocultos.

—¿Cómo es que sabes hacer todo esto? —inquirió con asombro.

—He sido voluntaria en el hospital central desde que tengo doce años, he aprendido algunas cosas ahí —respondió la pelirosa encogiéndose de hombros.

—Oh, cierto. Lo había olvidado —reparo Naruto con una sonrisa nostálgica.

A la muchacha también le contagió ese sentimiento y no pudo evitar recordar todas las veces que en el pasado se encontraron en hospital.

Shikamaru y Temari se demoraron en llegar al lugar debido a que no conocían bien el terreno, aunque al final lograron dar con ellos y transportarlos de vuelta al Castillo, donde recibieron al príncipe con gran fervor tras enterarse de que estaba herido. El médico Real lo revisó enseguida y se sorprendió enormemente al contemplar la tomografía y comprobar que el hueso había sido acomodado de forma correcta. También halagó las habilidades de Sakura y la felicitó por la tablilla improvisada, aunque terminó remplázandola por una férula profesional.

Nacida para ser ReinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora