38

116 20 8
                                    

Sakura continuaba su lucha por escapar de su confinamiento. Las paredes de su prisión eran frías, húmedas, y cubiertas de óxido y moho. Con cada paso, su corazón latía con más fuerza, impulsándola a seguir adelante en su búsqueda de libertad.

Múltiples puertas desfilaban por algunos de los pasillos; sin embargo, cada vez que abría una, lo único que encontraba eran estancias cerradas, oscuras y desconocidas, mientras el eco de sus propios pasos resonaba a su alrededor. Pero pronto, los sonidos de múltiples pasos resonaron en los corredores, alertando a Sakura de que no estaba sola.

Retrocedió instintivamente y dió la vuelta en una esquina, solo para encontrarse cara a cara con el guardia que la mantenía cautiva.

—¡Ven aquí! —exclamó el guardia mientras la tomaba de los brazos con fuerza.

—¡Suéltame!

Un instante de pánico se apoderó de ella mientras forcejeaban; pero, con un rápido movimiento, Sakura logró darle un pisotón con todas sus fuerzas, consiguiendo zafarse de él mientras seguía con su carrera para salir de ahí.

Finalmente, Sakura abrió la puerta más cercana y se refugió en la oscuridad de ahí. Su corazón palpitaba con fuerza en su pecho mientras escuchaba los ruidos de los pasos que resonaban en los pasillos, y las voces de personas desconocidas intercambiando órdenes que se entremezclaban en el aire cargado de tensión.

Con la mano cubriéndose la boca para sofocar su llanto, Sakura rogaba en silencio por pasar desapercibida, por no ser descubierta en su escondite. Cada segundo parecía una eternidad, mientras la ansiedad crecía dentro de ella.

De repente, la puerta se abrió de golpe, y Sakura, presa del pánico, comenzó a gritar y patear en un intento desesperado por defenderse. Pero unas manos firmes la detuvieron, y cuando levantó la mirada, se encontró con los ojos azules reconfortantes de Naruto.

Sakura quedó en shock, incapaz de reconocer si la persona que tenía delante era una ilusión o era real.

Transcurrió un latido para sentir el suave, pero a la vez firme, tacto de Naruto sobre ella, lo que le provocó un nudo en la garganta al caer en cuenta de que de verdad era él. Nadie más en el mundo la miraba de esa forma, y el azul de sus ojos era inconfundible. No podía ser nadie más que él.

—Naruto... —Un suspiro de alivio escapó de sus labios mientras se lanzaba a los brazos del rubio, con el miedo y la angustia desapareciendo al sentir su presencia familiar.

En ese abrazo, encontró consuelo y seguridad, tanto que llegó a olvidar las dudas que le estuvieron azotando y se refugió en el hecho de que Naruto, independientemente de sus razones, sí la había ido a buscar. Nunca debió dudar de él.

El abrazo entre Sakura y Naruto pareció durar una eternidad, como si el tiempo se hubiera detenido para permitirles ese momento de consuelo mutuo. Sin embargo, Naruto finalmente se separó de ella para inspeccionarla detenidamente.

—¿Estás bien? ¿Te hicieron daño? —preguntó mientras tocaba cada parte de su rostro con delicadeza.

Aquello solo provocó que el corazón de Sakura se estrujara.

—Naruto... Creí... —tragó saliva—Por un momento pensé que no vendrías a rescatarme —confesó entre sollozos.

Naruto la miró con determinación en los ojos.

—Sakura, jamás permitiría que alguien te hiciera daño. Lo juro —le aseguró.

Antes de que pudieran continuar su conversación, fueron interrumpidos por la llegada de Kakashi, quien estaba vestido todo de negro y con la mitad del rostro cubierto. Sakura lo reconoció de inmediato y sintió un alivio momentáneo al verlo.

Nacida para ser ReinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora