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La lluvia golpeaba las ventanas de la sala del Parlamento, creando un ambiente sombrío que reflejaba la tensión en el aire.

Los nobles estaban reunidos para determinar quién sería el próximo gobernante del reino, aunque estaba más que claro que los Hyuga eran los siguientes en la lista.

Todos coincidían en que el momento de Hiashi había llegado.

—Honorable Parlamento, sé que están esperando a que tome mi lugar como el siguiente en la lista. Sin embargo, debido a problemas de salud, no me queda más remedio que delegar esta gran responsabilidad a mi hija mayor para que cumpla con las obligaciones de la familia Hyuga —Hiashi sorprendió a todos al rechazar la oferta, causando conmoción entre los funcionarios, pues era bien sabido que él codiciaba el trono desde hace años.

Hinata, sentada en el rincón de la sala, se sentía incómoda bajo las miradas expectantes de los presentes. Aunque había sido preparada para este momento, la idea de convertirse en reina la abrumaba.

Entre murmullos y gestos de asentimiento, la atención se centró en Hinata, quien se puso de pie con timidez y sus mejillas teñidas de un ligero rubor.

No obstante, Shikamaru interrumpió el reciente entusiasmo que llenó la sala de reuniones.

Debía recordarles que no habían ganado todavía.

—Debemos considerar el futuro —declaró con su habitual serenidad—. El mandato de los Hyuga será breve, hasta que nazca el heredero y cumpla la mayoría de edad para gobernar.

Su declaración fue recibida con murmullos y asentimientos de acuerdo. Sin embargo, la mención de Sakura y su bebé pronto llenó la habitación de una nueva tensión. Hiashi frunció el ceño ante la mención del nombre de la joven, su desaprobación evidente en su mirada.

Pero Shikamaru continuó imperturbable.

—Independientemente de las circunstancias, el bebé que lleva la ex-reina sigue siendo parte de la familia principal y debe ser considerado en la sucesión —miró a Hiashi con rebeldía, pues nadie además de ellos sabían el estado real de Sakura. En lo que a los demás concierne, ella se encontraba aislada en un lugar seguro esperando su sentencia.

En ese momento, Danzo irrumpió en la sala con su habitual astucia, siempre maquinando en las sombras.

—Espero que las autoridades estén tomando las medidas necesarias con respecto a la ex-reina y su situación —declaró con frialdad—. Mientras tanto, no podemos permitir que el reino pase un segundo más sin un regente a cargo. Ya hemos visto el caos que eso provoca. Así que sugiero que la señorita Hyuga sea coronada aquí mismo y de inmediato.

La mirada de Shikamaru se oscureció ante la insistencia de Danzo, pero sabía que no había margen para aplazar más ese momento. Solo esperaba que Naruto se diera prisa con el plan que se traía en manos.

Con un suspiro resignado, se levantó de su asiento y dio instrucciones rápidas.

—Manden a traer la constitución, al sacerdote y los instrumentos necesarios. La coronación de la señorita Hyuga se llevará a cabo aquí mismo —ordenó, con la resignación marcando cada palabra.

Mientras tanto, Danzo observaba la escena con una satisfacción apenas disimulada. Su plan estaba avanzando sin contratiempos, y pronto tendría el control total sobre Konoha. Sin embargo, sabía que debía permanecer alerta, pues aún quedaban obstáculos por superar en su camino hacia el poder absoluto.

[...]
El aire pesado del distrito Uchiha envolvía a Naruto y Kakashi mientras se adentraban más en las oscuras calles.

Naruto no podía evitar sentir un nudo en el estómago al ver el deterioro del lugar prohibido que también sirvió de hogar para algunas personas.

Nacida para ser ReinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora