Entre libros y una tormenta

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Lan Zhan estaba acostumbrada a la soledad de su hogar.

Vivió durante muchos años atrapada en ese remoto lugar del mundo donde existían reglas y pautas que seguir al pie de la letra, como si fueran los requisitos para vivir una vida plena y saludable.

No era así; en todo caso, te salvabas de tener papilas gustativas funcionales y de no ceder ante los deseos impuros de tu cuerpo y mente. No es como si Lan Zhan se quejara abiertamente, pero una vez pisada la vida real, era inevitable mirar hacia atrás y fruncir el ceño con un poco de incredulidad.

Lan Huan un día le dijo que sus antepasados tuvieron serios problemas con el control de sus impulsos, y que, desgraciadamente, quedaron afectados por ello. La única solución que vieron fue crear tantas reglas como fueran posibles para que las generaciones futuras tuvieran un mejor desempeño académico, social e interno.

En todo caso, el deseo que lo llevó a alejarse de las montañas que pertenecían a su familia fue el golpe de realización que le llegó después de conocer a su mejor amigo. Wei Ying. Los dioses estaban preparando su encuentro, porque cuando lo vio por primera vez, fue como una bofetada dura y divertida que juraba decir: la vida no es sólo reglas y aburrimiento. El cómo su relación mutó desde desconocidos ambiguos a amigos que se contaban casi todo, todavía es un misterio para ella. Pero, hoy en día, es la única persona que la conoce tan bien, además de su propio hermano mayor.

Acostumbrada como está al ambiente de soledad y al legendario silencio, todavía se siente indefinidamente fuera de lugar cuando su tienda de libros se queda en silencio. Y es que la temporada no da para mucho. Caiyi es una ciudad extremadamente fría durante las temporadas de otoño e invierno, casi como si quisiera asfixiar con el frío a todos. La nieve es un problema para los autos que necesitan llegar rápido a sus trabajos y para ella misma, que debe barrer buenas cantidades de nieve acumulada frente a la puerta de la librería.

Hoy no es un día distinto a ese. O puede que sí. La ventisca es feroz a comparación de la tarde anterior, y no hay una pizca de inflexión en la caída de copos de nieve. La gente parece reacia a abandonar sus cálidos hogares para comprar libros. Lan Zhan los comprende. Ella misma había querido quedarse en casa, con una buena taza de té humeante y leer esa saga que lleva prometiendo leer desde hace años. Calcetines felpudos y un abrigo de lana habría complementado su comodidad.

Se había establecido una especie de rutina en la vida de Lan Zhan. 

Todos los domingos cerraría temprano e iría junto a Wei Ying al bar cerca de la casa del último y hablarían de todo un poco, con Lan Zhan probando cócteles esporádicamente y Wei Ying bebiéndose una canasta entera de ese licor que tanto amaba. Pero, bueno, Wei Ying había llamado a último momento diciendo que estaría ocupado con algunas cosas del almacén de arte, y que no podría visitarlo porque estaba esperando a un buen amigo de YunMeng que lo visitaría, o algo así. Lo cual no era una sorpresa en sí. Wei Ying conocía a gente de otras ciudades debido a su trabajo, y su personalidad excéntrica lo llevó a más público. Sin embargo, amigos había pocos. Sólo estaba este particular personaje desconocido recién mencionado y él mismo.

Lan Zhan, de todos modos, fue a su tienda. Se había vestido y preparado para el día, después de todo. Regresar sería una pérdida de tiempo. Así que se puso los guantes y el gorro de lana que Lan Huan tejió para ella hace un buen tiempo y comenzó a barrer, arreglar las estanterías y los almanaques. Revisó los libros de cuentas, preparó té y sacó un nuevo paquete de galletas de avena. Incluso encendió la radio que su tío le obsequió cuando visitó por primera vez la tienda. Buscó el canal de música clásica y dejó que el piano y el violín envolvieran su mundo.

Eso, hasta que el sonido de su estúpida calefacción fue un ruido espantoso y similar a una rana muriendo como para obligarlo a echarle un vistazo. 

Bueno, decir que estaba dañada era poco. Hacía zumbidos escalofriantes y se movía como si hubiera sido poseída por algún demonio de los que Wei Ying suele pintar.

Ventisca de Invierno 🌨️ ZHANCHENG FEM ¡!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora