07 | Extraña relación

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07 | Extraña relación

Benjamín

Vanily me había echado del hospital cuando despertó en la madrugada para darse cuenta de que estaba medio dormido en la silla, con su mano todavía sosteniendo la mía. Al principio me había visto renuente a abandonar el hospital, seguía sintiendo esa sensación de que las podían empeorar en cualquier momento.

Claro que ella había descartado todas mis preocupaciones agitando una mano. Me dijo que lo más probable era que la adrenalina del momento todavía estuviera haciendo efecto en mí y por eso me sentía así. Me aseguró más de una vez que no pasaba nada, que ya estaba todo controlado y que podía irme a casa a descansar.

Le dije que lo haría solo si intercambiábamos números para que pudiera estar al tanto de cómo evolucionaba su situación. Quería estar cien por ciento seguro de que ella estaba totalmente bien y saber cuando dejara el hospital. Sabía que por la mañana tendría que ir a trabajar, así que no podría ir a verla.

Vanily accedió con una sonrisa divertida, intercambiamos números y yo me marché un poco más tranquilo sabiendo que estaba mejor y que Amy se quedaría cuidándola. Que al menos no estaría sola.

Y comprobé que era verdad su teoría cuando llegué a casa y me dejé caer a la cama como una piedra cae dentro de una poza. Apenas logré cambiarme de ropa y no supe más hasta que sonó el despertador.

Así que aquí estaba preparando el desayuno, mientras le enviaba un mensaje a Vanily —como había prometido—, para saber cómo había pasado la noche.

Benjamín

«Buenos días, Van. ¿Cómo va todo? ¿Dormiste bien? ¿Te sientes mejor?».

Envié el mensaje y dejé el celular a un lado mientras me concentraba en los panqueques que estaba haciendo.

Era una mañana lluviosa, estábamos a mediados de primavera y no era raro que lloviera, pero las lluvias se habían mantenido escasas las últimas semanas hasta hoy. Lo que quería decir que, si para cuando tuviera que irme no había dejado de llover, tendría que llevar impermeable al trabajo.

Odiaba usar sombrillas, tener que sostener un bastón con una tela en forma de medio círculo cóncavo que el aire podía llevarse en cualquier momento... no, no era mi cosa favorita en el mundo. Prefería la practicidad de un abrigo impermeable.

El mensaje llegó justo después de que sacara los panqueques del sartén. Y por alguna razón, el corazón me latió un poquito más rápido de lo normal.

Van

«Guau, tres preguntas en un solo mensaje. Alguien está preocupado, eh».

Casi me indigné por su mensaje, pero el siguiente llegó y no pude hacer nada más que sonreír con humor.

Estoy bien, mamá gallina. Acabo de desayunar, aunque estuvo bien, la gelatina no tiene muy buen sabor.

Eché rápidamente la mezcla en la sartén y mientras se cocían, respondí.

Benjamín

«Oh, pobre señorita, sus papilas gustativas se ofendieron porque no le dieron suficiente azúcar. ¿Gustas panqueques?»

Y agregué una foto de la pila que ya estaba hecha.

«¿A qué horas te vas del hospital?»

Hecha de viniloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora