08 | Viejos sentimientos

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08 | Viejos sentimientos

Vanily

Amy se paseaba de un lado al otro por la habitación sin parar, incluso temí que fuera a dejar un hoyo en el piso. Se mordía el labio con nerviosismo y murmuraba cosas que a veces no llegaba a entender.

Se había aparecido en mi puerta tocando sin parar para contarme que Joe la había invitado a un viaje de fin de semana, pero eso no era todo: la invitación era para toda su familia. Lo que tenía a Amy divagando sobre lo preocupada que estaba sobre si eso era una buena idea.

Llevaban apenas unas semanas saliendo y, por supuesto, Amy no pensaba presentarle a su familia tan pronto, pero ocurrieron una serie de situaciones en las que fue imposible que no las conociera. Primero conoció a Grace en la cafetería y por último se encontró con Clarise y Jocelyn frente al edificio.

Ambas situaciones fueron fortuitas y a Amy no le quedó de otra que presentarlos entre sí.

Joseph lo había tomado con normalidad, parecía ir en serio con Amy porque no había mostrado problema alguno con conocer a su familia de forma tan prematura.

—¿Crees que esto sea buena idea? Una cosa es que las haya conocido y otra este viaje, quizás es demasiado pronto. —Sus ojos estaban llenos de dudas y no dejaba de mover las manos—. ¿Qué debería hacer?

Amy me miró en busca de una respuesta a todas sus dudas, realmente parecía insegura sobre el viaje.

—¿Qué es lo que temes que suceda en ese viaje? —pregunté, porque sabía que era experta en crearse películas en la cabeza.

Ella miró hacia otro lado. Bingo.

—No lo sé —se mordió el labio inferior—, tal vez, que vea cómo es toda esta dinámica con mi familia y decida que no lo vale. Quizás deberíamos ir más despacio.

Si esas palabras salían de su boca, solo significaba que Amy se estaba enamorando. Y aquello me preocupaba un poco, si debía admitirlo.

Sacudí la cabeza, tal vez estaba llevándolo demasiado lejos. Me levanté de la cama y caminé hasta estar frente a ella.

—Todas tus preocupaciones son válidas, pero no puedes tomar decisiones con base en tus miedos. La pregunta que deberías hacerte es: ¿Quieres ir a ese viaje? Si la respuesta es que te emociona, ve. Si la respuesta es que no estás lista para hacer ese viaje, díselo.

Amy se había quedado mirándome, expectante, y tras mis palabras una de sus comisuras se elevó.

—Sí me emociona la idea de este fin de semana con él y mi familia. Que los conozca mejor, que me conozca mejor.

—Asunto resuelto. No pienses demasiado.

Su sonrisa se ensanchó.

—Ese consejo sería tu marca personal si no lo usaras solo cuando se trata de discutir con señores mayores salidos de las cavernas que tienen una vena asesina.

Un escalofrío me recorrió ante la mención de ese tipo. Lo dejé pasar, no quería arruinar el momento.

Forcé una sonrisa.

—Me siento personalmente atacada, te doy un consejo y me echas mis errores a la cara.

—Es que no tienen desperdicio —rio ella, después hizo una mueca—. ¿Estás segura de que no puedes venir? Me vendría muy bien tenerte como apoyo ahí.

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