03 | Tú no eres mi padre

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03 | Tú no eres mi padre

Benjamín

Los días después de la gala fueron bastante tranquilos. Aquello era lo usual tras semanas de preparación para la exposición de un talento —como Kara los llamaba— y el cierre de la misma. Normalmente teníamos que correr para las siguientes exposiciones programadas, pero la de anoche había sido la última de la temporada. El calendario para la segunda mitad de la primavera estaba vacío y en espera de ser llenado.

El ritmo se reducía durante los días post cierre de agenda, pero de igual manera teníamos que seleccionar los siguientes talentos para la temporada. Revisar solicitudes y demás. Aunque para Kara Williams no había semanas tranquilas, se la había pasado de junta en junta desde el cierre.

Si yo pensaba que era productivo, solo había que verla a ella para saber que era un vago en comparación.

La mañana iba bastante tranquila, estábamos Dani —la otra asistente de Kara— y yo en el vestíbulo donde estaban nuestros escritorios, previo a la sala de reuniones y la oficina principal de Kara. Quien ya se encontraba en su tercera reunión de la mañana a un ritmo más agitado que el nuestro. Mi escritorio estaba frente al de Dani y siempre conversábamos cuando no estábamos trabajando.

Hoy me había tocado venir más temprano que mi horario de llegada porque mi jefa se había puesto en modo malhumor, alegando que necesitaba enviados para hoy los correos a las personas que asistirían a las reuniones de las próximas semanas. Para esta hora de la mañana yo ya estaba bostezando y me sostenía solamente con cafeína.

—Aquí tienes. —Un vaso extra grande aterrizó en mi escritorio, fruncí el ceño, recordaba haber pedido uno mediano—. No me mires así, parece que vas a caerte de la silla. Necesitas la cafeína.

Resoplé, pero tomé el vaso de todos modos y le di un sorbo. El amargor del líquido pasó por mi garganta e hice una mueca.

—¿No podías ponerle un poco de azúcar?

—Es más efectivo así —dijo, dándole un sorbo a su propio café y volcando toda su atención en la pantalla frente a ella. Añadió—: De nada.

Le hice un gesto vulgar y ella solo se rio, todavía sin mirar en mi dirección.

—¿Es lo mejor que tienes?

Iba a replicar, pero alguien irrumpió en el vestíbulo. Joe Williams apareció por la puerta principal y caminó hasta llegar a Dani, quien apenas apartó un segundo se atención de la computadora para mirarlo.

—Hola, Danielle, ¿cómo estás?

—No tienes que ser amable, Joseph, salimos un par de veces.

Él levantó sus manos en son de paz, manteniendo la distancia.

—Es cortesía básica, pero como quieras. Necesito hablar con mi hermana, ¿se puede?

—La señorita Williams está en una reunión. —Hizo una pausa, mirándolo de reojo con indiferencia—. Y va a tardar.

—En ese caso la esperaré, si no te molesta, Dani.

Ella se encogió de hombros, restándole importancia.

Joe se sentó en uno de los sillones de espera en la otra esquina de la habitación. El pobre parecía confuso e incluso un poco dolido por la actitud de Dani hacia él. La habitación se volvió demasiado silenciosa y me atrevería a decir que había un aire incómodo que cortaba el ambiente.

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