Capítulo 13: El Rincón de un The Killer

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Quería soltar una risa al verlo pero me contuve, claro. Este tipo no tenía pinta de que le pareciera gracioso algo en este momento. Su seriedad era visible a través de esa enorme sonrisa tallada en su rostro. Al igual que Nina tenía. Solo que en él... bueno, se veía de una forma un tanto... graciosa.

—Voy a volver a repetirlo—. Se acercó un paso hacia mí, sus manos estaban dentro de los bolsillos de aquella sucia sudadera blanca. —¿Qué estás haciendo aquí? — su voz sonó más demandante de lo que su presencia despreocupada daba a entender. Tragué saliva, ¿debía contestar? Y de no hacerlo ¿qué pasaría?

Aún puedo escapar... Solo éramos él y yo, y el lugar estaba totalmente abierto, así que tenía ventaja de correr. Y fue lo que hice. Sin decir nada, pegué media vuelta y corrí por el lado contrario. No escuché que me perseguía, ni siquiera dijo nada. Vaya, que tipo raro... 

Corrí y corrí, las hojas y ramas siendo pisadas de nuevo por mí, y mi respiración volvió a agitarse. ¿Cuándo encontraré una salida de este maldito bosque? ¿Por qué parecía infinito?

Y, como si fuera algo muy obvio, caí. Me sentí como Alicia cuando caía dentro de aquel árbol, con la diferencia de que yo encontré el suelo mucho más rápido. Mi cara se estampó contra la tierra y sentí parte de mi cuerpo golpeado entumecerse al instante.

Cuando quise reaccionar y levantarme, la voz de aquel chico volvió a hacer presencia.

—¿Creíste que te iba a dejar ir tan rápido?

Pues sí. Aunque por algo sentí que el que me haya dejado ir sin perseguirme era porque tenía un As bajo la manga.

—Primor, tu bonita cara de inocencia me encanta—. ¿Primor? ¿A qué me recuerda eso? —Ahora prepárate para dormir.

Extrañamente el pozo empezó a llenarse de un raro humo color blanco. El sueño me invadió en un instante y por más que luché por no dormirme, mis ojos traicioneros se cerraron completamente.

(...)

Desperté amarrada a una silla. Genial, realmente me siento como en una película, no obstante sé que mi príncipe azul no llegará, así que espero mi muerte en cualquier momento. Con un rayo de esperanza de poder salvarme.

Miré a mi alrededor encontrándome con mesas y objetos que claramente eran para herir y hacer mucho daño -en este caso- a una persona, ya que dudo que este sea un cuarto donde prepararán una fiesta de cumpleaños. La única piñata aquí es mi cabeza que la explotarán con un martillo.

El suelo tenía manchas de un curioso líquido bordó y las paredes contenían marcas de manos de aquéllos que se aferraron a la vida por unos segundos.

Pensar en eso me daba escalofríos. No quería maginar el sufrimiento de esas personas ni mucho menos imaginar el que me espera a mí.

Mi corazón se detuvo al escuchar unas pisadas acercarse a la habitación. Volver a ver a este chico y su apariencia ridícula no era algo que me haría feliz, pero aquí lo tenía, con una sonrisa un tanto característica y unos ojos que podrían ser de ensueño.

Soltó una risita e hizo una mueca pensativo.

—Preciosa —, Habló en un tono dulce. —tengo unas ganas de destrozarte cual pastelito y devorarte como si fueras el dulce más rico del mundo.

—¿Debería sentirme halagada?

—No—. Su expresión cambió a uno serio y se acercó a pasos rápidos, tomó con su mano mi cuello presionando levemente. Su rostro estaba muy cerca del mío, cosa que hacía que nuestras respiraciones se mezclaran. —¿Quieres enseñarme que tan delicioso gritas? —las comisuras de sus labios se levantaron levemente.

Maldito Estocolmo - Ticci TobyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora