Capítulo 8: Tus reglas

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—¿Se supone que deba seguir estas reglas?— pregunté mirando aquel papel entre mis manos. Toby suspiró cansado y se acercó unos pasos hacia mi, tomó el papel que tenía y caminó hacia la heladera donde lo colgó con un imán con forma de zanahoria.

—Si son reglas obviamente las vas a cumplir— me miró —Leelas, aprendelas, y cumplelas. Solo eso te pido.— pasó por mi costado en dirección a la sala, yo lo seguí con mi vista —De lo contrario tendré que tomar otras medidas para mantenerte aquí.

—¿A qué te refieres?

—Que te encadenare— Que directo. Bueno, quizás cumplirlas será lo mejor.

Caminé hacia la heladera para volver a ver ese papel.

Reglas:

• No salir.
• Mantener las cortinas de las ventanas cerradas.
• No abrirle la puerta a nadie.
• No buscar ayuda.
• No gritar .
• No tratar de escapar.
• Ser obediente.
• No hablar con personas provenientes de afuera.

Bien. Un poco más y también ponía "no respirar".

—¿Crees que funcione?— lo miré.

—No.

—¿Entonces?

—Muchas preguntas ¿no crees?— caminé hacia la habitación, no había nada más que saber. O quizás si pero no sabía si arriesgarme.

Ticci Toby es un tipo raro, claramente. Desde un principio, a simple vista te darás cuenta y a medida que pasas más tiempo con él empezarás a descubrir otras facetas.

Sus tics aparecen cada tanto, y lo hacen mayormente cuando está muy enojado. La vez que habló sobre su madre supe que esos movimientos con su cabeza eran provocados por el enojo hacia su padre.

Luego está otro hecho que acabo de descubrir. Habla solo, o quizás ve algo que yo no. Y habla con esa cosa, no escucho muy bien su conversación, solo le susurra a la nada.

La primera noche en aquella cabaña fue tranquila. Yo dormí en la habitación mientras que Toby se quedó en la sala, recostado en aquel sillón grande. Supongo que cuidando la puerta principal. Aunque no es tonto y seguramente tiene llave.

La segunda noche fue la que hizo que descubriera que hablaba solo. Me había despertado y tenía sed asi que fui por un poco de agua y a medida que llegaba a la sala escuché unos susurros. Al asomarme vi que Toby estaba parado mirando hacia una pared y le hablaba. No dije nada y simplemente regresé a la habitación. Olvida el agua, no pensaba acercarme más a ese tipo.

Y ahora estamos de nuevo en la habitación. No hay mucho que hacer ni tampoco lo tengo permitido. La ventana de la habitación ahora tiene una cortina que lo cubre todo. Quisiera acercarme y ver, al menos eso me distraeria un poco. Pero, incluso si él está del otro lado de la cabaña siento que me observa de lejos, que si me acerco aunque sea un poquito a la ventana se daría cuenta.

Suspire cansada. Es lo mismo que estar en una celda o una habitación mágica encerrada.

Ahora que lo pienso... ¿como me trajo hasta aquí? O sea, dijo que él me había traído pero no como, ni que pasó, ni nada.

Mmh.

—Toby...— lo llamé saliendo de la habitación y me acerqué hacia la sala cruzando el pasillo.

—¿Qué sucede?— escuché su voz estando cerca. Estaba apoyado en la pared cerca de la puerta principal.

—Emm, ¿cómo me trajiste a este lugar?— sentí su mirada pero por alguna razón yo no quería verlo. Mis ojos viajaron por los muebles, la ventana y el piso. ¿Por qué me siento nerviosa? Oí un suspiro y de reojo vi que caminó hacia mi.

—Mírame— se detuvo en frente. No lo mires. Un espacio pequeño nos separaba. No hice caso y con su mano tomó mi mentón haciendo que levante mi cabeza bruscamente. —He dicho que me mires— ¿Por qué tiene un porte de autoridad enorme?

Miré aquellos ojos marrones que no transmitían absolutamente nada mientras que los míos seguramente temblaban de miedo.

—Repite lo que preguntaste.

Silencio.

—Tn, repítelo.

Más silencio.

—¡¿Por qué no obedeces carajo?!— alzó la voz y por lo consiguiente bajé la cabeza cerrando mis ojos un poco. Hasta cierto punto daba miedo.

—Lo siento— murmure. ¿Por qué me disculpaba? ¿Por qué tenía esa necesidad de hacerlo? ¿Qué hice mal?

—¿Lo sientes?— habló cerca de mi oído haciendo que mi cuerpo se tensara por tanta cercanía. —Ja, o sea— se alejó un poco mirando hacia un lado y regresó a estar cerca de mi. —¿Vienes aquí a interrumpir mi paz mental y encima evitas mirarme a la cara?— tomó mi mentón de nuevo y giró mi rostro para verlo —Quiero que tus ojos solo me vean a mi ¿oíste bien?

Asenti. Soltó un suspiro seguido de una pequeña sonrisa. Caminó hasta la sala sentándose en el sillón largo e hizo palmadas sobre el mismo indicandome que me sentara.

—Ven, te contaré todo— me senté cerca de él pero a la vez tomando cierta distancia atenta a sus palabras. —Para aclarar algunas cosas— asentí —No eres nadie especial, cuando entramos a tu casa no lo hicimos porque sabíamos que estabas ahí. Ni siquiera sabemos a quienes estamos atacando, solo lo hacemos al azar y por simple placer. De esta forma, el hecho de que hayas estado encerrada en aquel lugar fue por lo mismo, casualidad y diversión para nosotros. Otras personas pasaron por el mismo lugar y nunca supimos sus nombres.

Triste, pero me lo esperaba. ¿Quién soy yo para creerme la gran cosa? Una simple mortal con mala suerte.

O quizás suerte. No sé si al final del día él acabará matandome.

—Ahora, sé que te traje aquí pero tú no sabes como pasó. No fue algo planeado— siguió hablando mientras movía sus manos —De hecho vi la oportunidad y la aproveché, porque cuando te saqué del cuarto mágico mientras caminamos por el pasillo tú te desmayaste. Tu cuerpo estaba sin fuerzas y era lógico que de tanto intento de escape en algún momento te quedarías totalmente sin energía. Entonces te levanté y como sabía que Slenderman ni ninguno de los otros chicos estaría simplemente salí.— ¿Así de fácil?

No sabía que pensar ni que decir. O sea, me hice ideas muy locas de él peleando con otros mientras me traía y cosas así pero no algo tan sencillo como lo que me contaba.

—Te traje por un impulso, una idea loca de mi. ¿Quedó claro?— su mirada chocó con la mía y asenti. Finalmente se levantó del sillón. —Voy a salir esta noche, mas te vale no hacer ninguna locura. Conoces las reglas, cumplelas o sufre las consecuencias.

Maldito Estocolmo - Ticci TobyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora