El futuro tiene muchos nombres.
Para los débiles es lo inalcanzable.
Para los temerosos, lo desconocido.
Para los valientes es la oportunidad.
Víctor Hugo.
Mendoza, Argentina, 1985.
El día fue agotador para muchos en el viñedo, en especial para la familia Ibáñez, que había trabajado como loca durante toda esa jornada, donde el sol acechaba cada vez con más fuerza.
-Feliciano, es hora de contratar a alguien que nos ayude, porque después del nacimiento de Emilia se nos hace imposible hacer todo nosotros solos - dijo Amalia Blanco, propietaria del gran viñedo.
-Pondemos poner un aviso en el diario para que vengan a trabajar con nosotros especialistas en la vid - contestó Feliciano Ibáñez, su esposo.
-Sería lo adecuado.
Amalia Blanco y Feliciano Ibáñez eran un matrimonio como pocos que quedaban en Argentina, por el buen vivir y pasar económico. Todos estaban muy alborotados por la hiperinflación que estaba impactando en el país. El gobierno del presidente radical, Raúl Ricardo Alfonsín. Los argentinos no tenían calma, puesto que su nación pasaba un momento difícil por todo lo que había dejado la dictadura militar. A pesar de ello, esta pareja tomaba las cosas con mucha tranquilidad.
Los días pasaban y nadie aparecía en el viñedo. Solo estaban ellos dos para trabajar. En varias ocasiones, a Amalia se le hacía imposible continuar porque tenía que cuidar a su hija que tenía un par de meses nada más. El que trabajaba duro era Feliciano, puesto que era la época con la que había que tener mayor dedicación, los meses de febrero a mayo eran claves para la vendimia y él era el encargado.
El gran día llegó para el viñedo, una familia compuesta de una pareja con un hijo se presentó para trabajar con ellos.
- ¡Hola! Mi nombre es Estanislao Alegra y ella es mi señora, Josefina Santos, venimos porque nos interesaría trabajar en su viñedo- dijo el padre de la familia.
Los Alegra le entregaron un curriculum y Feliciano analizó todo lo que habían hecho a lo largo de su vida. Definitivamente ellos eran los indicados para realizar las tareas requeridas, puesto que habían tenido buenas experiencias en otro viñedo reconocido.
-Sería un placer, me gustaría que empezaran mañana- dijo Feliciano.
-Nos agradaría. Además, tenemos otro integrante en la familia: nuestro hijo Antonio, de tres años.
Feliciano acarició al pequeño rubio de ojos azules.
- Están contratados- concluyó Feliciano.
- Gracias.
- Va a ser todo un placer que se ocupen en nuestro campo. No quisimos trabajar más con nuestros socios anteriores, los Barcelona, por problemas personales y económicos- exclamó.
Feliciano les enseñó la casa dónde vivirían y acordaron cuánto sería el mensual que recibirían. La familia aceptó con gratitud.
Al día siguiente empezaron a trabajar en un clima de paz y tranquilidad.
Al matrimonio Ibáñez les agradaba la idea de compartir su labor con la hermosa familia Alegra, que, sin lugar a dudas, serían eficaz para el trabajo.

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Después de la lluvia
Любовные романыEmilia Ibáñez, una joven fotógrafa y periodista, será la encargada de sacar fotos al famoso viñedo Aromas y Sabores, de Antonio Alegra, en los Valles Calchaquíes. Poco a poco, irán comprendiendo que los hilos de sus destinos estaban unidos desde sie...