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La primera justicia es la conciencia.

Víctor Hugo.

Mendoza, Argentina, 1986.

El plan de los Alegra seguía en pie y se estaba llevando a cabo con suma astucia. Todo se estaba volviendo más difícil, mientras el tiempo pasaba. La familia Alegra seguía produciendo en exceso vinos, que estos los escondían por toda la bodega, para que los Ibáñez no los vieran y no se dieran cuenta de lo que estaban haciendo.

Un buen día, después de tantos, Feliciano decidió ir a la bodega para contar los vinos que se habían hecho durante todo el mes y se impresionó al ver que eran más de cinco mil unidades.

- ¡Ustedes están locos! - reaccionó Feliciano.

- Lo lamentamos, señor- dijeron al unísono Josefina y Estanislao.

- Hicieron un sobrestock de producción. Ahora no sabemos a qué mercados vender esos vinos- exclamaba a gritos Feliciano.

- Pero mientras mas viejos son, mas cotización tiene – susurró Estanislao.

- Ya sé que es asi, Estanislao, pero no podemos arriesgar a producir tanto por como esta la economía de nuestro país. Fui claro en decirles que se debían fabricar lo justo y necesario.

Después de un gran silencio, donde los Alegra se sintieron incómodos, Feliciano les anunció:

- Están despedidos.

Los Alegra no dijeron nada más. Se fueron con la cabeza gacha y se retiraron sin dejar rastro.

Amalia no llegaba a comprender lo que su esposo le había contado hacía días. Los Alegra no les hacían caso a sus órdenes, habían producido más vinos de los pactados, un sobrestock sin tener a quien venderlo produciría más problemas de los esperados. Temían de ir a la quiebra, ya que la economía en esos años no era la mejor de todas.

- ¡No puedo creer lo que han hicieron estas personas! - dijo Feliciano con bronca.

- Tratemos de tranquilizarnos, no vamos a llegar a ninguna parte poniéndonos eufóricos y nerviosos. Vas a ver que los vinos se van a vender a otros mercados. Para bien o para mal los vinos se van a vender – exclamó Amalia con fe.

- ¿A quién? ¡¿A quién?! ¡La economía del país está cada vez más tambaleada! ¡Cómo podremos resolver esto! - exclamó eufórico Feliciano.

Por el otro lado, los Alegra ya cumplieron con la parte que los Barcelona les habían pedido y fueron pagados y su hijo Antonio ya estaba fuera de peligro. El niño eran el intermediario de ese malevo plan: si cumplían, estaba fuera de peligro sino iba a ser asesinado. Estaban apenados de lo que habían hecho, pero no tenían escapatoria, estaban entre la espada y la pared. Una horrible situación. 

Después de la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora