Capítulo 1

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Busco como una maldita loca el insoportable y horrible uniforme del instituto que consiste en una blusa blanca, enagua de jeans volada con dos pliegues y botas negras, no puede faltar la corbata azul con rayas blancas.

¡Aasshh! ¿Dónde estás cuando te necesito? Golpeo el piso fuertemente al no recordar dónde cojines tiré el uniforme.

¡Oh! Lo siento no me he presentado, me llamo Jade Francis y soy una tipa desordenada, chiflada, antipática, siempre quiero que hagan lo que ordeno, cuando me cabreo soy como el demonio en persona pero también puedo ser la más adorable y tierna de este universo.

Cuando al fin encuentro mi uniforme tendido debajo de mi cama, bajo las escaleras con la vestimenta puesta y miro a papá tomando su café diario.

—Buenos días— digo abriendo el refrigerador buscando algo para desayunar pero la verdad es que no tengo apetito y si no ingiero algo pues quién tolera a mi santa madre reprimiéndome, así que selecciono los ingredientes para hacer un sándwich y el grandioso chocolate.

—Buenos días Jade— dice mi padre mientras termina su café para levantarse.

La familiaridad con mi padre tiene cierta dificultad, ya que es un papá aislado de cualquier atención hacia su única hija, realmente es afligido, no solamente se trata de proporcionar lo material sino también el afecto que normalmente un padre demuestra a su hijo, en esta ocasión carezco de un hombre que me entregue el afecto esperado pero por lo menos tengo la educación y cuidado de mi madre, que es más que suficiente para mi opinión.

Por cierto ¿Dónde estará mamá?

—¿Y dónde está mamá?— le pregunto a mi padre mientras baja las escaleras para marcharse a su trabajo.

—En el hospital, dijo que tenía que llevar a tu abuela para que le aplicarán unos análisis. Adiós Jade, pórtate bien— papá grita antes de cerrar la puerta.

—Adiós papá— susurro para mí misma.

Miro el reloj del comedor y bufo todavía es... ¡¿Qué?! ¡Dios! Son las 7:40 a.m y el autobús pasa a las 7:45 a.m, corro hacia el baño de mi dormitorio, me lavo los dientes lo más veloz que puedo, me monto mi mochila al hombro y me apresuro hacia la parada del autobús, casi choco con mamá.

—¡Por Dios! Jade ten más cuidado pareces una salvaje— me regaña mi madre con los ojos como platos al verme salir tan apresurada.

—Yo también te amo mamá, y recoge mi desayuno, por favor, se me olvido por la prisa. Adiós mamá— exclamo gritando.

Me inclino hacia abajo respirando agitadamente después de haber llegado a la parada, el autobús se detiene, me subo y veo a una de mis amigas con el asiento desocupado, me siento en el asiento que siempre me guarda Conny, a esta rubia ególatra de ojos verdes pequeños, piel blanca como la leche, cuerpo grueso pero con atributos; la conozco desde primer año de secundaria, cuando la profesora de historia formó grupos y nos tocó juntas con otras compañeras más del salón y de ahí nos unimos.

—¡Hola Conny! ¿Qué tal tu fin de semana? Aunque veo que pareces una pipi de perro— replico observando lo "bronceada" que se encuentra.

—Ayy hola mi querida Jade, tu siempre con tus espléndidos comentarios— dice rodando los ojos— y mira quién habla, pareces Frankenstein— me saca la lengua— bueno si, fui a relajarme un rato a la playa y no te imaginas los chicos que vi, ¡Ohhh Dios! Tan sexys— se muerde el labio inferior y lo suelta lentamente.

—Pues, alguien llamado Ian no me dejó dormir muy bien que digamos— hago un gesto desagradable— tú sólo ves boxers andantes, apuesto que no contemplaste lo mágico que son nuestras playas, la naturaleza de nuestro país— digo colocando una mano en mi pecho, fingiendo lo tanto que amaba la naturaleza.

Mi ángel vestido de donjuán.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora