Mi ángel vestido de donjuán.

Capítulo 18

Observo cada mansión que se encuentran postrada en el lugar, hay mansiones más inmensas que otras, de diferentes colores, distintos materiales, unas delicadamente cuidadas, otras no tanto. A veces me pregunto cómo sería la vida llena de lujos, vivir en una mansión donde podría vivir la mitad de un pueblo pobre que no posee un lugar donde dormir sin estar empapado por las lluvias o morir de frío en la madrugadas, como sería vivir en la alta sociedad, como sería tener habitación con una decoración de varios ceros, con un closet lleno de ropa que compras todos los días, con un tocador lleno de maquillaje de diferentes marcas o colores.

Siendo realista a todos nos gustaría una vida así para darnos alguno que otro lujo, la mayoría de los jóvenes sólo piensan en el qué dirán, por esa misma razón se esmeran tanto en la ropa que visten o en el teléfono que andan, sin embargo la mayoría de los que viven una vida de eso modo, no son realmente felices porque no todo en la vida es dinero también hay amor, que en mi opinión personal es más necesario ¿De qué sirve tener todo el dinero del mundo si no tienes amor a tu alrededor? Por ese mismo motivo aunque mi padre nos abandonó y haya tenido desilusiones, tengo amor a mi alrededor, ya sea el de mi madre o el de mis verdaderos amigos.

Me sacan de mis pensamientos al apretar mi mano izquierda.

—¿Qué pasa mi amor? — me pregunta mamá frunciendo su entrecejo.

—¿A dónde vamos mamá? — pregunto curiosa.

—Es una sorpresa— sonríe ampliamente.

—¿A quién vamos a visitar? Que yo sepa no tienes amigas que vivan en un lugar tan lujoso— levanto mi ceja demandando una respuesta, una respuesta verdadera. Ella se muerde su labio inferior nerviosa.

—Es sorpresa Jade, ya te lo dije— gira su mirada al camino. Ruedo los ojos.

Mamá detiene el auto en una mansión de color crema, la miro desorientada, ella evade mi mirada, nuevamente mordiéndose el labio inferior, después de unos microsegundos presiona un botón blanco.

—Evelyn — dice mamá seguidamente al aparato blanco.

—Un momento, por favor— escucho una voz educada de mujer, supongo que es una sirvienta.

Luego de un momento los portones blancos se abren dejándonos el camino libre para conducir el auto hasta el estacionamiento.

—Oye, como que ya te conocen muy bien— le dije a mamá en doble sentido. Ella sólo se inmuta a ignorarme y se baja del auto. La imito, cuando bajo puedo notar que el suelo es de una cerámica estilo piedra, mamá camina hacia la puerta y ya hay una sirvienta pelinegra esperando su llegada, bueno, nuestra llegada.

Cuando llego a la gran puerta la señorita me sonríe amablemente y hace un ademán que significa: «Pase adelante». Mi madre me espera a que yo esté a su lado, puedo observar que realmente se encuentra nerviosa ¿Cuál será la sorpresa que la tendrá tan nerviosa? Estoy pensando que vamos a visitar a...

—Jade, te presento a Mark— me dice mi madre señalando con la mirada a un tipo de piel blanca pero un poco bronceada, sus ojos color café claro, su cabello es castaño como el de alguien que yo conozco. Oigan esperen, este tipo tiene un parecido a ese chico ¿Será que mamá anda con su padre? Oh no. No creo, supongo que es casualidad, muchas personas se parecen pero ni siquiera tienen una gota de ADN igual. Entonces sólo pienso que es casualidad. Si casualidad.

—Mark, te presento a mi hija Jade— él me sonríe amable, por educación le devuelvo la sonrisa. Él estrecha su mano y yo la tomo.

—Un gusto conocer a la hija de la mujer más hermosa de este mundo— dice sonriendo ampliamente. Miro a mi mamá y se encuentra ruborizada.