Capítulo 9

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Si la motocicleta de Kazutora le había encantando, la de Sano estaba a un nivel completamente diferente y eso debió haberse reflejado en la expresión de Hanagaki, porque el mayor rió disimuladamente e indicó que se subiera de una vez para que pudiera llevarlo a casa.

El menor lo hizo, vacilante porque tendría que estar demasiado cerca del contrario —para la estabilidad de su corazón— en la motocicleta, pero no es como si le quedará de otra. No deseaba caerse.

—Takemichy, puedes agarrarte más fuerte —dijo el mayor al ver que sus manos apenas lo tocaban.

—E-Estoy bien así, Mikey-kun —objeto el de ojos celestes.

Manjiro hizo un puchero y aceleró su motocicleta de buenas a primeras, lo que hizo gritar asustado al rubio y que lo abrazara como había querido desde un principio.

Takemichi al escuchar el leve sonido de la risa viniendo del mayor, no pudo evitar golpearlo en la espalda con una mano mientras que con la otra se seguía aferrando a él con todas sus fuerzas debido al susto.

— ¡Malvado, tirano! ¡Esa mierda no hace, Mikey-kun! —le reclamo asustado e indignado — ¡No fue divertido! ¡Pensé que me caería!

El de ojos azules no hizo caso a sus gritos, siguió riéndose a costa suya y el menor termino haciendo lo mismo, abrazándolo más cómodamente y sintiendo el viento en su rostro, pensó que tal vez entendía porque se sintió triste de que sus tutorías se fueran a acabar.

Le gustaba el problemático Sano Manjiro. Le gustaba el "invencible Mikey".

Sí, ser adolescente apestaba en ese momento. Un poquito de atención y ya le gustaba tanto esta persona.

El rubio solo podía reír de sí mismo.

Cuando llegaron a su edificio de departamentos, el de ojos celestes agradeció la ayuda del mayor, ahora más tímido que antes al entender un poco mejor sus sentimientos

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Cuando llegaron a su edificio de departamentos, el de ojos celestes agradeció la ayuda del mayor, ahora más tímido que antes al entender un poco mejor sus sentimientos. Quería mantener su distancia con él, aunque quizás la idea de ser amigos que pasaban tiempo juntos cada tanto no sería mala idea.

Podía vivir con eso.

Hanagaki lo despidió en la entrada y se dirigió a paso lento a las escaleras, vivía en un segundo piso, así que usar el elevador no era importante. Logró subir mejor de lo que espero gracias al agua y al viaje en motocicleta pero al llegar hasta su pasillo, exhaló aire de forma pesada.

El verano se sentía horrible en ese momento.

Una mano se apoyó contra su cintura, provocándole un leve susto y cuando giro la cabeza, no se sintió sorprendido al ver los ojos azules en su persona. Pero sí trago saliva nervioso al notar la cercanía que tenía con los labios ajenos y volteo al frente con rapidez.

— ¿Q-Qué pasa, Mikey-kun? Creí que ya te habías ido.

—Cambie de opinión —explico sencillamente el mayor —Fui a estacionar la motocicleta y alcance a seguirte por las escaleras, ¿te sientes bien?

La adolescencia apesta [MiTake]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora