↝ 0.10 Las cosas claras

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📍Las cosas claras

—¿De verdad?

—¡Sí! —Tenía las manos tan apretadas que podía sentir que las uñas se le clavaban en las palmas—. Llevo años enamorada de ti.

—¿En serio? —Dulce le respondió afirmando con la cabeza, preguntándose qué hacer.

Él parecía en shock y no sabía si era algo bueno o malo.

Al fin y al cabo él le había dicho primero que la amaba.

Pero claro...

— ¡Joder! —gruñó Christopher justo antes de agarrarle las manos y tirar de ellas hacia sí tan rápido que se chocó contra su pecho.

—¡Chris! —Bésame. Cierra la boca y bésame. Lo podría haber dicho más románticamente, pensó ella mientras él reclamaba sus labios.

Sus lenguas se encontraron, chispas volaron y antes de que ella se diera cuenta se estaba colgando de él.

Él la echó sobre el suelo enmoquetado, el zumbido de las consolas alrededor de ellos mezclándose para crear un extraño fondo musical.

—Te amo, Dulce —repitió mientras la hacía tumbarse y se colocaba encima suyo.

Los muslos de ella automáticamente se abrieron bajo su peso, sus piernas enredándose con las suyas.

—Chris ... —suspiró cuando él le olisqueó en el cuello.

—Estoy tan feliz que siento que podría arder —susurró contra su piel.

Dulce cerró los ojos cuando amenazaron las lágrimas. Jamás pensó que llegaría este día.

Oh, se había imaginado la escena incontables veces en su mente, pero esto era real, y era increíble.

¡Christopher la amaba! ¡En serio lo hacía!

—Te amo. Él se movió hasta que sus bocas se unieron una vez más.

Las manos de él le recorrieron el borde del sujetador, sus pechos endureciéndose contra la sedosa tela.

Sus labios empezaron a devolverle los empujones cuando sintió su erección contra su vientre.

Lo deseaba. Tanto. Así que en cuanto él se apartó.

Se lo dijo.

—Joder, nena, vas a matarme —replicó, sus ojos salvajes.

Rápidamente le desabrochó el sujetador y lo tiró.

Entonces se detuvo de golpe—. ¿Te parece bien? Ella parpadeó. ¿Estaba de guasa?

—¡Sí!

—Ah, bien, bien. Es sólo que... todavía es de día y estás casi desnuda.

—Ah —dijo, tomada por sorpresa. Tenía razón. ¡Ni se había dado cuenta!

—¡Lo siento! ¡Olvida que dije eso! —Rápidamente regresó a lo que estaba haciendo antes, demasiado asustado de que ella quisiera parar mientras se estaba sintiendo como si pudiera arder en cualquier momento.

—Está bien, Chris. —Le acarició el pelo con dedos dubitativos.

Él le dio una rápida lamida a su pezón izquierdo y miró arriba.

—¿Segura?

—Sí —asintió. Y para probarlo, lo empujó para apartarlo y se sentó.

Antes de que se pudiera imaginar lo que iba a hacer, se sacó las bragas por las piernas y las tiró en algún sitio detrás de ellos.

Entonces se tumbó de nuevo en el suelo y le hizo gestos para que se acercara.

—Dios —tragó—. Esa es la cosa más sexy que he visto en mucho tiempo.

La reverencia en su voz y el calor en sus ojos la transformaron en alguien digna de él.

Realmente pensaba que era sexy, podía verlo en la forma que reaccionaba su cuerpo. Y por primera vez, creyó en sí misma.

Él amó cada parte de su cuerpo con sus manos, su boca, su lengua.

Para cuando empujó en su interior la tenía jadeando, un gemido subiendo por su garganta.

La moqueta le abrasó la espalda y los hombros cuando él empezó a empujar, pero a ella no le podía importar menos.

Se aferró de sus hombros y lo miró a los ojos, el amor brotando entre ellos como si siempre hubiera estado allí. Y tal vez así era... Volvieron en sí cuando el aire frío golpeó su enfebrecida piel.

Christopher estaba de espaldas tumbado, su mano lentamente acariciándole el pelo mientras ella se acurrucaba a su lado.

—¿Chris?

—¿Sí, nena?

—¿Estás bien? Él sonrió al oírla.

—Estoy genial.

—¿Qué tal tus ansias?

—Ah, estoy bastante seguro de que han desaparecido.

—¿De verdad?

—Si.

—Él se giró hasta que estuvo mirándola a la cara—. Creo que mi idea de cambiar los cigarrillos por ti fue brillante. ¿Qué te parece ser mi último vicio?

—Le dio un suave beso en los labios y le sonrió.

El amor brillaba en sus ojos y ella le devolvió la sonrisa. Jamás lo había visto tan en paz y comprendió que todo estaba bien por primera vez en siglos.

—¿Tu último vicio?

—Sí, tú, yo y algunas posiciones interesantes. —Sonrió travieso a la vez que tiraba de ella hasta que la tuvo a horcajadas sobre él—. Y amor.

—No te olvides del amor —murmuró mientras se inclinaba, sus bocas casi tocándose. —Jamás —contestó antes de besarla.

FIN...

"EL ULTIMO VICIO"/HOT Donde viven las historias. Descúbrelo ahora