Día de adopción

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El día en que los adultos irían a recoger a los niños que ahora formarían parte de su familia.

Había sentimientos de todos un poco por todo Grace Field.

Algunos estaban felices, otros emocionados, otros nerviosos y otros mas conmocionados.

Incluso Ray estaba un tanto curioso por saber a quienes adoptarían.

A pesar que los adultos irían al anochecer y tomando en cuenta que apenas los niños llevaban siete horas despiertos algunos ya estaban llorando, y es que la idea de separarse de personas que viste todos los días durante toda tu vida, personas que te acompañaron en muchas ocasiones y te alentaban y alegraban, era algo que realmente llegaba a los corazoncitos de los pequeños.

Sólo quedaba una hora para saber quiénes tendrían el privilegio de ser adoptados, así lo hacía Isabella siempre, para eso de las dos de la tarde todos sabían a quienes adoptarían, y los demás empezaban a ayudar a empacar las cosas de sus compañeros.

Eugene.- Mamá, no deberían quedarse una semana más? Un día es muy poco.

Todos los niños asintieron, ese día siempre se les pasaba como segundos.

Isabella.- Por más que queramos no podemos pequeño.

Los niños suspiraron decepcionados al unísono.

Para Isabella también era difícil, pero muy sinceramente esperaba que sus pequeños fueran y sabe que serían más felices con las familias que los adoptaran.

Sacó su reloj de bolsillo.

Era la hora.

Dos en punto de la tarde.

Volvió la vista a los menores, todos sabían lo que seguía, y esperaban con ojos espectadores.

Isabella.- Bien... Por favor empiecen a arreglarse...

...

Ray.- Quie-nes?
Se quedó inmóvil y un escalofrío le recorrió el cuerpo completo, era... una broma ¿cierto? o un sueño, más bien una pesadilla, podía ser de todo menos real, no, él se negaba a que fuera así.
No podía ser real, no quería que fuera real.

Isabella.- Lo siento, sabes que eso no está en mis manos, yo... hice todo lo posible pero ese señor es realmente insistente, quiero decir, ¿Así de desesperado debe de estar?

Ray.- Pues que se joda su desesperación! Yo... Me niego!

Isabella.- Sabes perfectamente que eso no cambiará nada.

A lo que el azabache sólo le lanzó una mirada fulminante, cerró la puerta de un golpe y saliendo de la habitación simplemente corrió hacia la biblioteca.

Se sentía mal, tenía ese nudo en la garganta, no quería dejar de verle, no ahora, nunca, quería poder seguir viéndole día a día.

Pero

Sabía que no podría hacer nada, era tan frustrante.

.-Tch.
Fue el único sonido que salió de su boca al sorprenderse a sí mismo con una lágrima resbalando por su mejilla.

Justo ahora, odiaba todo y odiaba a todos.

Pero, aún así, tomó una bocanada de aire para luego exhalar gravemente e irse a observar como en la puerta de aquella gran casa se llenaba de emociones y llantos.

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