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(Cicatrices)

Desperté de golpe al escuchar a lo lejos unos gritos desesperados de una voz que reconocí de inmediato, abrí mis ojos, y pude divisar a tía Madeline caminando hacia mi desesperada, volteé a mi lado, Adrien se había ido...

-Habelin, ¿Qué haces aquí? ¿Sucedió algo en la casa? ¿Estas bien? ¿Otro ataque de pánico? – Preguntó angustiada

- No tía, todo está bien, Sali a tomar aire, y termine quedándome dormida, lo siento, ¿Qué hora es?

- Las 2:30am, vamos pequeña Stella, entremos a la casa, ya es tarde para que estés aquí- Me levanté, recogí la manta del pasto y la seguí, en mis pensamientos solo había una cosa, ¿A dónde fue Adrien? ¿Por qué me había dejado sola y peor aún, dormida?

- ¿Cenaste? – Preguntó mi tía

No lo había hecho, no tenía hambre antes de quedarme dormida y cuando Adrien me despertó tampoco, a pesar de eso, no tenía ganas de comer en ese momento, ni tampoco quería que tía Madeline se preocupara, así que solo asentí, le di las buenas noches y subí a mi habitación

Seguía pensando en Adrien, todo lo que sentí estando con él, y también lo molesta que me encontraba por haberme dejado sola.

Me senté en el pequeño escritorio de mi habitación, y comencé a escribir una serie de pensamientos que pasaban por mi cabeza en ese momento, eran muchos sentimientos encontrados, pero algo que tenía claro es que me daba miedo tener a Adrien cerca, todas las personas que amé con cada partícula de mi ser se esfumaron, y si ¿Adrien también se va? ¿Y si me vuelvo adicta a lo que siento cuando estoy con él? ¿Cómo poder vivir sin otra persona importante en mi vida? ¿O si yo era una bomba de tiempo? ...Ahora te entiendo querida Hazel, pensé recordando fragmentos de una de mis historias de amor favoritas: Bajo la misma estrella. Si algo es cierto en aquella historia que es nuestra vida puede llegar a llenarse de tanto drama que no deseas amar, no porque creas que no lo mereces o por miedo, sino por la terrible idea de dañar con tu tragedia la vida de alguien más.

Eran tantas cosas que pensar, tanta agonía interna que procesar, mi pecho ardiendo mientras las palabras escritas en un papel hacen realidad lo que siento, mi cabeza era un lugar peligroso donde estar, lo sé, pero todo lo era aún más, cuando podía verlo reflejado en la realidad, donde sientes que todo es más cruel y tu mundo termina desvaneciéndose en una angustia estremecedora.

Escribí hasta las tantas de la madrugada, de pronto me di cuenta que ya el sol comenzaba a salir. Si, no había pegado el ojo en toda la noche, bajé a hacerme algo de comer y ahí se encontraba tía Madeline, arreglando su maquillaje y dando vueltas de un lado a otro por la sala mientras buscaba sus papeles para el caso de hoy.

Era una mujer hermosa con un sutil parecido a mi madre, su piel blanca sin imperfecciones, su hermoso cabello castaño claro, ojos grises y un cuerpo delgado y tonificado, al vestir de traje parecía una modelo de revista. Se había dedicado de lleno a su profesión, con uno que otro amor fugaz, no hablaba nunca de matrimonio o hijos, muchos la consideraban egoísta por ello, pero para mí eran una gran mujer, que dejó de lado su vida para hacerse cargo de nosotros, no tenía nada que reprocharle.

-Buenos días, mi Stella ¿Cómo dormiste? me interrogó con una pequeña sonrisa- No había dormido, lo sé, pero ¿Para qué preocuparla?

-Buenos días, tía Maei- Ese era el apodo que le tenía Rubíth, cuando ella nació no podía pronunciar bien su nombre, el que le dio fue Maei, así que así se quedó desde entonces, son pocas las veces que le digo así, ya que sin Rubíth, no tiene chiste. – Bien y tú? -

- Muy bien pequeña, te hice unas tostadas por si querías- Me dijo, señalando un plato en la encimera

- Gracias, que te vaya bien en tu caso de hoy, se la mejor abogada de todos, te quiero- Tomé el plato y subí de nuevo a mi cuarto

ÁgapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora